La primera vez que estuvo frente a un televisor, allá en los años cincuenta y pico, en la pantalla pasaban el discurso de un tal Juan Domingo Perón. Cuando lo detuvieron los militares uruguayos lo cagaron a palos y lo tuvieron como seis u ocho meses atado con alambres, con las manos en la espalda. El día que conoció al Che Guevara en Punta del Este, el argentino le aconsejó, entre bromas, que ni se le ocurriera hacer una revolución en verano teniendo semejantes playas. Cuando le preguntan por su religión dice que “Dios es un viejo pelotudo que inventamos para dispararle a la muerte” aunque, al mismo tiempo, se “calienta que la Iglesia esté en retirada por culpa de los curas pedófilos”.
Estas historias son algunos de los capítulos de Mujica por el Pepe, conversaciones con Nicolás Trotta, el nuevo libro publicado por Ariel que recorre la vida del expresidente uruguayo a partir de una cuidada entrevista realizada por el actual ministro de Educación de la Argentina.

En el libro escriben el presidente argentino Alberto Fernández y el ex mandatario de Brasil, Lula Da Silva.
“A él le gusta decir que nunca ha tenido vocación de héroe y esto me ha llevado a pensar que tal vez deberíamos repensar nuestra noción de «héroe». Siempre hemos creído que los héroes eran seres excepcionales situados entre los hombres y los dioses, inalcanzables y admirados desde lejos. Pepe nos enseñó que, más que las cualidades excepcionales, son las cosas simples las que nos definen y nos dan grandeza. Pepe nos dice que la generosidad, la empatía, la humildad, el amor a la comunidad que habitamos y la rebeldía contra la injusticia y la desigualdad, no tienen que ser conductas excepcionales. Nos dice que esto debe ser así cualquiera sea el rol que una persona desempeñe…Dice Pepe que él no tiene vocación de héroe. Ojalá que todos y todas tengamos vocación de Pepe”, afirma Alberto Fernández desde el prólogo.
Por su parte, Lula Da Silva destaca en el epílogo:
Una lección recorre este libro, desde la primera hasta la última página. Cuando Pepe dice que hay personas que dejaron de luchar y otras que se limitan a recordar permanentemente lo que vivieron, Nicolás Trotta le pregunta:
—¿Y qué posición asumiste?
—Yo seguí militando.
—¿Y ahora qué vas a hacer?
—Seguir militando.
“Dice Pepe que él no tiene vocación de héroe. Ojalá que todos y todas tengamos vocación de Pepe”, escribe Alberto Fernández en el prólogo.
A continuación, extractos de algunos capítulos de Mujica por el Pepe:
¿VOS QUIÉN SOS, PEPE MUJICA?
—¿Quién sos, Pepe Mujica?
—Un loco. Pepe es un loco porque piensa cosas raras.
—¿Siempre pensó cosas raras?
—Sí. Y las sigue pensando.
—Un loco al que no le faltó la lucidez. Porque la tuya no fue la locura del marginal del borde y de la orilla, ni del bandido social, ni del demente que mira desde el vértigo limpio del pensamiento. No fuiste un loco lindo: fuiste un loco peligroso. Un loco que con una insania útil buscó llegar al poder por vías contradictorias pero que no se dejó vencer ni lo hicieron renunciar. La locura del militante es la de las ideas raras, pero no caprichosas. Ideas nuevas, pero no desligadas de la urgencia: pensaste raro para acercarte a la realidad, no para emprender una huida psicodélica…
—Un bicho raro.
Y Pepe se calla. Porque sabe callar.
VIENDO A PERÓN POR LA TELEVISIÓN URUGUAYA
—Así que mi vida arrancó en Carmelo. En Carmelo fue la primera vez que vi televisión. ¿Y sabés qué fue lo primero que vi en mi vida en la televisión? A Perón. Dando un discurso, en los años 50 y pico… Cuando todavía los televisores eran como un mueble con una pantalla chica. Eran a lámpara. Acá no había televisor. En Carmelo se agarraba la de Buenos Aires.
