Hay una nueva generación de jóvenes que levantan las banderas del liberalismo, sin tenerle ningún tipo de recelo a la palabra. Pero ¿qué tan representativa es esta juventud que fogonea desde las redes violencia y desprecio al Estado? ¿Es la virtualidad el lugar protagónico de esa juventud que abraza las ideas reaccionarias de la derecha? La realidad nos muestra que mientras muchos jóvenes, con conectividad, descargan su ira en las redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter, YouTube) y piden mayor libertad individual -en desmedro de los derechos colectivos- otros militan por el derecho al aborto legal, la igualdad de género, la diversidad sexual, los derechos ambientales, y por no terminar en empleos precarizados como Glovo o Pedidos Ya. Estos últimos son jóvenes que en vez denostar al Estado, le exigen más.
Ayelén López, está a cargo de la Dirección de Juventudes que depende del Ministerio de Desarrollo la Comunidad de la provincia de Buenos Aires. Un área que, como tantas del gobierno provincial, volcó gran parte de su trabajo a la asistencia a los vecinos para hacer frente a la pandemia de COVID19.

López habló con Contraeditorial después de una larga jornada de trabajo en Guernica. La dirección que lleva adelante también se hizo presente y colabora en el plan de contingencia interministerial para lograr una resolución pacífica del conflicto por la toma de tierras.
“Hoy se agitan muchas cosas por las redes sociales, por ejemplo, sobre la toma de tierras en Guernica circularon consignas que nada tienen que ver con la realidad de las familias que están acá”, aseguró la funcionaria de 24 años.
Con respecto a los jóvenes de derecha y ultraderecha que alimentan discursos de odio en las distintas plataformas digitales, López señaló que “son grupos minoritarios” que “crean micromundos que se van retroalimentando”, y que son, en definitiva, jóvenes que “están muy cómodos en sus casas” lejos de las realidades de los barrios con más dificultades.
“Hay una juventud que está en la calle, en el barrio, empapada de lo que le pasa al otro. Necesitamos esa juventud que no pierde el contacto con lo humano” (Ayelén López).
“Hay una juventud que cree que todo pasa por las redes sociales: el amor, las amistades, la política, pero hay otra juventud que está en la calle, en el barrio, empapada de lo que le pasa al otro. Necesitamos esa juventud que no pierde el contacto con lo humano y que no cae en el mundo de la virtualidad”, sentenció.
En este sentido, resaltó que en el marco del programa Bonaerenses Solidarios hay 1600 voluntarios que ayudan en actividades de merenderos y comedores. Alrededor de 700 de estos voluntarios son jóvenes de entre 18 y 29 años.
Tomás Lerner es Director de Organización Comunitaria Juvenil del Instituto Nacional de Juventudes, que depende de Jefatura de Gabinete de Ministros. Lerner, tiene 26 años y una larga trayectoria de militancia estudiantil y territorial.

En diálogo con Contraeditorial, Lerner analizó las razones por las cuales los discursos antiderechos y supuestamente libertarios se visibilizaron en las redes sociales y llegaron a la televisión. Un fenómeno que no solo ocurre en Argentina, sino en el mundo.
“Con la llegada de Mauricio Macri hay un discurso de la derecha que se fue retroalimentando. Por más que sea un grupo muy reducido, y muy endogámico, da una sensación de mayoría que hace que se vaya envalentonado en las redes sociales. Además, estamos en un mundo donde hay exponentes como Donald Trump o Jair Bolsonaro, referentes de una derecha que viene avanzando”, sintetizó.
Son discursos que nacen en la virtualidad, que crecen en las redes sociales y luego tienen alguna mínima expresión en la calle. Emmanuel Danann, Alvaro Zicarelli, El Presto, Lili Lemoine, son algunos de los que enardecen la redes con discursos representativos de lo que ellos definen como anarcoliberalismo, neoliberalismo y liberalismo, que tuvieron su máxima expresión en las amenazas hacia la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Contradictoriamente son también los que reclaman mayor libertad de expresión.
“Hay discursos de odio preocupantes, que no tienen los mismos límites que nosotros le ponemos a la violencia, pero que no dejan de ser muy minoritarios” (Tomás Lerner).
Estos jóvenes que resaltan y reproducen los discursos de José Luis Espert, Javier Milei, Florencia Arieto, Ricardo López Murphy, y Patricia Bullrich, que militan la no intervención estatal, terminan por hacerle el caldo gordo a las corporaciones que viven del Estado.
“Son discursos de odio preocupantes, no tienen los mismos límites que nosotros le ponemos a la violencia y a la convivencia democrática, pero que no dejan de ser muy minoritarios”, asegura Lerner, que puntualizó -además- que “en paralelo a este discurso, y también en complicidad, hay una gran operación de desánimo, de lesionar la autoestima de las juventudes, y de ataque directo a la autoestima nacional, para que se pierda la esperanza de futuro en el país por parte de los grandes medios y la oposición”.

