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La pandemia y la codicia amenazan a la democracia

Por Dr. Alejandro Gravanago
La pandemia y la codicia amenazan a la democracia

La pandemia, sustantivo inopinado hasta hace un año, viene a impulsar como un ciclón al codicioso neoliberalismo, que desde el retorno a la democracia la asecha y la condiciona.

Creíamos haber visto todo con el terrorismo de Estado desplegado por la última dictadura, sin embargo, en este 2020 la pandemia del Covid-19 muestra otra faceta de la condición humana.

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Una pérfida conducta necrofílica y absurda, desde la política y desde los medios de difusión, se sumó a la cultura egoísta y antisocial del neoliberalismo. El coronavirus hace estragos en el mundo y en nuestro país, donde de manera increíble es aprovechado por los poderes facticos para obstruir y entorpecer la tarea gubernamental asumida con abnegación. Nuestro gobierno nacional tomó medidas de impacto epidemiológico adecuadas y cuanto más ponderadas fueron, comenzaron a ser boicoteadas con frases hechas y sembradas desde los think-thanks deshumanizados. Se dijo y se dice “la cuarentena más larga del mundo” “la cuarentena paraliza el aparato productivo” desdibujando a la pandemia como el real problema que nos aflige.

“Fingen preocupación pero en realidad propugnan el caos sanitario para conseguir, luego del desgaste incesante, la desestabilización institucional”.

La humanidad desconoce su destino en este presente de ecocidio y de extravío espiritual. Las dos guerras mundiales del siglo pasado y el martirio sufrido, a posterior por el mundo empobrecido y subdesarrollado, pareciera no habernos enseñado nada.

En nuestro país, viejas y repetidas tácticas son utilizadas para golpear a la todavía insuficiente democracia, los mercaderes del hambre y de la injusticia hoy no trepidan en convertirse también, en agentes de la enfermedad y de la muerte. Desenfrenados comunicadores y políticos, autodefinidos como opositores, dicen afligirse por la pobreza y piden apertura y movilidad indiscriminada de la población, fingen preocupación pero en realidad propugnan el caos sanitario para conseguir, luego del desgaste incesante, la desestabilización institucional.

“El aire resulta irrespirable porque la codicia se potencia con odio y se justifica con cinismo”.

La democracia, como el aire, parece un bien natural hasta que falta. La democracia es menospreciada, vapuleada hasta que sobreviene la asfixia, ahí ya es tarde. Lo vimos en Honduras, Paraguay, Brasil, Ecuador y en Bolivia, la evidencia es cuantiosa y aún no alcanza.

La codicia inventa nuevas formas, se disfraza, se oculta tras la máscara libertaria. Hay dos libertades que nos están matando, la libertad de mercado y “la libertad de prensa”, nos están matando por extralimitadas. La libertad de mercado es un oxímoron porque es mentira la ley de la oferta y la demanda, todos los precios son políticos, hasta el ser humano paga un precio por su libertad. “La libertad de prensa” también es una falacia, la prensa expresa el interés de los que mandan. Lógicamente, esta mal llamada “libertad de prensa” que en realidad expresa la libertad de empresa que obliga a los valiosos y valientes comunicadores a convertirse en héroes para poder desarrollar su tarea.

Entre estas dos falsedades sobrevive, atenazada, la democracia. Presa de la codicia, la democracia despierta cada día para comprobar cuál es el nuevo artilugio de la misma trampa. Así el aire resulta irrespirable porque la codicia se potencia con odio y se justifica con cinismo. La codicia no tiene pudor ni escrúpulo, es el mal materializado, un mal muy eficiente haciendo su trabajo, un mal que miente y engaña, un mal que destruye y se autosatisface con la profecía de futuros desencantos.

La democracia no es un ente inerte que llegó para quedarse, la democracia es una construcción dinámica que demanda claridad y rebeldía frente al abuso y a la inequidad, esta es la demanda aquí y ahora en nuestra Argentina, en los meses que nos quedan de este truculento 2020. La democracia sufre por un poder judicial acorralado, degradado y vergonzante, siempre lo sospechamos, ahora lo comprobamos. La democracia no es un fin en sí mismo, no es un cuadro para mirar y deleitarse, la democracia es una herramienta para mejorar la convivencia, para ganar la paz y la concordia, pero nada de esto se logra sin equidad, sin verdad y sin justicia. Las palabras están degradadas, tenemos que sobreponernos y recuperarlas, debemos expresar con orgullo nuestra vocación por la igualdad y la soberanía, sino nos quedaremos sin democracia y sin patria.

“No sobrevivirá la democracia con muchos pobres cada vez más pobres y pocos ricos cada vez más ricos”.

No sobrevivirá la democracia con muchos pobres cada vez más pobres y pocos ricos cada vez más ricos, no se puede respirar dentro de una cultura mediatizada, que acusa a las víctimas y a quienes intentan evitar las inequidades, mientras adula y realza los súper poderes de los beneficiados.

Ahí va la clase mediera posibilitando las atrocidades, conspirando contra la democracia, con su sentido común aberrante. Ahí va la clase mediera adorando a su verdugo y renegando de los derechos universales. Ahí va la clase mediera justificando a una pléyade de jueces, devenidos en aristocracia, cuando no son más que títeres de ocultos mandatos. Ahí va la clase mediera solicita a pagar tarifas abusivas de servicios públicos y siempre presta a defender el oligopolio agroexportador, ahí va obnubilada, tras el dólar, como si fuera a salvarse, no aprende que en esa rueda de devaluación e inflación sucumbe el poder adquisitivo del salario y la rentabilidad de las actividades. Ahí va la clase mediera, la que nunca se metió, la que cuando lo hace lo hace mal, anda caceroleando histérica con carteles y banderas todas iguales, con cotillón entregado. La mayoría son militantes gratuitos de la anti causa, pero sepan que entre ustedes hay agitadores pagos. Ahí va la clase mediera una vez más, como el pájaro espino a inmolarse, ahí va a clavarse la estaca.

“Ahí va la clase mediera, la que nunca se metió, la que cuando lo hace lo hace mal, anda caceroleando histérica con carteles y banderas todas iguales, con cotillón entregado”.

El sistema de partidos políticos se ahoga en su propio fraude de oficialismo y oposición, esta gimnasia también le fue inoculada, los partidos no tiene objetivos, perdieron el sentido para el cual fueron creados. Los partidos políticos y los políticos denostados temen y se esconden, pocos políticos se animan a dar batalla y son blancos de todas las atrocidades. Nosotros ciudadanos argentinos debemos sobreponernos al mísero espectáculo y gritar nuestras verdades. La política es para mejorar la vida de las mayorías, para entronizar la igualdad y atenuar la prepotencia de los poderes fácticos.

Como dijo Mafalda, “el sur sufre por tanto norte” saquen las garras de mi patria, basta de generar pobreza entre mi gente, basta de tantas desgracias; no más violencia ni robos, fuera usureros globales y locales, extorsionadores de la buena política y de las masas. Fuera, saquen sus garras de nuestro destino, fuera de Argentina, fuera de nuestra América. A sus colaboradores locales, gerentes y mercenarios no puedo decirles que se vayan pero si puedo decirles basta, basta de tanta farsa.

*Matricula Prov.: 1604 DNI: 13 334 689 Médico asistente del hospital público. Ex secretario de salud pública de la provincia

¿Sólo la vida de las personas ricas cuenta?

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Tags: cacerolazosdemocraciadesestabilizaciónpandemia
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