Entrevista realizada por Luis Zarranz y Emanuel “Peroncho” Rodríguez en el programa Fuera de Contexto que se emite los sábados, de 16 a 18 horas, en El Destape Radio. Repite los domingos a la medianoche. FM 107.3 –http://eldestaperadio.com En Spotify: Fuera de Contexto Radio.
– Luis Zarranz: Tenemos en nuestro programa a la subsecretaria de Políticas de Género y Diversidad Sexual del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires, Lucía Portos. ¿Cómo estás?
– Lucía Portos: Bien, gracias por invitarme.
– LZ: ¿Cuándo fue la primera vez que te percibiste como feminista?
– LP: Mi madre es una feminista practicante, sin marco teórico. Allá por el 2008, cursando la carrera de abogacía en la facultad, me encontré con Sabrina Cartabia, una compañera militante que actualmente trabaja conmigo. Ella fue quien me nutrió de un marco teórico y pude ponerle nombre al feminismo, me reconocí feminista antes de reconocerme peronista. Esta situación significó el despertar de mi conciencia política, anterior al despertar de la conciencia política partidaria.
– Emanuel Rodríguez: ¿Por qué fue tan importante encontrar un marco teórico alrededor del feminismo?
– LP: Porque fue tranquilizador y trascendental poder darme cuenta que todo lo que uno vivencia y piensa, lo vivió y lo pensó anteriormente otra persona, y gracias a eso existen teorías elaboradas. Gracias a eso, nos damos cuenta que las compañeras que tenemos al lado o que viven en otros países, vivimos injusticias similares, y esto hace que se colectivice y se desarrolle el movimiento feminista en todo el mundo. En nuestro país, a diferencia de muchos otros, existen liderazgos de mujeres muy marcados, tanto en política como en otras áreas, algo que nos permite pasar a la acción para transformar nuestra realidad.
– LZ: ¿Qué te pasa por el cuerpo cuando percibís la revolución feminista que se está dando actualmente?
– LP: En lo personal, me invade una sensación de oportunidad. Pienso que éste es el momento de cristalizar las luchas, tanto de nuestra generación como las de las anteriores, como pueden ser las de Eva Perón y las de las sufragistas argentinas, compañeras que le han dado el estatus de ciudadanas a las mujeres argentinas de aquel entonces y a las de las generaciones posteriores.
“Parafraseando a Evita, la justicia social sin perspectiva de género no es justicia social”.
Actualmente, hubo un punto de inflexión en el proceso de transformación que fue la sanción de la ley del aborto seguro y gratuito. Cuando pienso en esa marea verde, pienso en la oportunidad, pero también pienso en el proyecto de país. Es muy necesario interpelar a las pibas respecto a la construcción de un proyecto de país, y en ese sentido, empieza a revitalizarse la discusión gracias al feminismo popular, que es un feminismo interseccional que plantea las diferencias entre las mujeres pobres, negras e indígenas, con las mujeres burguesas.
Es importante que la lucha por la distribución de la riqueza y por un modelo de país más igualitario se plantee desde una perspectiva de género. Parafraseando a Evita, la justicia social sin perspectiva de género no es justicia social. En realidad, ella decía que no valía la pena un movimiento feminista en un mundo sin justicia social, por eso es importante interpelar a todas las pibas.
– ER: ¿Por qué pensás que tanto desde la izquierda como de la derecha siguen cuestionando la vinculación entre el peronismo y el feminismo?
– LP: Porque la potencia que surge de la unión entre el peronismo y el feminismo genera miedo en algunos sectores. Más allá de las reacciones negativas propias y ajenas, las mujeres del campo popular debemos unir esas dos fuerzas. Tenemos que plantear un modelo de país como el que planteó Cristina: nacional, popular, democrático y feminista.
Cuando comencé a militar, allá por el 2009, el panorama era distinto. En estos 12 años hemos avanzado mucho, y hoy es difícil callar las voces que demandan igualdad de género en los espacios de pensamiento y reflexión. Siempre nombro a algunas pioneras feministas peronistas, como Mara Brawer, María Franganillo, María Rosa Martínez, o la propia Marcela Durrieu, compañeras que reivindicaban la figura de Eva Perón y que pelearon por el cupo femenino durante los años 90, además de construir la posibilidad de que las mujeres tengamos representación en la política. Ni hablar de Cristina llegando a la presidencia de la Nación.