—¿Y qué recordás de ese discurso? ¿Tenés fresca la imagen del orador, hablándole a las masas?
—Tengo fija en mí la imagen de Perón hablando. En una confitería que había en la esquina de la Plaza de Carmelo, que se llamaba La Gloria y que no existe más. No existen ni Perón, ni el televisor, ni La Gloria, ni nada. Pero como dice Borges, están ahí, porque yo los tengo acá.
“¿Y sabés qué fue lo primero que vi en mi vida en la televisión? A Perón, dando un discurso”.
—Así que tu debut televisivo fue peronista.
—Sí. Lo vi a Perón. Yo tuve un tío, un hermano de mi madre, que era hincha de Perón. Con posiciones nacionalistas, fuertes, antiimperialista. Era gerente de la Bodega esa que te dije. Que murió ese año.
—Y a vos se te acusa a veces de ser el más peronista de los frenteamplistas.
—Sí. Es posible. Porque la izquierda nunca entendió el peronismo. No me importa que no lo entienda. No es muy entendible, pero es muy atendible. Que es otra cosa. Existe. Porque claro, nosotros vivimos un proceso distinto, y no vivimos lo que vivió la Argentina. Que la izquierda histórica, tradicional, se alineó como consecuencia de la guerra, con Braden. Y le puso un tajo a la historia argentina. E hizo un divorcio. Porque durante mucho tiempo izquierda era igual a traidor para ese pueblo que se movilizó alrededor de Perón.
—En Uruguay los sindicatos son comunistas y en Argentina son peronistas.
—Porque queremos extrapolarnos a esa categoría para allá, pero no vivimos el proceso. Pero, bueno…
—¿Y cómo lo veías vos a Perón en la década del ’50, del ’60?
—Yo siempre lo respeté. No lo veía con el prejuicio de la izquierda…
Además, cuando acompañé al Partido Blanco, cuya versión aparentemente más conservadora era el herrerismo, en realidad estaba muy influenciado por Herrera. Y Herrera es un personaje raro, también. Socialmente conservador, pero brutalmente antiimperialista desde que tenía 17 años. Revisionista de historia, antimitrista. Y te encajaba con Perón. Al punto que cuando murió Evita fue el único político uruguayo que fue.

ENTRA UN GUERRILLERO, SALE UN POLÍTICO
—¿Cómo fue esa última detención, la definitiva, la de la derrota tupamara y la larga, lacerante cárcel para los militantes capturados? Una condena cuya ejecución se te impuso fuera del sistema penitenciario oficial del Uruguay, en establecimientos de las Fuerzas Armadas, incomunicados. Alejados de los centros urbanos mayores, en abandono y soledad, si no fuera por las atenciones profesionales, los turnos semanales del torturador.
—Al principio me hicieron comer unos cuantos cachiporrazos. Después pasó una cosa rarísima. Tuvimos un problema en una negociación que habían puesto sobre la mesa algunos milicos. Ellos nos planteaban la rendición total de nuestras fuerzas, el abandono completo de la lucha armada tupamara. Y nosotros les planteábamos que podía ser. Pero que había que tomar algunas medidas populares. El Gobierno tenía que disponerlas y sostenerlas. Le planteamos una Reforma Agraria, para que se comprometieran. Y fue ahí cuando les planteamos eso que se rompió todo.
