Por su extenso trabajo en el territorio, el juez porteño Roberto Andrés Gallardo conoce de primera mano las villas de la ciudad de Buenos Aires y los padecimientos que viven sus vecinos, antes de la pandemia y ahora mucho más. “El escenario no puede ser otro, por más lamentable que sea”, afirmó el juez, y apuntó a la ausencia crónica del gobierno local, que sólo aparece “por cuestiones puntuales o algunos intereses inmobiliarios”.
Titular del Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario N° 2 y considerado un enemigo por PRO, Gallardo planteó que la única explicación para la histórica falta de agua en estos barrios –como lo venía denunciando Ramona Medina antes de morir por coronavirus– “es que no hubo interés político en hacerlo”. Además, afirmó que la gestión de Horacio Rodríguez Larreta sigue bloqueando los expedientes que tratan los reclamos de los sectores más vulnerables, sin importar la emergencia sanitaria.
“Los barrios pobres de la Ciudad fueron islas, abordadas sólo por intereses inmobiliarios u otro tipo de negocios”.
– Habiendo trabajado tanto desde su rol judicial para remediar las condiciones de las villas, ¿cuál es su sensación al ver lo que viven estos barrios con la pandemia?
– Que el escenario no puede ser otro, por más lamentable y dantesco que sea, porque en estos territorios la conducta de este gobierno y de los anteriores de igual signo ha sido no la de “estar”, sino la de “ir”, y a veces, para resolver alguna cuestión. No se priorizó la necesidad de que el Estado esté presente, enclavado en el territorio. Lo que ocurre hoy es producto de eso: si hubiera habido oficinas en todos los niveles destinadas a resolver efectivamente las cuestiones que hoy hacen eclosión, estos problemas no se hubieran dado o, al menos, no en esta dimensión. La falta de agua y de insumos, la imposibilidad de controlar, de acuerdo a la realidad del lugar, el aislamiento social, entre muchos otros problemas, son producto de la falta de instalación del Estado.
– ¿El coronavirus vino a exponer la política del Estado porteño hacia las villas?
– Todos los barrios pobres de la Ciudad fueron islas, abordadas sólo por cuestiones puntuales o algunos intereses inmobiliarios u otro tipo de negocios, y no consideradas en la práctica como partes integrantes de la Ciudad. Y la pandemia lo pone en desnudo.

– ¿Cómo se explica que un partido que hace más de 12 años gobierna el distrito más rico del país no haya podido resolver el suministro de agua en estos barrios?
– La única inteligencia posible es que no hubo interés político en hacerlo. Un gobierno que puede en dos o tres años hacer una obra como la del Paseo del Bajo, para que los camiones vayan en forma subterránea, bordeando toda la ciudad, con todo lo que implicó, no veo cómo no pudo hacer un tendido de agua adentro de un barrio que no debe tener más de 10 manzanas por 10 manzanas. Evidentemente, no hay mucho interés en hacerlo. No hay otra respuesta posible.
– ¿El Poder Judicial de la Ciudad está preparado para actuar en la pandemia?
– Si apuntamos a los jueces, a las estructuras institucionales, sí está preparado. Ahora, si esa preparación está en potencia o en acto es otro tema. Mi sensación es que el gobierno está trabajando con la hipótesis de que la justicia no lo “moleste” en su acción, que nos mantengamos para resolver lo menos posible y dejarlo que resuelva de la forma en que se le ocurra la totalidad de los planteos vinculados con la con la pandemia.
“En términos sanitarios, el dengue es una epidemia mucho más fuerte en los barrios que el coronavirus”.
– ¿Los jueces tienen un protocolo para constituirse en las zonas más críticas?
– No. No hay ninguna preparación específica por si hubiera que hacer una tarea que no fuera remota, si algún magistrado tuviera que constituirse en estos lugares. El Consejo de la Magistratura no dispuso ningún protocolo. Nada está previsto.
– Tanto con Mauricio Macri como con Rodríguez Larreta, el gobierno porteño se dedicó a bloquear los expedientes vinculados a los derechos de los sectores más vulnerables. ¿Cambió algo con la emergencia sanitaria? ¿El PRO está acatando?