“La potencia que surge de la unión entre el peronismo y el feminismo genera miedo”.
Todo el tiempo nos estamos nutriendo de luchas anteriores y generando un futuro de mayor igualdad para las mujeres militantes de nuestro pueblo. Sin ir más lejos, la creación de los ministerios de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad, es una construcción que hemos logrado los feminismos, pero que es recogido por el proyecto nacional y popular, llevando adelante una relación dialéctica que no puede darse una sin otra. Es imposible pensar en estos ministerios fuera de un proyecto nacional y popular, y viceversa.
Todos los avances que logremos, serán vistos como bases para seguir con la transformación de las mujeres y el colectivo LGTBIQ+. Así como hemos conseguido la ley de Identidad de Género y la ley de Matrimonio Igualitario, entre otros derechos adquiridos, debemos seguir avanzando hacia el camino de la igualdad desde una perspectiva de género enmarcada dentro del movimiento nacional y popular.
– LZ: ¿Qué significa, en términos políticos, simbólicos e históricos, la sanción de la ley de Interrupción Involuntaria del Embarazo?
– LP: Significa un antecedente ineludible respecto a la construcción de igualdad y a la ampliación de derechos. Las mujeres, a lo largo de la historia, hemos sido consideradas sujetas de minusvalía, un escalón por debajo en la escala de derechos humanos. Hace no mucho tiempo, las mujeres no podíamos ser dueñas de nuestros bienes, no podíamos heredar bienes familiares, no podíamos decidir sobre nuestra propiedad si teníamos un marido, no podíamos decidir sobre nuestros propios hijos, hijos e hijas salidas de nuestro cuerpo, debido a que nos era negada la patria potestad, no podíamos votar, no podíamos tener carreras universitarias ni ser elegidas representantes políticas del Congreso. Todos esos espacios los tuvimos que ir ganando a través de arduas luchas, y tienen un vértice muy importante en el aborto legal y en conquistar la posibilidad de decidir sobre nuestro cuerpo, sobre nuestro proyecto de vida y nuestro deseo de ser o no ser madres.

La Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo es una ley maravillosa por lo que significa en términos de lucha, pero por sobre todas las cosas porque repara en el deseo. Todas las instituciones que conforman el Estado-Nación son homogeneizadores y, además de eso, anuladores totales de los deseos, no buscan capitalizar lo que uno quiere, sino anular los deseos.
La Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo te pregunta qué querés, y además conquista un nuevo lugar político para las mujeres como ciudadanas de pleno derecho, dentro de una democracia con altos y bajos, pero que ha sido construida sobre la base del Nunca Más. Este tipo de leyes construirán personas y vínculos distintos en un futuro.
– ER: Cuando el aborto fue ley, ¿En quiénes pensaste?
– LP: En mis amigas. Mi proyecto de vida está basado en mis amigas, más precisamente en la amistad política, que para mí es la amistad que proyecta, transforma y sobrevive en un mundo tan complejo.
Lo primero que hice fue festejar con mis amigas, pensé en ellas y se me cayeron las lágrimas pensando en ellas, en las amigas que tuve que acompañar a realizarse abortos clandestinos, en las amigas que tuvieron que pasar momentos oscuros y horribles, y también pensé en las compañeras de los barrios, quienes tienen menos posibilidades que yo en términos económicos, compañeras a las que hemos acompañado juntando y puchereando para conseguir misoprostol. También pensé mucho en Verónica Marzano, una gran militante, fue la primera que escribió, junto con Lesbianas y Feministas, el manual que explicaba cómo realizarse un aborto con pastillas.
“La Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo es una ley maravillosa por lo que significa en términos de lucha, pero por sobre todas las cosas porque repara en el deseo”.
Pensé mucho en mi viejo y en mi vieja, aborteros ambos, pensé en la suerte de haber sido educada bajo la idea de libertad que pregonaban. También me acordé mucho de Hebe, quien nos invitaba a hacer una cocina de misoprostol, hace muchos años, cuando a nadie se le ocurría algo así, ella nos decía, siempre incorrecta: “Hagamos una cocina de misoprostol”, y fue la primera vez que se me ocurrió que eso se podía colectivizar.
