La diputada nacional Daniela Vilar, integrante de la Comisión de Recursos Naturales y Preservación del Ambiente, habló sobre la importancia de darle lugar a la “agenda verde”, valoró el avance del proyecto de Ley de Humedales y advirtió sobre los modelos predatorios que terminan ocasionando enfermedades zoonóticas. La Soberanía Alimentaria como una herramientas para darle paso a modelos más sanos que impulsen la agroecología y la agricultura familiar.
La legisladora nacional por el Frente de Todos, Daniela Vilar afirmó que “la pandemia es causa directa de cómo avanzó el sistema predatorio sobre el ambiente”, y destacó que hay que darle prioridad a una “agenda de ecología popular”.
En diálogo con Contraeditorial, Vilar se refirió al avance de los denominados agronegocios y sostuvo que, de ahora en más, “no se puede pensar en un desarrollo que no contemple el cuidado ambiental”. “Debe haber en la nueva normalidad, una perspectiva de desarrollo sustentable”, agregó la legisladora.
“Es necesario militar un ambientalismo popular”.
Respecto a la posibilidad de avanzar hacia la soberanía alimentaria, la diputada oficialista sostuvo que “el fomento de la agroecología, de la agricultura en pequeñas proporciones, es transitar un cambio donde se pueda producir mejor, para alimentarnos mejor, para que no solamente tengamos pibes que coman, sino que tengamos pibes que coman bien”.
– En la Comisión de Recursos Naturales y Preservación del Ambiente está avanzando la Ley de Humedales ¿Qué beneficios traería su sanción?
– Es una de las políticas públicas que nos va a permitir ir hacia la construcción de un ordenamiento ambiental en la Argentina, que es en sí mismo el gran tema. Los expertos que participaron de las comisiones manifiestan esto. El proyecto de la ley de humedales nos allana el camino hacia construir un intercambio, un dispositivo participativo para discutir el ordenamiento ambiental del territorio, que tiene que ver con ordenar el uso de los suelos, mejorar los marcos para las actividades humanas, de una producción compatible con el cuidado del ambiente. Obviamente es un trabajo complejo que lleva mucho tiempo. Lo más importante es que el tema está en agenda, ese es un paso muy importante.

– ¿La pandemia le dio prioridad a la agenda ambiental?
– Sin dudas que sí. Este modelo predatorio del que veníamos nos avasalló. Un modelo de exclusión, de vulneración, de pobreza. La pandemia es causa directa de cómo avanzó el sistema predatorio sobre el ambiente. El coronavirus es una enfermedad zoonótica, que se traslada de animales a humanos y tiene que ver con la deforestación desmedida, que hace que especies silvestres estén más cerca de los humanos que lo que deberían. Lo mismo ocurre con el dengue, producto de las altas temperaturas por el calentamiento global. Todos estos son problemas graves. Hoy el 60 por ciento de las enfermedades que padecemos son enfermedades zoonóticas y tienen que ver con un vínculo nocivo entre las personas y el entorno natural, sin entender que el ambiente lo componemos nosotros también. Hoy en todo el mundo se está hablando de la agenda verde. Emmanuel Macron en Francia anunció una partida de 15 mil millones para la agenda ambiental. En Argentina, Alberto Fernandez se manifestó en varias intervenciones públicas sobre esta necesidad de pensar un modelo de producción menos contaminante. Máximo Kirchner lo hizo en uno de sus discursos, donde manifestó que tenemos la necesidad de producir un nuevo modelo productivo que amigue el 14 bis de la Constitución, que tiene que ver con los derechos laborales, con el 41, que es el que promueve el derecho a un ambiente sano y equilibrado. Me parece que es un tema que necesariamente tiene que ser discutido. Si los grandes medios dejaran de lado sus obsesiones y sus mentiras en torno a Cristina Kirchner y hablaran de las verdades y las consecuencias que sufre hoy el ambiente, se podría visibilizar el tema. Es una discusión que el poder mediático no da porque cuidar el ambiente y pensar en un sistema productivo que no sea nocivo reduce absolutamente sus ganancias. Por lo tanto es también necesario militar un ambientalismo popular.
“No queremos obstaculizar la producción y el trabajo, pero sí hacerlo más sustentable”.