– No noto ningún cambio. El único cambio es que antes apelaban y recusaban en papel y ahora lo hacen en forma remota, virtual. Hasta hace unos días, tuve el expediente colectivo de las personas trans, en donde ordené 15 medidas cautelares vinculadas con el derecho a la vivienda de personas que, por su condición particular, en donde sufren una triple discriminación: de género, laboral y por la pobreza, requieren con urgencia la intervención del Estado y el sostenimiento de algún pago de subsidios. Pero la política general siempre fue “apelo”, “apelo”, “apelo”, con argumentos muy duros, muy poco realistas. No consideran la situación de gente que en muchísimos casos vive de la prostitución, que no van a poder ejercer por un tiempo. Pero la postura es apelar y luego, cuando ya no les alcanzó más la apelación, recusaron. En mi carrera llevo más de 800 recusaciones, pero esa fue la primera virtual. Así que yo diría que no cambió nada.

– Más allá del COVID-19, ¿qué necesita la justicia porteña para dar respuesta a las villas?
– Creo que no se le puede pedir al Poder Judicial más que a otro estamento político de esta sociedad porteña. Después de tantos años de haber incursionado en los barrios, de haber participado y actuado, veo que los gobiernos tienden al principio a tomar como bandera el tema: “Tenemos que integrar a los barrios, mejorar la situación estructural”. Pero eso se va relajando. La constante ha sido levantar la bandera y después bajarla. Siempre es mucho más fácil terminar transando con los que sostienen las estructuras de ilegalidad y de vulnerabilidad social. Es más fácil arreglar con los punteros que edificar un nuevo sistema de representación política en los barrios y acabar con los escenarios de corrupción, tanto de la delincuencia como del poder policial. Entonces, pedirle más al Poder Judicial sería pedirle que reemplace a la dirigencia política. Por supuesto, puede plantearse un sinnúmero de críticas al ejercicio de la magistratura en relación a estos temas, pero no atribuirle al Poder Judicial está triste realidad, porque lo excede.
– Además del coronavirus, ¿qué otras “pandemias” amenazan a estos barrios?
– En términos sanitarios, tenemos una enfermedad que es una epidemia, mucho más fuerte en los barrios que el coronavirus, que es el dengue, del que no se habla y del cual hace años se denuncia su crecimiento. Hay estudios, incluso del propio gobierno, que avalan que esta era una crónica de una muerte anunciada, porque todo el mundo sabía que el dengue se había hecho autóctono, que había empezado a desarrollarse de manera vertiginosa y que había empezado a tomar comunas y comunas. Las del sur son las más afectadas, pero ya no las únicas. Hay muchísimos casos de dengue en la Ciudad.
“Cuando este telón pandémico se corra, lo que se va a ver en las villas seguramente va a ser muy lamentable”.
– ¿Es otro ejemplo de la falta de acción del gobierno en el territorio?
– Claro. Además, a diferencia del coronavirus, sí sabemos qué deberíamos hacer para evitar el dengue. Lo podríamos llevar a niveles de cero, pero eso requiere de un “estar” del Estado en el lugar: constituirse, recorrer, estar con los vecinos todos los días, encontrar nuevas formas de organización, para de esa manera controlar el juntadero de aguas estancadas. Pero no se hizo y, en caso de que en algún lugar se haya hecho, no se hizo de forma adecuada, porque su crecimiento es enorme y muy, muy alarmante.
– En un trabajo que usted dirigió sobre consumo de paco en las villas, alertó sobre las altas tasas de tuberculosis en los adictos. ¿Es otro tema que tapó el COVID-19?
– El tema de la tuberculosis va a seguir avanzando. Creo que la pandemia está ensombreciendo otras situaciones, como el consumo problemático y otras expresiones de situaciones sanitarias anómalas, producto de la pobreza, que obviamente van a aflorar luego con mucha mayor potencia. Cuando este telón pandémico se corra, lo que se va a ver en las villas en el resto de los asuntos seguramente va a ser muy lamentable.