Hace algunos años viajamos con mis amigas a un encuentro feminista en Uruguay, donde me compré una remera que decía: “Aborto con mis amigas”, que es una consigna que viene de Chile, y aunque ahora me quede un poco chica, la sigo usando.
El aborto unió con redes irrompibles la confianza absoluta entre compañeras. Dos días antes de sancionada la ley, acompañé a una amiga a realizarse un aborto clandestino, y saber que era el último en esas condiciones me resultó maravilloso.
– LZ: Hablabas de la construcción de instituciones, ¿Qué significa que la Provincia de Buenos Aires tenga por primera vez en la historia un ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad?
– LP: El ministerio es una herramienta política que nos ayuda a llevar adelante discusiones, y bajo mi punto de vista, tres discusiones neurálgicas. La primera discusión es hacia el interior del Estado. El Estado de la PBA es un Estado creado a principios del 1800, con una vocación muy fuerte de hegemonización, debido a que era necesario crear una identidad nacional. Por ende, tenemos dos grandes sistemas de unificación de la conciencia nacional, como son el sistema de educación pública y el sistema de salud pública. Estos sistemas han logrado construir una identidad nacional, y a la vez han borrado otras identidades, como los pueblos originarios, la población migrante y la población afrodescendiente. Siempre me imagino ese ser nacional como alguien blanco, propietario, alto, universitario, en definitiva, imagino a alguien parecido a Macri como ese ser nacional.
“El aborto unió con redes irrompibles la confianza absoluta entre compañeras”.
Nosotros venimos a discutir esa identidad nacional, y a decir que nosotros/as formamos parte de una sociedad muy heterogénea, y el Estado debería celebrar esa heterogeneidad, algo que no ocurre, ya que al Estado no le es cómodo celebrar esa diversidad, porque su pretensión es homogeneizar.
Entiendo que el ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad, es profundamente disruptivo hacia el interior del Estado, algo que nos resulta necesario, porque para que nosotras podamos desarrollar nuestro trabajo, debemos transversalizar la perspectiva de género, es decir, que los distintos ministerios funcionen con perspectiva de género y se nutran de ella. En el caso del ministerio de Salud de PBA, me consta que así es, porque Daniel Gollán es un comprometido con esta causa, y además hay allí compañeras que trabajan bajo esa premisa de género.
Dicho esto, es necesario subrayar que esa perspectiva de género no debe limitarse a ser llevada a cabo en ministerios, sino que también debe llegar a otras instituciones, como por ejemplo, el poder Judicial, el poder Legislativo, y cada uno de los poderes municipales. La tarea de generar tensión hacia el interior del Estado, es una herramienta central de las militancias feministas, porque allí podremos darle un marco de realidad a las leyes que hemos conseguido y seguiremos consiguiendo.
Las trabajadoras y los trabajadores somos la columna vertebral del movimiento peronista, y en ese sentido, cuando Perón hablaba del 50% y 50%, hablaba de los trabajadores y de los dueños del capital, por ende, si el trabajo de las compañeras no es remunerado, no entramos en ese 50 y 50. Debido a esto, es necesario tensionar hacia el interior de nuestro propio movimiento político para construir una doctrina nacional, popular, democrática y feminista.

Por otra parte, el ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, viene a plantear discusión hacia el interior del propio feminismo, porque nosotras reivindicamos al Estado como una herramienta de construcción política que nos permite ganar derechos, y nuestro feminismo tiene una extensión profundamente popular y abrazamos la diversidad. No somos trans-excluyentes ni discriminamos a las diversidades sexuales, y nos sumamos y hacemos cargo de las luchas de todas las compañeras de todos los colectivos, como dice Alberto, de las últimas de la fila, de las putas, de las rengas, de las travas, y esto es indispensable, porque tenemos muy en claro que somos un movimiento feminista que se ha institucionalizado para discutir la redistribución de la riqueza. La última vez que hubo un movimiento de la calle que fue reconocido con un ministerio, fue el ministerio de los Trabajadores del General Perón en el año 1945. Por eso, el ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, es una herramienta política maravillosa, y me parece una herramienta central para la construcción de la agenda que se viene.
– ER: Hace semanas se celebró el Día Internacional contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género. Quisiera preguntarte cuál es tu opinión respecto a este tema.