—O sea, en esa ventana de oportunidad tan rara, no sé si absolutamente inesperada, resultó que ustedes vieron una luz que les iluminó las caras. Antes de que todo volviera a caer en las sombras, como si el diálogo nunca hubiera tenido lugar. Porque estaban por cumplir parte del objetivo, de un propósito expreso del plan de lucha, que era que el gobierno y los milicos se sentaran a negociar…
—Pensábamos lo siguiente: «Perdemos la guerra, porque ya la perdimos, pero todavía podemos lograr un pedazo de reforma agraria». Estar en cana fue un proceso de acumulación de fuerza que… no era garantía de nada como querían ellos. Entonces, los milicos tomaron la manija del golpista, y abortaron todo. Había un coronel que estaba ligado a lo político, y por ese lado se logró algo. El Ñato (Eleuterio Fernández Huidobro) salió del cuartel porque tenía contacto afuera. Y al otro día el Bebe (Raúl Sendic Antonaccio) fue al cuartel, bajo palabra. Entró, discutimos, tuvimos una pieza a disposición. Los milicos cumplieron con su palabra, y nosotros también. Estaba el capitán Eduardo Camacho y estaban otros más.
“Estuve como seis u ocho meses atado con alambres, atado de atrás. Eso es historia conocida, hasta hicieron una película con eso”.
—Pero vos eras parte de la conducción amplia… Ya estabas en cana y ya desde antes eras parte de la conducción.
—Sí, por supuesto. Yo fui comando de una columna. Nos llevaron a un cuartel donde nos torturaron. Después me trajeron unos días a un cuartel de La Paloma. Y después me remitieron afuera. Estuve en Trinidad… Un día nos llevaron para Libertad, y allá estuvimos un año, o menos.
—¿Y cómo te ponías cada día con la tortura, los golpes?
—Yo qué sé.
—No te quedaba otra, tenías que sobrevivir.
—Y claro, te cagaban a palos. Y después, los años de cuartel, o el plantón o algo así, estar esposado, tuvo un sentido.
—Plantón. ¿Qué es eso?
—Estar parado. Pero estuve como seis u ocho meses atado con alambres, atado de atrás, con las manos en la espalda, allá en Minas. Eso es historia conocida, hasta hicieron una película con eso.
—¿Cómo manejabas la incertidumbre de no saber cuándo se acababa? ¿Pensabas que el fin de tu encierro solo llegaría con el fin de la dictadura cívico-militar?
—Yo creo que cuando vos tenés convencimiento, sabés qué va a pasar. Lo que nunca podés anticipar es cuándo. Pero sabíamos que en algún momento se iba a acabar. Un par de años antes de salir, una noche, lo vienen a buscar al Ñato y lo llevan a conversar con alguien. Y el Ñato viene de vuelta con la información de que querían averiguar cómo estábamos de salud, porque en una de esas teníamos que evacuar. Y ahí nos dimos cuenta de que la salida ya estaba más cerca, nos dimos cuenta de lo que venía… Por muchos años nos llevaban a cuarteles, cuarteles de Rocha, de Maldonado, nos llevaban a Treinta y Tres, a Minas. Nos cambiaban la cárcel cada cinco o seis meses. Era algo raro. Estando en Rocha, una mañana, llega alguien en un helicóptero. Y los milicos ponen una sábana para que el coso caiga. Y se enreda, y el coso cae con el helicóptero. Pero no se mató nadie. Y los milicos decían «Fue una desgracia sin suerte». Nos cambian otra vez de región, nos mandan para Paso Los Toros, y ahí nos quedó claro que había lío entre los milicos. Se estaba discutiendo la salida. Algo estaba pasando y algo se estaba resquebrajando. Y después ya, ahí en Paso Los Toros, estuvimos un año y medio hasta que nos trajeron a Libertad, de vuelta. Ahí se dio el proceso de cambio.

LA LEGALIZACIÓN DE LA MARIHUANA Y EL ABORTO
—¿Y cómo fue la sanción de la ley? Fue posible por tu decisión.
—Todavía están peleando y todo lo demás. Escúchame, 80 años reprimiendo y hay más droga en el mundo. Todavía no nos convencemos de que las medidas represivas no sirven porque estamos a favor de los audaces que generan un monopolio con una tasa de ganancia fenomenal. Y como estamos en el mundo donde triunfar y tener guita siempre va a conseguir locos, si no le rompemos el mercado, el negocio, no terminamos con la droga y la tasa de ganancia.
