La necesidad del Ejecutivo de sumar voluntades para lograr votar el acuerdo con el FMI habilita a que la oposición pida más de lo habitual en la conformación de las comisiones. Imágenes de un Congreso que avizora su actividad en cámara lenta.
El llamado a extraordinarias por parte del Poder Ejecutivo tardó en llegar después de varios anuncios. Alberto Fernández finalmente firmó el decreto que propone 18 proyectos para ser tratados en el segundo mes del año, pero las complejas negociaciones con la oposición por el reparto de las comisiones y la falta de consenso sobre varios proyectos pueden obstaculizar las sesiones en las que el oficialismo quería impulsar -principalmente- un paquete de leyes económicas.
Tanto en el Senado de la Nación como en la Cámara de Diputados la puja por las comisiones está trabada. En la Cámara alta, el Frente de Todos y sus aliados buscaban quedarse con la presidencia de las 27 comisiones. Recientemente la presidenta del Senado, Cristina Fernandez de Kirchner instruyó a los suyos para que le cedan comisiones a la oposición. La negativa del FDT de soltar comisiones nace del conflicto ocurrido en la última sesión del año pasado donde se trató el proyecto de ley para modificar Bienes Personales. La oposición faltó a lo acordado en reunión parlamentaria al intentar dejar la sesión sin el quórum necesario.

El oficialismo planea que Alberto Weretilnek (Río Negro), Magdalena Solari Quintana (Misiones) y la ex- Cambiemos, Clara Vega (La Rioja) presidan comisiones. También tendrían lugar como presidentes de comisiones Guillermo Snopek (Jujuy), Sergio Levy (Corrientes) y Eduardo Kueider (Entre Ríos), algunos de los senadores díscolos del bloque.
La Comisión de Salud es el punto de conflicto en estos momentos: el kirchnerismo pretende que sea el tucumano Pablo Yedlin quien la presida, pero la oposición se opone a que la presidencia quede en manos del oficialismo. Sin embargo, el FdT da por hecho que se quedará con esa comisión.
Si bien todavía no hay acuerdo cerrado, se prevé que las negociaciones lleguen a buen puerto la semana que viene, y que se logre llegar a un consenso antes del 24 de febrero, fecha prevista para la sesión preparatoria.
Las negociaciones están aún más complicadas en la Cámara Baja, donde Juntos por el Cambio pretende quedarse con la presidencia de 22 de las 46 comisiones. Entre las comisiones que reclaman están: Seguridad, Justicia, Educación, Legislación Penal, Energía y Agricultura. Son todas comisiones que son claves para el gobierno, y que el FdT no pretende ceder.
Así las cosas, las sesiones extraordinarias quedan prácticamente descartadas y tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado la atención se vuelca hacia las negociaciones por el memorándum con el Fondo Monetario Internacional, donde el gobierno trabaja para sumar voluntades dentro y fuera de la coalición.
Germán Martínez, el nuevo presidente del bloque del Frente de Todos, ya adelantó que no da por “perdido” ningún voto y trabaja junto al presidente de la Cámara Baja, Sergio Massa, en lograr los números necesarios para que se apruebe el acuerdo.

Varias voces de Juntos por el Cambio manifestaron que podrían acompañar el acuerdo, pero tanto Cristian Ritondo como Mario Negri piden evitar las largas exposiciones del oficialismo en el recinto para que no haya provocaciones. Lo que Juntos por el Cambio llama “provocaciones” no es ni más ni menos que el racconto de cómo el macrismo tomó una deuda de 44.500 millones de dólares que le resulta impagable a la Argentina. Una verdad que según dio a conocer la consultora Analogías, semanas atrás, sólo conocen 4 de cada 10 argentinos.
“Es evidente que el Gobierno Nacional no tuvo la potencia, claridad ni elocuencia necesarias para someter a escrutinio público la realidad incontrastable acerca del oneroso acuerdo con el organismo que dejó vigente Macri”, sentenciaba el informe de Analogías.
Por otro lado, la oposición profundiza la línea discursiva que asegura que el gobierno de Alberto Fernández está endeudando al país más rápido que el macrismo. En declaraciones televisivas, la diputada por la Ciudad de Buenos Aires y exgobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal insistía -mezclando deuda en pesos con deuda en dólares- con que “este gobierno está aumentando la deuda más rápido que lo que lo hizo el gobierno de Mauricio Macri”.
Hay una intención, entonces, de la oposición de dejar sin relato al oficialismo en el recinto para profundizar la desinformación y debilitar la política del gobierno. Pero, este no es el único pedido. También exigen “que no haya aumento de impuestos o creación de nuevos”.

Si bien desde el Ejecutivo, en la voz de Mercedes Marcó del Pont, se afirmó que el acuerdo con el FMI no generará nuevos impuestos, sino que se trabajará para mejorar la recaudación con controles sobre los sectores de mayor capacidad contributiva para evitar la evasión, desde el kirchnerismo esperan iniciativas que endulcen el trago amargo de tener que votar un acuerdo con el Fondo.
No solo esperan algún gesto del Ejecutivo, sino que trabajan en modificaciones tributarias, en un nuevo impuesto extraordinario para las grandes fortunas, y en la creación de una prestación de reconocimiento de las tareas de cuidado o un salario universal.
Estas iniciativas que evalúa el kirchnerismo en el Congreso, de alguna forma colocan a Alberto Fernández ante una disyuntiva: aceptar los pedidos de la oposición para asegurarse manos levantadas a la hora de tratar el acuerdo con el FMI -a riesgo de quedarse sin plata y sin política- o seducir con algún proyecto a parte de la coalición desencantada con las medidas económicas llevadas adelante por Martín Guzmán. En el discurso de apertura de sesiones, el presidente comenzará a develar cuál será su jugada.