– LP: Paul Preciado, un filósofo transgénero español, dice que actualmente existen dos grandes movimientos profundamente revolucionarios que conviven con el neoliberalismo absoluto que azota al mundo, uno de ellos es la migración, y el otro es la transición de género.
La transición de género pone en crisis la división sexual del trabajo, es decir, los roles históricamente asignados a las mujeres y a los varones, y está considerada, por varios sectores, como una traición al heteropatriarcado. El castigo que se aplica desde la cosmovisión religiosa, política, cultural de nuestras sociedades a la transición de género es muy fuerte, y como siempre ocurre, las violencias las sufren los cuerpos individuales, pero son aleccionadoras. Tenemos una deuda histórica pendiente con la comunidad LGTBIQ, sobre todo con las compañeras travestis-trans, y esa deuda se salda escuchándolas y llevando adelante políticas reparatorias que respeten la Ley de Identidad de Género, haciéndonos cargo de la exclusión que han sufrido estos colectivos.
“Borraron a los pueblos originarios y construyeron un ser nacional como alguien blanco, propietario, alto, universitario, en definitiva, como alguien parecido a Macri”.
– ER: Da la sensación de que urge la necesidad de un gesto como el de Néstor respecto a la violación de los derechos humanos durante la dictadura, cuando salió a pedir perdón en nombre del Estado Nacional. En este caso, el sujeto que debe recibir las disculpas es el colectivo LGTBIQ.
– LP: Totalmente. Así como Néstor y Cristina reconocieron la lucha de los organismos de Derechos Humanos y fueron conquistando distintos mojones relacionados a la memoria, verdad y justicia, en el 2012 también construyeron la Ley de Identidad de Género, dándoles identidad a las personas del colectivo LGTBIQ desde el Estado. Estos derechos adquiridos cambian vidas, y la continuidad de esta dinámica es indisoluble al proyecto nacional y popular. Es inescindible el peronismo de la ampliación de derechos.
– LZ: Cotidianamente asistimos a hechos de violencia machista. ¿Qué registro tienen desde el ministerio respecto a estos hechos violentos? ¿De qué herramientas disponen para combatirlos?
– LP: El ministerio tiene un área completa que se encarga de elaborar políticas en contra de la violencia de género. En el caso de PBA, en articulación con sus 135 municipios, llevamos adelante políticas de género desde el ministerio, y nos enorgullece formar parte del equipo de la ministra Estela Díaz, y también del equipo de Flavia Delmas, quien se desempeña como subsecretaria de Políticas contra las Violencias por Razones de Género. Los rasgos más importantes de estos espacios son la constancia y la coherencia permanente para crear un sistema integrado de políticas públicas que logre la transversalidad.
“Nos hacemos cargo de las luchas de todas las compañeras de todos los colectivos, de las últimas de la fila, de las putas, de las rengas, de las travas”.
Las estadísticas relacionadas a la violencia de género en PBA son abrumadoras. La mayor parte de las investigaciones que inician los fiscales en PBA son por violencia intrafamiliar y por violencia de género. Tenemos el número 144 y canales de WhatsApp disponibles para comunicarse las 24 horas del día, equipos especializados en casos críticos y de alto riesgo, trabajamos permanentemente junto con el poder Judicial y el Legislativo en búsqueda de mejores iniciativas. Tenemos un programa de femicidios para acompañar a las familias de las víctimas, y también políticas específicas de acompañamiento para los travesticidios, muchas veces las compañeras no tienen familia que reclamen por ellas.
Las cifras de violencia no solamente no bajan, sino que aumentan. Personalmente, creo que debemos salir del paradigma victimista para empezar a crear políticas públicas de igualdad. No creo en la palabra empoderamiento, porque no creo que el poder lo tengamos algunas y se lo tengamos que dar a otras, pienso que el poder lo tenemos entre todas. Sobre esa línea debemos construir el cambio cultural, social y económico, para fortalecer las autonomías, reconocer de una vez los nuevos modelos de familia, entender que las mujeres somos jefas de hogar, y que la familia tipo de mamá, papá, hijo e hija, no existe más. El proceso será muy largo. No es fácil deconstruir 2021 años de patriarcado. Debemos convocar a los compañeros para que reflexionen sobre la constitución de las masculinidades y erradicar de raíz la violencia de género.
– ER: ¿Percibís algún cambio en las masculinidades actuales respecto de las anteriores?