Cuando yo digo legalizar, hay que romperles el mercado para terminar. Por lo menos te sacas un fantasma del narcotráfico y te quedas con el mismo problema que tenemos: que es el problema médico. Tenés que atenderlo, pero te sale más barato atender el problema médico, que atender el bulto del aparato policial que tenés que crear para atender la droga. Es gastar más plata en médico para la rehabilitación y todo lo demás y menos plata en milicos y con menor consecuencia social. Ahora esto que te digo me lo dice Soros, me lo dice David Rockefeller; ¿por qué? porque fueron viejos y vivieron el problema de Al Capone… ¡ah! los de Izquierda se horrorizan…
—Y, Pepe… ¿El saldo es positivo para vos? De la legalización de la marihuana…
—Yo no sé si es positivo, yo no le recomiendo a la gente que tome marihuana. Yo creo que es una pajería querer evadirse con un yuyo que te escapa de todo lo demás. Pero, meter a un gurí en cana por fumar un cigarro, ¡no jodan! eso no tiene contrafuerte.
—Ahora el impacto de la política pública ¿es mejor el saldo?, ¿vos ves que es positivo?
—Yo creo que sí, que es mejor mucho mejor no andar persiguiendo gente. El punto es que no estamos educando a la gente, para que vea que no hay ninguna evasión, ninguna solución tirándose una pichicata. Yo no experimenté en mi vida con un cigarro de marihuana porque he fumado de los otros cigarros. Reconozco que es una plaga, la puta… y para tener otra plaga que se vaya a la puta que lo parió. Ahora, no puedo meter a un tipo en cana por fumar un cigarro de marihuana.
“¿A quién le va a gustar el aborto? No me jodan, es algo espantoso; pero el aborto existe desde que hay humanidad y se transforma en una esclavitud de clase”.
—¿Y de dónde vinieron las peores presiones para que no se sancionara?
—Del aparato represivo porque necesitan de una causa para existir. No solo necesitan una causa, sino que también hay un sentido reaccionario en la historia. Hay gente que cree que prohibiendo se solucionan cosas.
Así la prohibición de la prostitución que es una de las profesiones más viejas que hay en el mundo y en ningún lado dio resultado. Entonces el hombre que no quiere aceptar… a las realidades feas, las niega. Eso me parece la actitud más conservadora que puede haber.
¿A quién le va a gustar el aborto? No me jodan, es algo espantoso; pero el aborto existe desde que hay humanidad y se transforma en una esclavitud de clase. Las más pobres se juegan la vida, es decir se transforma en una doble injusticia. Por ser pobre tenés que poner en riesgo tu vida… ¿te das cuenta? No saben lo que están haciendo. Están haciendo una injusticia de clase nada más. Porque si me dijeran, lo prohíbo y no existe más: te la debo. Pero, lo prohíbo y sigue existiendo y es accesible dignamente desde el punto de vista biológico para los sectores sociales que tienen poder económico y que las mujeres pobres se arreglen como pueden, entonces… El tema sigue existiendo en los dos frentes, entonces, somos una sociedad cínica, hacemos una sociedad cínica.
—Si uno lo ve, Pepe, en la Argentina, cuando se opusieron a la sanción decían que apoyaban la Educación Sexual Integral. Apenas se obstruyó la sanción de la ley, empezaron a trabajar en contra de la Ley de Educación Sexual Integral porque lo que quieren es vivir en el mundo conservador del cual ellos se sienten parte, pero después muchos de ellos son los primeros que si tienen que tener un aborto lo tienen en la clandestinidad y en el silencio…
—Yo tenía un pariente. El doctor Tarra, que vivía al frente de la Facultad de Arquitectura, era primo mío, medio pariente, Tarra Mujica. El loco vivía de hacer el aborto. Tenía una clínica de cate- goría frente a la Facultad de Arquitectura. Viajaba a Europa, una alta rentabilidad. Pero en la otra punta, acá en el cerro La Fonseca cobraba barato y hacían cola en la calle. Estaba a dos cuadras de la comisaría del cerro. Yo llevé a una mujer en moto para que se hiciera el aborto y vaya mi pecado. Me cago en Dios. Soy un presidente y viví todo eso, pero la concha de tu madre. Hasta dónde vamos a estar de hipocresía…

—Y discutiste esto con Tabaré… la ley anterior la vetó.
