En su libro Fútbol Propiedad Privada, Mariano Suárez relata y documenta, a través del caso del canal comunitario ParesTV, una historia contemporánea y cotidiana, pero casi desconocida: la forma en que los holdings televisivos, con asistencia política y judicial, hicieron del más popular de los deportes de la Argentina un negocio para pocos. O, como dice el propio autor, “un privilegio de clase, exclusivo y excluyente”.
Abogado, periodista y coordinador del Área de Democratización y Pluralismo del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), Suárez describe las luchas profundamente desiguales que deben dar aquellos medios sin fines de lucro que entran en colisión con el paradigma y los negocios de los pulpos audiovisuales.
“Los intereses económicos de los dueños de los medios no aparecen en las páginas de los medios”.
El autor reconstruye la historia de ParesTV, una señal cooperativa de Luján que en 2013 comenzó a transmitir los partidos del club Flandria en el torneo de la B Nacional, y que por eso fue hostigado judicialmente por Trisa SA, parte del Grupo Clarín. “En este caso, una empresa compra los derechos y decide no transmitir ningún partido. Eso no soporta ninguna lectura jurídica. Solo se sostiene en el oscurantismo”, resume Suárez en el trabajo que publicaron ediciones Al Arco y Mil Campanas.

– Al recuperar la experiencia de ParesTV, ¿el libro es también un reconocimiento a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y a su importancia?
– Sin dudas. Rescata muchas cosas de la ley, y más todavía, del proceso a través del cual se sancionó, uno particularmente deliberativo y participativo, que tiene pocos antecedentes en nuestra historia legislativa. Pero también el texto de la ley en sí tiene muchos aspectos valiosos. Los artículos que entran en juego acá, en relación a la televisación del fútbol, están todavía vigentes y no fueron formalmente cuestionados, ni siquiera durante el macrismo ni en el momento de la ola judicializadora de la ley. Además, por supuesto que la experiencia del canal ParesTV y de la gran mayoría de los medios de comunicación populares y comunitarios no serían las mismas sin las consecuencias de que se haya dictado esa norma. ParesTV nació antes de la ley, pero obviamente su fortaleza no sería para nada igual si ese proceso no hubiera existido.
“En este caso, una empresa compra los derechos y decide no transmitir ningún partido. Eso no soporta ninguna lectura jurídica. Solo se sostiene en el oscurantismo”.
– En su trabajo, sostiene que “una historia sobre la libertad de expresión es, necesariamente, también una historia sobre la censura”. Pero acá son medios los que censuran a otros medios. ¿Qué tan común es esa situación en la Argentina?
– Hay una regularidad histórica en ese sentido y es bastante clara. En general, los medios comerciales y las cámaras empresariales fueron especialmente reactivas a todo el proceso de reconocimiento de los medios inclusivos y sin fines de lucro. Desde la Ley de Medios para adelante, todas las licencias que otorgó el Estado en materia de reconocimiento a canales de televisión de medios populares fueron judicializadas. Quienes ostentaban las licencias históricas fueron reacios a todo mecanismo de apertura, en especial al que representaba la comunicación popular, pero en general a todo el proceso. Incluso, combatieron judicialmente al proyecto de la Televisión Digital Abierta (TDA). Y con las herramientas que tienen hoy, también intentan ahogarlo. Otro conflicto entre los canales abiertos comunitarios y las empresas transportistas de las señales es que estas se niegan a cumplir con la obligación de subir las señales locales de televisión abierta. En diciembre pasado, hubo una nueva resolución del ENACOM para obligarlas a cumplir, porque esos canales tienen que estar en las grillas, pero siguen sin acatar. En definitiva, hacen todo lo posible por ahogar a muchas de las voces dentro del ecosistema de medios.

– Y como ocurre con todas estas cuestiones vinculadas a los intereses de las empresas de comunicación, suelen ser historias muy poco contadas, ¿no?
– Claro. Siempre pasa que los intereses económicos de los dueños de los medios no aparecen en las páginas de los medios. Aunque también, producto de los debates posteriores a la Ley de Comunicación Audiovisual, esto un poco se abrió y, al menos, cuentan la historia de los medios que están del otro lado de “la grieta”. Parte de que esto sea así se debe a que permanece fuera del escrutinio público. De otra forma, un sistema como este no resiste ningún tipo de análisis ni debate. En el caso de ParesTV, una empresa compra los derechos y decide no transmitir ningún partido. Obviamente, eso no soporta ninguna lectura jurídica de ningún tipo. Un jurista liberal tampoco lo avalaría. Es decir, solo se sostiene en el oscurantismo, sacando al tema de debate.
“Clarín y las demás empresas están muy acostumbradas a utilizar el músculo judicial a su favor”.
– Además del actuar implacable de los grandes medios, el libro muestra la abrumadora diferencia entre los recursos de unos y otros para dar esta pelea, incluido el capítulo judicial. ¿Se trata de empresas que no dejan cabos sueltos?
– No, efectivamente ponen todos los recursos. Cuando aparece un caso como el de ParesTV, no lo subestiman para nada y aplican toda su estructura de recursos económicos. Entienden el valor que puede generar ese antecedente y de ningún modo creen que se trate de una experiencia aislada ni la dejan pasar. Clarín y las demás empresas están muy acostumbradas a utilizar el músculo judicial a su favor, y claramente obtienen respuestas muy positivas en el ámbito de la justicia federal. En lo sucedido con ParesTV, la decisión de dar esa pelea fue bastante compleja, porque te ponés a discutir en un escenario que es especialmente cómodo para el adversario y donde la diferencia de recursos pesa. Y, sin embargo, visto a la distancia, porque no está terminado el conflicto, pero a cinco años del inicio del litigio, yo creo que fue un acierto del canal. Es decir, intentar la batalla también en este campo. En comparación a otras experiencias, a lo que pasó con el fútbol de Primera División, que también se judicializó, y a muchas causas posteriores a la reprivatización del fútbol en 2017, la de ParesTV es la única experiencia que persiste, donde la empresa Trisa SA no logró un aval judicial a la compra irrestricta y sin limitaciones de los derechos.