– LP: Qué pregunta complicada, me ponés en la situación de elegir entre lo que tengo que decir y la verdad.
– (Risas)
– LP: Están apareciendo preguntas. Cuando comenzó la pandemia, nosotras nos dedicamos a parar un poco la pelota y empezar a utilizar los medios virtuales para hacer conversatorios. Uno de los primeros conversatorios que realizamos lo hicimos con juventudes para hablar de sexo, llamamos a pibes/as para hablar de los tabúes en el sexo, y uno de los chicos planteó como consigna la democratización de la incomodidad, concepto que me resultó muy interesante y replico cada vez que puedo, porque nosotras estamos siempre incómodas, estamos incómodas en el transporte público, caminando por la calle, en nuestra casa, en la unidad básica, y a veces estamos incómodas y no podemos explicar bien por qué. Llevamos con nosotras la idea de una inseguridad constante, y que los lugares seguros los construimos entre todas.

Advertimos que ser varón se puso un poco incómodo, el no saber cómo seducir, cómo mirar, y tener que repensar sus formas históricas de vincularse. Esto me parece que está buenísimo, que ese cuestionamiento empiece a aparecer, que empiece a haber correcciones e interpelaciones a quien reproduzca el machismo. Esa lógica de la incomodidad, o como dijo aquel joven en el conversatorio, la democratización de la incomodidad, es la descripción del momento actual. Ojalá pasemos a una comodidad generalizada, pero por ahora estamos en esa democratización de la incomodidad, y cuando uno está incómodo, se mueve y busca nuevos lugares para vincularse y para ser.
Es importante construir nuevas masculinidades que se cuestionen y se permitan realizar nuevas formas respecto a la relación y a los vínculos. Ojalá no sea una pose, no lo sé porque no habito una masculinidad, pero ojalá les esté pasando encerio, porque siento que puede ser un paso importante hacia la construcción de una sociedad más igualitaria.
– LZ: ¿Qué pensás que los hombres deberíamos hacer para deconstruirnos?
– LP: Escuchar y dar lugar a preguntas como ¿Esto te gustó? ¿Te estás sintiendo cómoda? ¿Hay algo que podamos cambiar?. Nosotras hemos crecido desconfiando de nosotras mismas. Yo todo el tiempo me cuestiono si lo que pienso, lo pienso porque soy egoísta o porque mi sentimiento es válido. Tengo 35 años, soy adulta, pero a veces me pasa que me cuestiono algunos pensamientos, y son dudas muy patriarcales. Esa voz necesita poder salir, y cuando sale, necesita ser escuchada y reconocida. Yo no quiero habitar más espacios de militancia que me hagan sentir menos, no quiero habitar espacios de militancia en donde mi voz no valga lo mismo que la de mis compañeros, no quiero habitar espacios de militancia en los que plantee discusiones y me digan loca. Esto que parece una pavada, me sigue ocurriendo a mí con 35 años, de modo que si no hay una reflexión de los compañeros, que son quienes habitualmente los que diseñan los mecanismos del poder, porque el poder está construido por y para ellos, difícilmente se puedan expresar estas voces, que en muchos casos son cuestionadas hasta por nosotras mismas. Siento que cuando se habla de micromachismos, se intenta minimizar el impacto del diseño cultural violento en el que vivimos.
“La democratización de la incomodidad es la descripción del momento actual”.
– ER: ¿Cómo te llevás con el concepto de aliado?
– LP: ¿Te referís a los que vienen de levante a las movilizaciones?
– ER: No, no, (risas).
– LP: A esos, les decimos “aliadines”, porque andan en alfombras voladoras para rescatar princesas. Pienso que el exceso de corrección política impide la discusión real. La política es eso que se amasa en la contradicción, en lo dilemático, en aquello que es difícil de resolver, porque si fuese algo sencillo, ya estaría resuelto. Hay ciertas posiciones que exacerban la corrección política, que lejos de ponerse la camiseta para luchar con nosotras, se instalan en una posición cómoda, y yo reivindico a la incomodidad como un rasgo principal de la política. Nuestra generación, es decir, los millennials, estamos acostumbrados a leer twitter, red social en donde todos están acostumbrados a querer tener la razón y a tirar postas sobre todos los temas, y, dentro de esa dinámica, me parece necesario preguntarse ¿De todos los temas hay que opinar? Si no te pasa por el cuerpo y no tuviste una experiencia cercana a tal tema, ¿por qué no dejar que otras personas construyan nuevas verdades? Verdades que, por otra parte, como nos enseñó Néstor, siempre son relativas y están en juego con otras verdades. En definitiva, pienso que el lugar de la corrección política no permite el cuestionamiento, y en algún punto, no cede ni relega ningún privilegio, por eso creo que debemos intentar tener menos la posta y más la posibilidad de cuestionar lo que nos pasa y las contradicciones que habitan en nosotros.