El director de Organización Comunitaria Juvenil destacó que el gobierno nacional viene asistiendo aproximadamente al 52 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 24 años, a través del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). “Esos jóvenes están agradecidos, porque es un reconocimiento por parte del Estado que no se vio en ningún otro momento de la historia. Creo que se tiene que poner en valor esa ayuda en un momento como este”, subrayó.
Consultado sobre si la pandemia agudizó los discursos violentos en las redes, Lerner manifestó que “claramente en estos momentos donde los jóvenes tienen que aislarse, y se pierden los lugares de socialización como puede ser el barrio, la escuela, la facultad o el club, terminan atrapados en los dispositivos, en las pantallas, donde existen discursos que van alimentando el individualismo y el egoísmo, generando un caldo de cultivo para las expresiones violentas”.
Más de la mitad de los jóvenes de entre 18 y 24 años son asistidos por el Estado a través del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
El funcionario hizo hincapié en no perder de vista que las plataformas virtuales tienen sus propios objetivos, que van atrapando a los usuarios. “No podemos negar que detrás de cada una de las empresas de redes sociales (Facebook, Twitter, Tik Tok, Instagram, Pinterest) hay intereses corporativos, hay una venta de los perfiles como un producto para determinados consumos”, lamentó.
No se puede ignorar que hay una juventud molesta con el status quo, que actúa en las redes sociales con enojo, elaborando recetas simplistas, y que pasa por alto que el modelo que representan fracaso anteriormente. Pero la juventud es amplia y diversa. Y existe otro grupo de jóvenes conmovidos por la necesidad del otro en esta pandemia, que no reniega de la presencia del Estado, sino que la entiende como herramienta transformadora.
Paloma Torello, tiene 27 años y está a cargo de la Dirección Federal de Proyectos Productivos del Instituto Nacional de Juventudes. Es un área que apuesta a generar trabajo y estimular los proyectos productivos de jóvenes emprendedores.

Torello explicó que el Instituto -devenido en un call center durante la gestión macrista, en la que se subejecutó la mitad del presupuesto- busca recuperar un vínculo directo con los jóvenes lejos del anonimato virtual.
En relación con las luchas de las juventudes de hoy, la funcionaria aseguró que los jóvenes -en particular “las pibas”- se encontraron en las calles “bajo la Ley del aborto, la Educación Sexual Integral (ESI) y la Ley Micaela”, y que también se vieron conmovidos por las problemáticas ambientales.
“Lo que está pasando en esta crisis, no solo lo analizamos, como hacen los adultos en términos económicos, sino que también lo hacemos en términos ambientales. Eso también da cuenta de que la juventud, más allá de los partidos, se unifica para pedir por ciertas leyes que son las que hoy vemos que avanzan en el Congreso. El proyecto de Ley de Fuegos también es un ejemplo de eso”, señaló a Contraeditorial.
“Hay una juventud preocupada por el otro, que está preparando las ollas populares, ocupando el lugar de los adultos que tienen que aislarse” (Paloma Torello).
Por otra parte, Torello sostuvo que ese discurso violento que crece en el anonimato de las redes sociales “tiene alguna representatividad”, pero no es de una mayoría significativa. Lo importante, según destacó, es generar “espacios de discusión plurales” donde se pueda debatir con “tolerancia”.
“Las juventudes están atravesando este momento de pandemia, de quedarse en su casa, de guardarse y todo cuesta mucho después de siete meses, pero apuestan a eso. Y hay una juventud, en los barrios, que está preparando las ollas populares, ocupando el lugar de los adultos que tienen que aislarse o cumpliendo tareas de cuidado. Claramente, hay una juventud preocupada por el otro”, concluyó.
Las manifestaciones en las redes sociales dan cuenta de una derecha que se juveniliza. Un discurso que antes era potestad de una parte adulta de la sociedad hoy aparece con un lenguaje renovado que penetra fuerte en los espacios virtuales, convertidos prácticamente en espacios públicos. Pero decir que la derecha se juveniliza dista mucho de decir que la juventud se derechiza. Las principales luchas de la juventud tienen que ver con la ampliación de derechos colectivos y la búsqueda de mayores niveles de inclusión y diversidad. Estos reclamos también se visibilizan con potencia en la “matrix” y tienen un correlato claro en las calles.

La diferencia entre muchos de estos jóvenes que interactúan en la virtualidad es que aquellos que levantan la voz del liberalismo económico y las libertades individuales están sobrerrepresentados en las redes, porque tienen armado un esquema de comunicación de vanguardia, con gran producción de contenidos que replican con facilidad y llega a la televisión.
Lo preocupante es que la sistematización de la producción de contenidos de los odiadores golpea al resto de los jóvenes, que de alguna manera se ven obligados a resistir, casi en soledad, un embate brutal de una derecha troll.