—No discutí nada. Él tenía una mujer muy católica, ni él me iba a convencer ni yo a él. Presionaba como yo. Yo se la metí y él la echó para atrás y yo le di para adelante… bueno, qué va a hacer… este avisó que si llegaba la iba a vetar la primera vez… ¿viste? Siempre cuesta…
—¿Y la Iglesia presionó mucho, Pepe?
—Y, la Iglesia jodió. Sí tiene menos peso que en la Argentina, gracias a Don José Battle y Ordóñez que escribía dios con minúscula, se juntó con una mujer separada, le dio el divorcio a la mujer por su propia voluntad. Si sacó a las monjas de los hospitales, la prostitución la reconoció en su primera presidencia de1903 a 1907, reguló la prostitución. Acá había un historiador comunista. Sí, el único que conoció a Lenin y cuando fue a hablar con Stalin le dijo si conocía el Uruguay. Stalin le dijo que Uruguay tiene la ley de silla, que cualquier trabajadora tiene derecho a tener una silla… cualquier trabajadora.
—Pepe, y la ley de legalización de la marihuana, ¿hubo presión de los Estados Unidos para que no se sancionara?
—No sé si hubo. Yo creo que ahora ya no se preocupan más los Estados Unidos de eso. Puede ser, pero no tengo noticia. En realidad, son una manga de cínicos porque tiene un Estado en el que prácticamente está legalizada. Hay talonarios donde están recetas de uso de marihuana para tal enfermedad y tiene firma médica que te autoriza… es una cosa increíble. Un país cínico. Ahora están apareciendo aplicaciones medicinales. La marihuana, te diría como fibra textil, como productor de celulosa es una planta maravillosa. Los primeros vaqueros fueron con cáñamo, duraban demasiado, no convenía. Las velas de los barcos antiguos que cruzaban alta mar eran hechos con cáñamo, las redes de pescar debían ser de cáñamo para no dejar residuos. Con el tiempo se transforma en una fibra maravillosa. Tenemos sancionada una planta, una especie que tiene una cantidad de aplicaciones, que no tiene nada que ver con la droga y la tenemos sancionada.
CUANDO EL PEPE CONOCIÓ AL CHE
—Y el otro personaje al que vos conociste siendo un joven militante fue el Che Guevara…
—El Che Guevara es otra cosa.
—¿Por qué?
—Porque es más parecido a nosotros. Porque es más nuestro. Y te diría, en la relación cotidiana, me quedó la imagen de un porteño típico. Porque era mordaz, jodedor, chistoso, te tomaba el pelo.
—Vos lo viste en Punta del Este…
—Yo lo vi en Punta del Este y en La Habana. Primero en La Habana. La primera vez que lo vi fue en el Teatro Chaplin, que tuvimos una reunión. Había varios argentinos. Habíamos ido en una fecha conmemorativa de la revolución cubana. Después acá, cuando vino al encuentro de Punta del Este.
—Que después cruzó clandestinamente a Argentina para ver a Arturo Frondizi. Que le costó el gobierno al presidente Frondizi, entre otras cosas que le costaron. ¿Y qué recordás de esos encuentros con el Che?
—Y, hablábamos de la Revolución. Nos tomaba el pelo. Recuerdo que decía: «¿A ustedes no se les ocurrirá hacer la revolución en verano con estas playas que tienen?». Nos tomaba el pelo en Punta del Este.
“Me quedó la imagen de un porteño típico. Porque era mordaz, jodedor, chistoso, te tomaba el pelo”.