– LZ: ¿De qué manera pensás que los medios de comunicación pueden contribuir a promover las luchas contra la violencia machista?
– LP: Dejando de lado los medios hegemónicos que reproducen las premisas de los sectores del poder, que son sectores hegemónicos, concentrados y machistas, y haciendo un pedido para que volvamos a discutir nuevamente una Ley de Medios, pienso que es central que los medios de comunicación se dejen interpelar por las luchas feministas, porque dar noticias es recortar la realidad, y es importante responder ¿Qué noticias se recortarán de la realidad? ¿Con qué palabras van a ser narradas esas noticias? ¿Qué sentidos vamos a construir? ¿Quién va a transmitir esas noticias? ¿Cómo podemos buscar representaciones más fidedignas de aquellos públicos que intentamos representar? Más voces y más pluralidad, siempre serán más democracia. Ese compromiso excede a una cuestión de género, y tiene que ver con habilitar toda esta heterogeneidad que existe en nuestra sociedad, sin reproducir estereotipos o poniendo en cuestión los existentes, saliendo de las lógicas del espectáculos. Hay que hacer un llamado a la responsabilidad de quien comunica, decir lo que se quiere decir y no caer en términos como crimen pasional al momento de informar un femicidio. Es importante denunciar las violencias que sufren algunos cuerpos por sobre otros y comprometerse con las causas, en definitiva, necesitamos medios compañeros.
“Siento que cuando se habla de micromachismos, se intenta minimizar el impacto del diseño cultural violento en el que vivimos”.
– ER: Hablando sobre el peronismo, ¿Cómo fue que te hiciste peronista?
– LP: A mí me hizo peronista Cristina Fernández de Kirchner. Yo voté por primera vez en el año 2005, porque en el 2003 tenía 17 años, y de haber sido mayor de edad hubiera votado a Néstor. Y no la voté a Cristina, porque para la Lucía adolescente, el Partido Justicialista era símbolo de una entrega, era el Pacto de Olivos, era la Obediencia Debida y el Punto Final, era la continuidad de la impunidad de los 90, era la voladura de la AMIA y el sufrimiento de muchos compatriotas. En términos económicos, el 2001 no fue tan desastroso para mi familia, pero en lo personal, advertía la idea colectiva del dolor y del fracaso del modelo neoliberal en la Argentina, por estas razones, yo tenía una idea negativa de la política en general y del Partido Justicialista en particular.
No vengo de una familia peronista, mi mamá es muy gorila, siempre que lo digo se enoja mucho, porque ahora es más kirchnerista que yo. Pero fue muy gorila y actualmente niega su pasado. De todas maneras, en mi casa se hablaba mucho de política y de conciencia social desde una perspectiva medianamente progre. En el año 2005, cuando empecé a escuchar a Cristina, por dentro decía, cómo me gusta esta mujer, que lástima que es peronista, generando en mí un pensamiento muy contradictorio. En el año 2007 no la voté, y en el 2009, cuando se presentó Néstor, lo voté. Con Néstor tengo una conexión muy fuerte, a día de hoy lo escucho y me emociono hasta las lágrimas, algo que no me ocurre casi nunca. En el año 2008, cuando se desató el conflicto con el campo, en Pilar, de donde soy, se vivió de una manera parteaguas, todos tuvimos que tomar posición en relación al conflicto. Los polistas estaban con el campo, los compañeros con el gobierno, y los que tuvimos que tomar posición lo hicimos. No podía creer que unos tipos estén cortando la ruta y tirando la leche por no pagar impuestos. Ahí fue cuando empecé a inclinar ese amor odio que sentía por Cristina hacia el amor, la escuchaba en secreto. En el año 2008 comencé a militar en La Cámpora y en el 2009, al presentarse Néstor a elecciones, voté por primera vez por un candidato peronista. En ese momento, luego de tomar una postura política, me pusieron en listas negras de varios countries de Pilar.
