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Africanizarse hasta que duela

Por Rodrigo Codino
Africanizarse hasta que duela

Hace pocos días se cumplieron sesenta años del homicidio de Patrice Lumumba, héroe y mártir de la República Democrática del Congo, un equivalente a San Martín, a Bolívar, a Artigas o a Sucre para nuestra América del Sur.

Desde su asesinato siempre se supo quienes habían sido los comanditarios y ejecutores de la muerte: los títeres congoleses que defendían intereses coloniales y que con su muerte accedían al poder sin votos, la CIA norteamericana y los altos mandos del ejército belga.

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A pesar de ello, faltaban detalles de su ejecución y forma de desaparición del cuerpo del líder a quien los africanos lloraban y a quienes los excluidos de todo el mundo conocían y veneraban.

La confesión de un ex comisario de la armada belga en el año 2000 hizo que el secreto más guardado del siglo volara en mil pedazos.

Patrice Lumumba fue en el Congo un equivalente a San Martín, Bolívar o Artigas.

El 17 de enero de 1961 cuatro soldados, bajo la orden de un emisario de Bruselas, después de torturar a Lumumba lo ejecutaron a tiros para luego llevarlo a más de 200 kilómetros del lugar de su muerte para desmembrarlo con una sierra y diluirlo en ácido. Para tener ese coraje, confiesa Georges Soete -uno de los partícipes- tuvo que embriagarse considerablemente, aunque ello parece no alcanzó a afectar su consciencia totalmente pues se quedó con dos dientes de oro del héroe africano que todavía tenía en su poder a la hora de la confesión en un matutino.

Lumumba nos recordaba la trágica historia de un mártir de la revolución mundial, decía el Che en la ONU en Nueva York en diciembre de 1964.

En Estados Unidos, las Panteras Negras acusaban a los explotadores, a los tiranos y a los opresores por haber aplastado los legítimos anhelos de libertad, justicia e igualdad de la gente mediante el crimen o asesinato.

Lumumba bregaba simplemente para que los africanos gozaran al mismo título que todos los demás integrantes de la familia humana, de la igualdad y de las libertades fundamentales inscriptas en la Declaración Universal de Derechos Humanos proclamada en la Carta de Naciones Unidas.

El Che lo recordó en la ONU como un mártir de la revolución mundial.

Los africanos en definitiva no eran más que una parte del tercer mundo excluido y América tenía mucho en común pues los derechos humanos elementales de sus pueblos originarios, como los pueblos traídos a la fuerza habían sido tan vapuleados con la esclavitud como con el colonialismo o neocolonialismo que reinó durante el siglo XX.

Hace unos días un periodista argentino hizo alusión a la creciente “africanización” del conurbano bonaerense para referirse a gran parte de la población que incide electoralmente en la Provincia de Buenos Aires en la cantidad de representantes en el Congreso Nacional.

No sorprende demasiado que el diario más conservador de Argentina publique palabras como estas para dejar traslucir el racismo más recalcitrante de la elite argentina.

La “africanización” se invoca en este artículo, por un lado, como una desigualdad estructural que existe en los barrios que rodean la capital argentina, pero con la particularidad de señalar con el dedo al pueblo moreno que pareciera -según el autor- elegir su destino de inequidad.

No debe sorprender que el diario La Nación utilice el término “africanización” para expresar el racismo de la elite argentina.

Mucho más grave, por el otro, es la coincidencia con la extrema derecha racista norteamericana o europea a quien le molesta la presencia de melanina en las personas que ejercen el derecho electoral. Toda persona no blanca o sospechosamente morocha también vota en el conurbano bonaerense…

Quien escribe para la elite argentina utiliza la palabra “africanización” como sinónimo de decadencia, de presencia de negritud que elige políticas de inclusión social como forma de ascenso social, de ese algo que los poderosos blancos rechazan pues siempre fueron el poder real en este país desigual sin aprobación popular.

Esta elite prefiere referirse a la “africanización” como algo peyorativo y se refugia al parecer en la “europeización de la patria” o en el “norteamericanismo salvador” como sinónimos de libertad y de igualdad omitiendo intencionalmente el racismo estructural que los atraviesa. También escapa al análisis la injerencia y atropello de las potencias occidentales respecto a la soberanía de distintos países del tercer mundo que impidieron e impiden por distintas vías el derecho humano al desarrollo.

Es probable que quien haya escrito esta nota en el diario La Nación tenga nociones de psicoanálisis o haya ido a terapia alguna vez, pero quizá le fallaron sus lecturas porque evidencian la parte no recomendable en los textos de esa disciplina. El artículo mencionado pareciera hacerse eco de “La psicología de la colonización” escrita por el célebre psicoanalista Octavio Mannoni hacia 1950, en la que los colonizados africanos eran descriptos como inferiores y dependientes: un africanizado del conurbano tendría estas características.

La elite apela a la “africanización” como algo peyorativo y se refugia en la “europeización de la patria” o en el “norteamericanismo salvador” como sinónimo de libertad e igualdad.

La africanización de la cual somos fervientes adherentes para nosotros se vincula a revoluciones sociales que amplían derechos y que sirvan para reducir la brecha entre ricos y pobres, entre blancos y no blancos; al establishment sería casi inimaginable solicitarle que resigne sus privilegios en favor de los que menos tienen y menos aún si la epidermis tiene coloración.

Aprendamos de Lumumba a sesenta años de su detención, asesinato y desaparición forzosa en esta africanización a la que nos invitan. Que la negritud del conurbano y del todo el país nos inunde y seguramente seremos mejores luchando contra la injusticia. Aspiremos a una sociedad igualitaria en donde se luche por una ciudadanía real ampliando derechos, aunque a los conservadores los indigne siquiera pensarlo.

Aprendamos a desconfiar de los blancos, dice Alain Badiou en una de sus últimas publicaciones, y no le falta razón.

*Doctor en Ciencias Penales. Rector organizador del Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos “Madres de Plaza de Mayo”.

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Tags: africanizarseMadresPatrice LumumbaRodrigo Codino
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