—Pero las playas cubanas son un poco más lindas…
—Estaba muy preocupado por la industrialización de Cuba.
—Que nunca pudieron hacerla…
—No pudieron. Y estaba muy preocupado por la falta de continentalidad de la política revolucionaria en América. Él estaba entre ceja y ceja. Pero se bancó el fracaso en África. Y bueno.
—Pasa que desde un país tan pequeño expandir la revolución hasta a África era difícil. Si costó también que la pudieran expandir hacia América Latina… Ya en el hemisferio occidental es difícil. Y además, con el Partido Comunista las cosas se le hacían difíciles en ese entonces.
LA RELIGIÓN DE UN PRESIDENTE CREYENTE, PERO SIN DIOS
—Seguís pensando que Dios no existe, sin importar…
—Dios es un viejo pelotudo que inventamos nosotros para dispararle a la muerte. Es un refugio, es un sueño utópico para escapar a la muerte. Una necesidad por el amor a la vida que tenemos.
—Es más fácil creer que no creer.
—Claro, porque es una trampa… Y está bien por eso. No me caliento con las religiones. Me caliento con las religiones cuando se transforman y dejan de ser religiones para convertirse en… después, si no, son bagatelas poéticas para luchar contra la soledad de la muerte. Por eso soy amigo del Papa, que es compañero de lucha en los barrios de Buenos Aires.

—¿En ningún momento caíste en la tentación de creer?
—Yo fui monaguillo de joven. Es al revés, vengo al revés… pero les tengo un gran respeto, te voy a decir por qué. Estuve tirado en la cama de un hospital boqueando, jodido, nos atendían en general como el culo. Nos atendían así no porque fuéramos guerrilleros, atendían como el culo a todo el mundo. De noche las monjitas atendían. Parecían diosas servidoras y merecen respeto y consideración. Ellas creen en algo y tienen una conducta angelical con el género humano. De día, todas trabajadoras profesionales que era una cagada; de noche eran los ángeles que nos cuidaban. Cuando la gente tiene un pacto con algo superior, con algo que no lo ve… parece que es un patrón más benigno. Creo que la subordinación a lo que uno cree y no la subordinación a lo que uno ve produce una categoría de conducta superior. Los hombres han hecho sacrificios por religiones, que no los han hecho por cosas reales. Al fin y al cabo, los grandes edificios que sobreviven de la arquitectura mundial son obras de carácter religioso o intentos de luchar contra la muerte. Esas pirámides que hicieron los boludos egipcios ni en pedo pensaban que iba a ser la renta de mantenimiento de los Estados modernos vía el turismo, ¿te das cuenta? Y ni pensaron los pobres griegos en los que van a ver las viejas piedras de Zeus en la Acrópolis o en Atenas. Pero la cosa es así.
—¿Y qué sensación te genera la sensación del infinito del universo?
—La conciencia de que no somos nada, la conciencia justamente de ser menos que un microbio. Esto tiene tal grandeza: ese gigantesco silencio mineral que nos gobierna… La única respuesta es aquella del Don Juan, el personaje clásico de Tirso de Molina: «Cuando pienso que me voy a morir, tiendo la capa en el suelo, y me acuesto a dormir».
—Bueno, pero evadir la incapacidad de tener una respuesta, ¿no es lo que nos lleva a la fe en un Ser superior?
—Claro, necesitamos devoción. No hay y al no tener respuesta inventamos pelotazos. Cómo te voy a decir… Ese ridículo invento de una libertad condicionada de una débil criatura ante el juego de gigantescas fuerzas que no puede explicar. Hay que resignarse a ser humanos, pero a su vez maravillarse de lo que significa el mundo de la vida porque tenemos una identidad distinta a las piedras, al agua, al aire, al hidrógeno, al cloro. Somos un poco de todo eso, pero somos otra cosa también pasajera. Para nada eterna sino totalmente pasajera pero conmovedora. ¿Por qué? Porque tiene sentires, porque palpita, porque llora, porque siente lástima, porque siente miedo, porque siente ternura, porque tiene afectos. Por eso, uno la idea de felicidad con el mundo de los afectos… bueno, a fuerza de soledad tuve que inventar mi cosmogonía… que me perdonen los que saben.