– Los grupos mediáticos lo ponen todo en términos de derechos empresariales, pero poco se habla del punto de vista de los derechos de las audiencias.
– Tal cual. Te dicen que los clubes son sociedades privadas, que la AFA es una entidad privada, que las empresas de comunicación son privadas, que este es un contrato entre privados y que el Estado no tiene ninguna intervención. Entonces, el lugar de las audiencias es el lugar del consumidor. El único “derecho” que tienen es el de consumir o no consumir. Ese es el paradigma que rompe la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Es decir, ahí donde había meros consumidores, hay portadores de derechos. Después, podemos discutir cuán robusto es ese derecho. Y es muy claro que para el régimen actual en la Argentina, que una empresa compre los derechos de todos los partidos en forma ilimitada, para todas las plataformas, incluso para aquellas que no se crearon, sin ninguna restricción, es contrario a la ley; una ley que admite y estimula la participación privada y la cesión de derechos, pero que lo que no admite es que tenga estos alcances y mucho menos, el abuso de derechos.
“Con la gestión actual se recuperaron los Fondos de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (Fomeca), que fueron fundamentales para fortalecer técnicamente a los canales”.
– El libro sostiene que, por la forma en que se comercializa su televisación, el fútbol en la Argentina “es un privilegio de clase, exclusivo y excluyente”. Va a contramano de la idea de este deporte como el más popular por excelencia, ¿no?
– Está claro que el fútbol es una parte central del mercado audiovisual y que eso exige la intervención del Estado y reclama un debate público en el que participen no solo las empresas que compran y las que venden. Su rol es determinante, pero no pueden excluir a todos los demás actores. La Ley de Medios prevé un sistema de audiencias públicas, con participación de la academia, los medios públicos, las empresas, los sindicatos TIC. Más allá de que es perfectible y que no necesariamente tiene que ser ese el procedimiento, sacaba al tema del oscurantismo y lo ponía ante al escrutinio público, con una solución más transparente. Incluso ahora, el gobierno nacional, que ya desde la campaña tuvo manifestaciones tendientes a recuperar parte de los contenidos del fútbol de Primera División, está en una negociación con las empresas, con éxitos parciales o no, pero es una discusión de la que nadie sabe exactamente qué está en juego, qué hay a cambio. Es un proceso que se resuelve fuera del escrutinio público y es una picardía que así sea, cuando está vigente una ley que prevé otra manera de hacerlo. Después, por supuesto que acá no hay posiciones ingenuas: para confrontar con estas empresas hace falta construir un poder político muy consistente.

– ¿Qué se está haciendo desde el Estado para acompañar a las experiencias de los medios comunitarios? ¿Qué otros recursos pueden destinarse?
– En su momento, se pusieron en marcha los Fondos de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (Fomeca), que fueron fundamentales para fortalecer técnicamente a todos estos canales. ParesTV fue beneficiado desde el primer momento con ese proceso. Pero durante el macrismo hubo muchos problemas en la ejecución, enormes retrasos en los pagos del financiamiento, que en muchos casos generaban problemas de supervivencia. Por ahí, vos ganabas una línea para equipamiento o para lo que fuera, pero tenías un año y medio o dos años de retraso. Obviamente, en la planificación cotidiana de estos medios, se les iba la vida detrás de esas demoras. Con la gestión actual eso se recuperó y se está aplicando con niveles de previsibilidad que permiten a los canales comunitarios planificar su funcionamiento. Después, hay otras vías para el financiamiento. Una es por medio de la publicidad oficial. Hasta este año, la enorme mayoría de los medios comunitarios, salvo la excepción del diario Tiempo Argentino, no recibía ningún tipo de pauta. Ahora comenzaron a recibirla, pero ahí también hay un campo para avanzar en relación a los porcentajes destinados de publicidad oficial. Después, también habría otras vías más novedosas, por ejemplo, en relación a los impuestos a las plataformas u otras formas de financiamiento del sistema, pero que hoy no están en funcionamiento para nadie.
“La decisión de dar esa pelea tan incómoda fue un crecimiento para el canal”.
– ¿Cuál puede ser un mensaje de la experiencia vivida por ParesTV?
– Vista la realidad que tiene hoy el canal con respecto al momento de su creación, me parece que valió la pena el camino que hicieron. Es un canal comunitario que es líder en materia tecnológica y una referencia para todas las señales comunitarias de la Argentina. Trabajan con equipamiento igual al de los canales abiertos de la Ciudad de Buenos Aires. Y lo mismo pasa con la capacitación del personal. Ante esta pelea del fútbol, ellos podían adoptar una posición mucho más cómoda, decir: “esto lo dejamos de lado, no nos arriesgamos porque estamos comprometiendo nuestro patrimonio a una demanda millonaria por los derechos económicos”. Y, sin embargo, el no haber abandonado el tema, y al día de hoy siguen con las transmisiones, a ParesTV le dio una referencia muy importante en toda la región oeste de Buenos Aires, y pudieron encolumnar a la comunidad detrás de la propuesta. Se generó una identificación muy importante, un compromiso de la comunidad, incluso con el proyecto de la TDA. Así que la decisión de dar esa pelea tan incómoda fue un crecimiento para el canal.