Imágenes del “tractorazo”: una señora envuelta en la bandera argentina señala con una sonrisa indisimulable a los muñecos que representan a los funcionarios del gobierno “colgados” (o sea ahorcados) de las rejas de la Casa Rosada. La mujer disfruta de esa foto tenebrosa y oscura. Lo hace públicamente celebrando la muerte.

Los ahorcados/as han sido cuidadosamente elegidos/as: Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini, Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Elizabeth Gómez Alcorta, Mayra Mendoza, Luana Volnovich, Victoria Donda.
En febrero de 2021, en plena pandemia, las bolsas mortuorias simulando contener cadáveres de funcionarios y luchadores/as de Derechos Humanos también fueron colgados de las rejas de la Casa Rosada.

Conviene no minimizar el mensaje en un país en donde la derecha asesinó 800 obreros por una huelga en los Talleres Vasena, 1500 trabajadores por otra huelga en la Patagonia Trágica, bombardeó la Plaza de Mayo repleta de civiles en 1955, fusiló clandestinamente, y persiguió y encarceló hombres y mujeres por participar de la democracia como peronistas o socialistas o comunistas , avaló (cuando no coorganizó) todas las dictaduras del siglo XX ; y , finalmente cogobernó con la dictadura genocida del Plan sistemático de desaparición de personas.
Las bolsas de cadáveres no son en nuestro país un exabrupto simbólico; son el recordatorio de los crímenes de la derecha sobre los cuerpos de miles de víctimas. Son una marca del programa político de la derecha a través de toda nuestra historia: eliminar físicamente a quienes imaginaran un país menos despiadado que el que tenemos.
Conviene no acostumbrarnos ni dejar pasar los mensajes de la derecha. Las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel – junto al encarcelamiento político de líderes y lideresas con la connivencia del Poder judicial y el político – nos recuerdan que aún bajo las formas democráticas (el período 2015-2019 es una clara muestra) el programa de la derecha se mantiene intacto: garantizar la renta infinita para un grupo de elite a costa del esfuerzo, el dolor y la explotación de las mayorías populares. Si para lograr ese objetivo hay que desaparecer 30.000 personas que así sea.
¿Cuál es el rol de la elite terrateniente actual en este proyecto?
Convendría no encerrarse en la búsqueda de explicaciones estrictamente económicas en el corto plazo: si la movilización de ayer estuviera motivada por razones económicas inmediatas no habría modo de explicarla: la renta de los grandes agroexportadores argentinos (y extranjeros) se ha multiplicado enormemente por el alza enorme de los precios internacionales. O sea, los que marcharon el sábado 23 de abril eran superricos antes y son más ricos aún hoy y en la medida en que la guerra en Ucrania continúe (y cuando termine también) su riqueza seguirá aumentando exponencialmente.

¿Y entonces?
¿Por qué marchar a la Plaza de Mayo cuando no sólo forman parte de una elite rica ya , sino que en el horizonte sólo pueden multiplicar su riqueza sin amenaza alguna?
Porque “el campo”, o sea, la elite terrateniente de grandes empresas /propietarios agroexportadores cumplen un rol mucho más relevante aún que batallar por un punto más o uno menos de retenciones: “el campo”, sus terratenientes y sus empresas asociadas son el verdadero articulador político de la derecha en la Argentina.
La marcha del sábado es un inicio -no un fin- de la lucha por las presidenciales del año próximo. Desde 1930 -el golpe del general fascista Uriburu que derrocó a Yrigoyen- pasando por la fusiladora de 1955, las caídas de Frondizi e Illia; el onganiato y , finalmente, la dictadura genocida de 1976- ha sido este sector terrateniente el condensador y articulador del conjunto de actores económico-sociales que apoyaron todos los gobiernos antipopulares y dictaduras que , a su vez, garantizaron el statu quo y, junto con ello, la renta diferencial de la producción agropecuaria.
No es que sean la única elite de la Argentina. Más aún, no es ya la más poderosa económicamente hablando: las más grandes fortunas del país están hoy circunscriptas al mundo de las industrias transnacionales y, sobre todo al mundo financiero vinculado a la especulación bancaria y las empresas de servicios en internet.
¿Y entonces?
El rol “del campo” es simbólico-político más que económico en el corto plazo. Las razones son varias:
-Primero y fundamentalmente porque hay un sentido común construido por décadas en donde “el campo” es visto -aún por vastos sectores medios y populares- como los garantes de la riqueza de la Nación. Una apelación simbólica potente: son los constructores de la Nación y tienen derechos sobre ella.
-Segundo, porque las asociaciones “del campo” y sus empresas vinculadas cuentan ,movilizan y participan en la construcción de un relato de “grieta” a través de los medios hegemónicos de comunicación, que transforman las marchas de la elite en un reclamo de “todos” frente a un gobierno popular.
-Tercero, porque la movilización terrateniente cuenta con el soporte y el sostén de amplios sectores del Poder Judicial –vinculados familiar y económicamente con “el campo”.
-Cuarto: las marchas “del campo” reviven la construcción simbólica antipopular (y en particular antiperonista) de amplios sectores de clases medias urbanas.
-Quinto: detrás de la movilización terrateniente se “cuelan” los intereses de los sectores más ricos de la elite argentina: las empresas virtuales y el mundo financiero nacional y transnacional.

Así, el “tractorazo” del sábado sobre Plaza de Mayo no debiera ser leído como una protesta exclusiva “del campo” sino como la primera acción de campaña de cara al 2023: ese “campo” como eje articulador de las fuerzas económico-sociales que necesitan de una expresión política de la que carecen.
En este sentido, no resulta para nada extraño ver a las figuras presidenciables de la alianza Pro-Cambiemos acompañar la protesta, subirse a los tractores y posar junto a los mismos que luego “colgarán” a los funcionarios del actual gobierno democrático en las rejas de la Casa Rosada.
La batalla por el 2023 se inició el sábado 23. No es nueva ni sorprendente. Las organizaciones terratenientes “el campo” vuelven a cumplir su viejo rol: son el vehículo para la reconstrucción política de la derecha y la toma del poder político; algo que han hecho durante todo el siglo XX de la mano de las Fuerzas Armadas y que hoy buscan alcanzar articulando el poder hegemónico comunicacional de las fakes news y el apoyo de amplios sectores antidemocráticos del Poder Judicial junto con una alianza política que participe de las elecciones (Cambiemos PRO).
Si utilizáramos una figura náutica, diríamos que el “tractorazo” es el mascarón de proa de un barco al que van subidos -subrepticiamente- los poderes fácticos y económico reales de la Argentina y sus aliados extranjeros: los terratenientes sí, pero junto a ellos, el poder comunicacional hegemónico, el Judicial, el gran empresariado transnacional, el mundo financiero legal y off shore, y las grandes compañías del mundo virtual.
¿Tendrán éxito en el propósito de apoderase y colonizar el Estado a través de la alianza Cambiemos-Pro como en 2015?
No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que el programa económico-social de la derecha –de la que “el campo” es su expresión aglutinadora- sigue totalmente vigente. Y que, su objetivo final de cara a la representación política de los sectores populares -mensaje simbólico y real a la vez- nos lo recuerdan los maniquíes colgados de las rejas de la Casa Rosada.