—¿Y eso lo inventaste en parte en las noches de oscuridad de tu celda de prisión?
—Por supuesto; si no lo hubiese vivido, no te diría nada de lo que te digo.
—¿Nunca pensaste en la religión como antídoto para la soledad de la cárcel?
—No, yo veo que la religión era un refugio, por eso simpatizo y por eso la respeto. Si hay una cosa constante que he visto en todos los grupos humanos en todas las épocas es inventar el pelotazo de creer en algo que no es tangible, que no lo puede mostrar y no importa… pero que tiene una vigencia tal que es capaz de hacerse matar por eso. Llegué a esa conclusión. Este es un bicho utópico… se hace matar por cosas que no puede mostrar ni en pedo… ¿no es maravilloso?
—Y en nombre de la religión se cometieron las peores atrocIdades en la historia de la humanidad.
—Y las mayores bellezas; todo, buena parte del arte no existiría si no existieran esas creencias.
“Soy hincha de la Iglesia Católica, pero por razones políticas, no por creencia, porque soy en primer término latinoamericano”.
—El problema es que las mismas creencias son milenarias. El hombre ha logrado evolucionar en tantas cosas, pero no en esa…
—Sí, señor, es como dice ese hombre que está de moda, las noticias falsas existieron siempre; ahora, cuando tiene mil años y hay millones de personas que creen… entonces eso es una religión, es una fuerza que existe. Opera, vaya que opera e incide.
—¿Y cómo fue el vínculo con la Iglesia durante tu gestión de gobierno?
—Tengo buena relación con la Iglesia Católica. Soy hincha de la Iglesia Católica, pero por razones políticas, no por creencia, porque soy en primer término latinoamericano. Nosotros tenemos dos columnas vertebrales: el idioma y la religión católica, el catolicismo, porque el continente es católico. ¿Qué mierda voy a ser yo? No me quiero pelear con los mexicanos, colombianos… Vivo en un país laico, pero la Iglesia Católica tiene un peso de la gran puta. Me calienta que la iglesia esté en retirada por culpa de los curas pedófilos. En lugar de modernizarse, que la práctica de religión incluya mujeres que puedan casarse y todo lo demás. Condenar los hombres al celibato pudo haberse entendido en una época, porque en realidad el sueño fue construir una organización de cuadros, sin ninguna clase de limitación, pero les pidió a los hombres más de lo que podían dar.
—Y el surgimiento de las iglesias protestantes…
—Claro, se escapan por ese lado. Porque tienen polleras son más potables. por eso son protestantes, pero siguen cogiendo legalmente. Qué mierda. ¿Cómo le vas a prohibir a los seres humanos la aventura del amor? No pidas lo que no te puede dar, principio de alta política. Lo mismo que prohibir el aborto, pero sigue exis- tiendo. O el alcohol cuando lo prohibieron en los Estado Unidos. Ley seca que propició a Al Capone… bárbaro.
Lo mismo lo que nos está pasando con el mundo de la droga. El mundo de la droga se enfrenta con un único medio: camino, legalizándola y controlándola. Tener registrado a los drogadictos y atenderlos a tiempo y explicarle… «mirá, loco, te estás jugando la vida con esto y si te querés jugar la vida jódete». A todas las drogas hay que sacarles el misterio. Y cuando te pasaste de consumo, te interno y te vas a la concha de tu madre. Porque perdiste tu voluntad para administrarte y si perdiste tu voluntad de dominarte frente a una droga, no puedes ser libre porque no estás en el libre albedrío de disponer de tu libertad razonablemente. Pero eso es pelear con todo el sistema de derecho y todo lo demás…