– ER: ¿Por apoyar al gobierno durante el conflicto de la 125?
– LP: Sí, fue terrible. Mi apellido estaba prohibido y tuve serios problemas con varios amigos míos de aquel momento. De todas maneras, no me arrepiento por un segundo, y me hubiera gustado haber adoptado antes una postura política. Aquellas movilizaciones de junio de 2008, la mística que allí había y esa idea de que nos jugábamos todo o nada, lógica muy trascendental del peronismo y del kirchnerismo, me encantó, y ese llamado de Cristina a la juventud y el lugar central que les dio en relación al proyecto de país, es una garantía para la continuidad del modelo. Cristina hizo una apuesta por la política de incorporación, de masividad y de discusión de ideas. En ese sentido, Néstor y Cristina han sido portadoras de una gran valentía, y por ellos fue que me hice peronista.
– LZ: ¿Recordás alguna anécdota que involucre a Néstor y a Cristina?
– LP: Recuerdo alguna con Néstor. Tuve el privilegio de verlo a Néstor desde muy cerca, íbamos a los actos y por ahí éramos 50 o 100 en la Casa Rosada. En ese momento me daba mucha vergüenza sacarme una foto, porque antes muerta que cholula, detesto la obsecuencia. Cuando Néstor se murió, sufrí no haberme sacado una foto con él, y ahí me di cuenta que la admiración es muy distinta al cholulismo. Cuando uno está cerca de esos héroes de carne y hueso que transforman la realidad, es imposible no sentir adoración. Eso es lo que siento por Néstor Kirchner, adoración, siempre pongo videos de él cuando no se bien qué pensar sobre tal o cual cosa, me pasa igual que con Hebe, también veo videos de ella.

Mi vínculo con Cristina es distinto, la viví más, porque cuando perdimos a Néstor, los compañeros/as sentimos que debíamos ocupar ese lugar, y ella nos convocó para ser parte de la gesta del 2011. Para mí, Cristina es una formadora en vida, pude escuchar sus discursos y entender lo que significaban para mí. Tanto fue así, que luego de uno de los patios militantes, salí y me fui a tatuar una frase que Cristina había dicho en un discurso, ella nos había dicho que nosotros no podíamos odiar porque estábamos en la edad del amor, y eso de la edad del amor me voló la cabeza. Cuando habla Cristina, se para todo, y con ella si me he sacado miles de fotos. Cuando estoy al lado de ella me paralizo, lo único que quiero hacer es escucharla y aprender.
– ER: ¿Cómo ves el escenario político en la Provincia de Buenos Aires de cara a las elecciones venideras?
– LP: Después de los terribles cuatro años que nos hizo vivir Macri, después del endeudamiento absoluto del Estado y de las personas que formamos parte de esta sociedad, después de un gobierno colonial que trastocó la función del Estado para convertirla en una herramienta de los poderosos, una jugada magistral de Cristina nos permitió construir una opción política como el Frente de Todos, con todas las contradicciones y las dificultades de acción política que posee el espacio. A los pocos meses de comenzar a gobernar, nos encontramos con una pandemia mundial, por lo que creo que la gestión que está haciendo el gobierno con la pandemia es profundamente humana, estamos afrontando la pandemia desde un carácter absolutamente peronista. Lo que dice Axel respecto a vacunar, vacunar y vacunar, no se trata de dar inyecciones a las personas, sino que se trata de salvar vidas, y para salvar vidas, hay que enumerar prioridades.
Resulta indispensable sostener la unidad de nuestro espacio, algo central para enfrentar los procesos venideros, y pienso que, más allá de las tensiones que existen hacia el interior del Frente de Todos, la unidad está garantizada.
Por otro lado, enfrente aparecen propuestas opositoras que no son políticas, son de absoluto egoísmo y todo lo que dicen es berreta, un día dicen una cosa y al otro dicen otra, todo en ellos es oportunismo y correr detrás de los negocios. Me da verguenza escuchar políticos y políticas argentinos/as haciendo lobby en favor de un laboratorio extranjero, me da verguenza, la gente muere de Covid y hay compatriotas que todos los días caen debajo de la línea de pobreza. Por supuesto que nosotros no tenemos las respuestas a todas las preguntas, pero es importante plantear los problemas.