– ¿Cuando se habla de soberanía alimentaria también se habla de dejar atrás los modelos de agronegocio, y de fomentar otros modelos de producción menos predatorios?
– Absolutamente. Hablamos de un país que tenga control sobre la producción de alimentos, de qué se produce, cómo se produce y fundamentalmente, una gran deuda, en qué condiciones laborales se produce. Estos son todos aspectos que son absolutamente necesarios para la soberanía de un país. Obviamente el fomento de la agroecología, el fomento de la agricultura en pequeñas proporciones, es transitar un cambio hacia la agroecología y la agricultura familiar, donde se pueda producir mejor para alimentarnos mejor. Para que no solamente tengamos, pibes que coman, sino que tengamos pibes que coman bien. Que tengan los nutrientes necesarios para el desarrollo físico, y también cognitivo, acorde a los períodos de su crecimiento.
– ¿Están dadas las condiciones para comenzar a hablar de soberanía alimentaria?
– El momento de hablar de soberanía alimentaria ya lo instalaron Alberto Fernández y Cristina Kirchner cuando su primera política pública fue “Argentina Contra el Hambre”. De hecho, estuve en la presentación del programa “Sembrar Soberanía Alimentaria” del Ministerio de Desarrollo Social, junto a la secretaria de Inclusión Social, Laura Alonso. El programa alienta la producción de alimentos agroecológicos. No puede haber un pibe con hambre en nuestro país. La alimentación de nuestro pueblo tiene que ser sana, segura y saludable.

– ¿No es contradictorio que desde el Estado también se impulse el agronegocio de las megafactorias porcinas? ¿Cómo se puede fomentar el desarrollo sin pasar por arriba el cuidado del ambiente?
– Es que no puede haber desarrollo pasando por encima del ambiente, porque vimos lo que pasó. Cuando el modelo es predatorio, las consecuencias son nefastas para las personas, porque muere gente, porque se produce una crisis tan profunda como la que asiste el mundo a causa de la pandemia. Obviamente pensar en un desarrollo que no contemple el cuidado ambiental o el cuidado ecológico, ´no ha lugar´ en el tiempo que viene. No puede haber una nueva normalidad si no se entiende el desarrollo con una perspectiva de desarrollo sustentable. La agenda de ecología popular no indica que no puede haber desarrollo para que haya ecología. Nosotros somos peronistas, y no queremos obstaculizar la producción y el trabajo, pero sí hacerlo más sustentable. El principal problema ambiental es la pobreza, con lo cual, generar instancias de producción y generar trabajo es una de las metas de cualquier gobierno, fundamentalmente del proyecto político del que yo me siento parte. Lo que sí tenemos que pensar es un modelo productivo donde el Estado tenga un rol fundamental, un modelo que no excluya, que se produzca con modelos y estándares adecuados y regulados. Y fundamentalmente con derechos laborales para todos y todas. Me parece que tiene que haber una articulación entre el sector privado y el Estado con un rol importante del gobierno en el andar de este modelo que tiene que venir.
“Hay que incorporar la perspectiva ambiental a la creación y ejecución de políticas públicas estatales”.
– Has manifestado en diferentes oportunidas que la juventud debe encarar la revolución feminista y la revolución ambiental. ¿ Crees que esa lucha ambiental debe tomar ciertos ejemplos de la lucha de las mujeres?
– Sí, desde ya. Te diría dos cosas: por un lado la capacidad del colectivo de instalar la discusión e imponer agenda, de trabajar y militar todos los días para que esa agenda sea agenda pública, generando políticas públicas en pos de esas demandas. Y en segundo lugar la militancia de todo el colectivo de mujeres para que la perspectiva de género sea incluida de manera transversal a todas las políticas públicas. Me parece que es también un ejemplo a tomar, para que el ambientalismo popular pueda ser transversal a todas las políticas públicas y a los ámbitos de nuestras vidas.
– ¿Algo similar a la Ley Micaela?
– Claro, de hecho estamos trabajando en un proyecto de capacitación ambiental en la Administración Pública. Es algo similar al maravilloso efecto que tiene la Ley Micaela, que nos demostró que era absolutamente necesario que los que trabajan en el Estado se capaciten y que todo lo que se haga tenga perspectiva de género. Creemos que también es necesario que se incorpore la perspectiva ambiental a la creación y ejecución de políticas públicas estatales.