Delia Giovanola fue una de las 12 fundadoras de Abuela de Plaza de Mayo y también fue parte del colectivo de Madres de Plaza de Mayo. Había transitado el camino de la docencia y llegó a ser directora de escuela. En 1976, secuestraron a su hijo Jorge Oscar Ogando, en ese momento casado con Stella Maris Montesano, quien había sido alumna suya. Stella estaba embarazada de ocho meses. Muchos años más tarde, Delia supo por testimonios que vieron a ambos en el Pozo de Banfield.
La pareja desaparecida tenía una hija, llamada Virginia, que había quedado al cuidado de su abuela, y que se suicidó poco antes de encontrar a Martín, su hermano, nacido en cautiverio. Más tarde, Delia diría que su nieta le regaló 38 años de su vida, que respetaba su decisión pero que vivía sin consuelo.
En el 2015, Martín que vivía en los Estados Unidos y tenía dudas sobre su identidad, viajó a la Argentina y se presentó en Abuelas de manera espontánea. Después de someterse a los exámenes de rigor, Martín supo que era el hermano de Virginia y el nieto de Delia. Construyeron una relación amorosa.
Sin saber cómo es buscar a un hijo una hija, un nieto o una nieta, Delia comenzó como muchas de las Madres el oficio de encontrar, un oficio que le llevo su vida entera.
-Nací Madre para ser una Abuela. Soy una especie en extinción.

Pero además de su lucha y de haber encontrado a Martín, Delia fue conocida por su amor por las Islas Malvinas. En 1982, en la cocina de su casa antes de ir a la ronda de los jueves escribió un cartel: “Las Malvinas son argentinas y los desaparecidos también”. Estaba enojada porque nadie hablaba de las Madres ni de las Abuelas. Sólo se hablaba de la guerra. Un retrato de ella con su cartelito casero entre las manos dio vuelta el mundo. Hoy se encuentra en la ex Esma, convertida en una gigantografía.
Delia fue una mujer, docente y trabajadora que la vida la puso en el lugar más difícil y terrible y desde allí construyó, junto a otres madres, abuelas y sobrevivientes, Memoria para el Pueblo. Abrazó la búsqueda con esperanza y nunca se rindió.
A los 96 años, Delia murió el 18 de julio en San Martín, su lugar de militancia. Sus compañeros y compañeras de lucha la despidieron con enorme agradecimiento.
Vuela alto Madre Abuela nuestra, la Liga junto al pueblo te despide.