“Me da vergüenza escuchar políticos y políticas argentinos/as haciendo lobby en favor de un laboratorio extranjero”.
Las feministas debemos hablar de la feminización de la pobreza, debemos hablar de la deuda como un problema que afecta especialmente a las mujeres, debemos hablar de la infantilización de la pobreza porque hay un 50% de chicos por debajo de la línea de pobreza, y de seguir esa tendencia, no hay futuro posible. Es necesario redistribuir, y para redistribuir, hay que cobrar impuestos. No podemos soportar que vengan con berretadas, necesitamos que la oposición se comprometa con un proyecto de país serio y dejen de faltarle el respeto a la gente. Mientras no lo hagan, será muy difícil el juego democrático, ya lo dijo Cristina hace un mes y pico. Es importante saber de dónde venimos, a dónde estamos y a dónde queremos llegar.
– LZ: La Cámpora ha sido, sin lugar a dudas, la organización más denostada por los medios hegemónicos. ¿Por qué crees que eso ocurre? ¿Cómo lo vivís siendo militante de la organización?
– LP: Pienso que La Cámpora es la herramienta política más maravillosa que ha tenido nuestro país. Gracias a la decisión y la protección absoluta de Néstor y de Cristina, no hemos tenido que pasar por las cosas horribles que han pasado los compañeros, incluso ellos mismos, en otras etapas históricas. Apelando al deseo de transformar y al sentido de pertenencia nacional, hemos construido una organización que se puso de pie a lo largo de toda la patria, mucho antes del 2011. La denostación que recibe nuestra organización, está relacionada a los cuadros políticos que tuvo y que tiene en sus filas, pero por sobre todas las cosas, por la densidad territorial que posee La Cámpora.
Personalmente, estoy profundamente orgullosa de formar parte de La Cámpora. He vivido cosas feas por formar parte de la organización, tanto a nivel familiar como a nivel social, muchas amigas del colegio me han dejado de hablar por esta situación. De todos modos, siempre elegí la opción denostada para constituir mi identidad, es decir, soy mujer, soy gorda, soy feminista y peronista, y no me molesta. Esas cucardas que nos ha puesto Clarín, no son más que manotazos de ahogado frente a la capacidad que ha alcanzado La Cámpora en relación a la transformación y la ampliación del campo nacional y popular.
“Hay que hacer un llamado a la responsabilidad de quién comunica, decir lo que se quiere decir y no caer en términos como crimen pasional al momento de informar un femicidio”.
Hay veces que me despierto y pienso ¿Cómo llegué acá?, siendo una piba de clase media alta, de Pilar, con la vida bastante resuelta, y de repente estoy acá, ¿Qué me pasó? Y lo que me pasó fueron cosas maravillosas, sentimientos que me transformaron y que están muy lejos de la conveniencia. Esos sentimientos hacen al amor, al compromiso y a la entrega. Porque pienso que nuestra generación está llamada a hacer grandes cosas. Nos hemos formado bajo la generosidad absoluta de Néstor y Cristina, viendo a nuestras madres y a nuestras abuelas vivas y dando ejemplos de lucha. Nos hemos nutrido de la vida democrática de la Argentina, y creo que tenemos una enorme responsabilidad. En este momento, ser militantes de La Cámpora significa formar parte de algo mucho más grande que nosotros mismos.
A veces pienso en uno de los tráilers de la película de ´La Guardería´ y en los compañeritos y compañeritas en Cuba, donde, por ejemplo, Fernanda Raverta siempre recuerda que ella jugaba a lo que veía de sus padres, es decir, jugaba a la organización, y hoy, sabiendo que mi vida y la vida de mis compañeros están siendo miradas por les pibis que vienen atrás nuestro para tomar de nosotres lo mejor y descartar lo que no sirva, me asigna una responsabilidad absoluta. Creo que el trasvasamiento generacional y la posibilidad de ir pasando la posta, genera la posibilidad de que en un futuro tendremos esa Argentina y esa Latinoamérica que queremos construir, plantada sobre nuestras propias bases y construyendo la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria.
El peronismo nos plantea que la felicidad del pueblo está atada a la grandeza de la Patria, y la felicidad del pueblo se construye dentro de cada casa. Para eso, el Estado debe estar presente y el peronismo también, organizando y dando una mano.