El filósofo y escritor José Pablo Feinmann dialogó con Roberto Caballero y Giselle Tepper durante una entrevista en el programa Fuerte y al medio, emitido por El Destape Radio, FM 107.3. A continuación, le charla completa.
Roberto Caballero: Todos hemos aprendido muchísimo con José Pablo Feinman, quien además de ser filósofo, guionista y escritor de ficción, es una gran persona. ¿Cómo te va, José?
José Pablo Feinmann: ¿Qué tal Roberto? Gracias por las palabras.
RC: A vos por atendernos. ¿Cómo anda la salud?
JPF: Bien. Me quedaron algunas secuelas producto del ACV que sufrí en 2016, cerca de la fecha de la asunción de Mauricio Macri.
RC: A todos nos agarró algo en aquel momento.
JPF: Así es. Ahora estoy empezando a salir un poco. Es importante recuperar el ánimo. Cuando alguien sufre episodios de salud y ya tiene más de 70 años, el ánimo se le viene al piso y comienza a tener una especie de bronca por la vida, situación que es importante revertir. Además, debo confesarte que la mayoría de mis sueños no se cumplieron. Me tocó vivir tiempos muy difíciles, haciendo quizás un paréntesis en los años de Néstor Kirchner, pero después tuve que vivir bajo la terrible dictadura, bajo Macri, bajo Menem; en definitiva, tuve que vivir malos tiempos, y uno hubiera querido otros tiempos para acompañar una vida atada a algunos problemas de salud, como resultó ser la mía. Pero aquí estoy.
“La pandemia no ha arreglado nada, al contrario, la gente se ha vuelto más egoísta y belicosa”.
RC: Uno no elige el tiempo que le toca vivir.
JPF: No lo elige. Hay una frase de Borges referida a Pascal, que dice: “Le tocaron tiempos difíciles en los que vivir, como a todos nosotros”.
RC: Imagino también que eso hace a la condición humana. Cambiando un poco el enfoque, quisiera que nos compartas tus sensaciones sobre la actualidad.
JPF: Arranquemos por la pandemia.
RC: Al iniciar la pandemia se decía que, una vez superada, iba a aflorar la solidaridad e íbamos a ser mejores. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
JPF: Después de un año y algunos meses, la situación es mala, las cosas empeoraron. Al principio, aparecieron filósofos que siempre salen a opinar, remarcando esa hipótesis que acabás de marcar. Sin ir más lejos, esta especie de estrella de rock llamada Slavoj Zizek sostuvo que vendría una suerte de “comunismo humanitario”, apoyado en la solidaridad y la importancia del Estado. Nada de eso ha ocurrido, y más bien te diría que actualmente el mundo atraviesa una neo Guerra Fría. En cuanto a nuestro país, ha aparecido una agresividad muy marcada de los sectores políticos que intentan desgastar y erosionar al gobierno para destituirlo y reemplazarlo por alguna variante en la que, como mínimo, no sea incluída Cristina Fernández de Kirchner, sobre quien caen todos los odios de los antiperonistas. De modo que podemos decir, de manera contundente, que la pandemia no ha arreglado nada; al contrario, la gente se ha vuelto más egoísta y belicosa.
“La humanidad sigue siendo capitalista y es el egoísmo quien trama su ideología, y el panorama desalentador de la actual lucha por las vacunas es su fiel reflejo”.
RC: ¿Y cómo ves en ese escenario la propuesta de consenso del gobierno nacional?
JPF: Alberto Fernández, una persona moderada, tolerable y agradable, había planteado la idea de forjar cierta unidad con las fuerzas políticas opositoras, y había dicho una frase un tanto utópica: “Voy a gobernar para los que me votaron y para los que no lo hicieron”. Permitime decirte que esto es imposible. Nadie puede gobernar para los que no lo votaron, salvo seduciéndolos, pero en general se seduce a unos o a otros; seducir a todos es imposible, porque la historia está hecha de conflictos, enfrentamientos y antagonismos, y no tanto de moderaciones. Hay mucho odio, rabia y agresividad, y la pandemia lo único que ha hecho fue agregar en muchos un sentimiento de inminencia de la finitud. La sensación es que uno puede morir en cualquier momento por el bicho este, y encima ahora surge la segunda ola, que parece ser tan o más temible que la primera. Uno no sabe cuándo va a terminar esto y no le encuentra sentido ni a la historia, ni a la vida. Uno se encuentra muy desilusionado respecto a la posible presencia de ese dios permanentemente ausente, silencioso y callado, que una vez más no dice ni hace nada, a menos que la pandemia sea un castigo, un castigo sin responsable.

RC: Claro. Y ese supuesto derrumbe del capitalismo nunca ocurrió.
JPF: La humanidad sigue siendo capitalista, y es el egoísmo quien trama su ideología, y el panorama desalentador de la actual lucha por las vacunas es su fiel reflejo. Que algunos países acumulen vacunas para comercializarlas onerosamente habla muy mal de la condición humana, y habla de la eterna lucha del hombre “lobo del hombre”, como había dicho Thomas Hobbes. Todo lo que nos había enseñado Jean Paul Sartre en el Siglo XX con su filosofía del compromiso y la lucha para tratar de cambiar al mundo, ha sido derrotado por un egoísmo que ha propiciado la muerte de las utopías. La caía del Muro de Berlín ha sido muy buena en un aspecto, pero muy mala en el otro, en el de darle libertad total a un capitalismo que se transformó en neoliberalismo, ideología individualista y egoísta que separa a la sociedad entre muy ricos y muy pobres. Como verás, mi panorama no es muy optimista.
RC: Comparto con vos la visión pesimista. Pareciera que son los tiempos de Ayn Rand y su “virtud del egoísmo”.
JPF: Exactamente.
RC: Alberto Fernández llevó a cabo recientemente un discurso muy peronista, en el que hizo apelaciones a los 18 años de exilio y proscripción del movimiento. En el contexto mundial que recién describiste, ¿cómo es posible que sobrevivan las ideas que plantean el peronismo y el kirchnerismo?
JPF: El peronismo tiene muchas caras, yo diría que tiene demasiadas. Si bien Alberto menciona los 18 años de proscripción peronista, debo decirte que aquellos años de lucha fueron maravillosos, ya que existía en la Argentina una juventud fervorosa, combativa y militante, esperanzada por el retorno de un líder exiliado. La ilusión era que el movimiento peronista y las masas juveniles iban a forjarse algo grande para la historia argentina. Lamentablemente no fue así. Esa juventud fue, como dijo Néstor Kirchner, diezmada, de modo que la desilusión la viví en carne propia desde Ezeiza el 20 de junio de 1973, luego del discurso de Juan Domingo Perón donde acusó de todos los males a los jóvenes peronistas, dándole mucha manija a la derecha peronista, que en ese momento era una extrema derecha. Se formaron la Triple A, el Comando Libertadores de América, y hubo crímenes a diestra y siniestra. Perón intentó contener esta situación, porque es cierto que antes de su muerte no se había desatado tanta violencia, pero ya había muchas injusticias durante los dos años anteriores a la dictadura. Luego de su muerte, vino un momento histórico de delincuencia y muerte marcado por el golpe de Estado genocida. Durante todos estos años hemos vivido una historia trágica, y si bien con Alfonsín hubo un breve tiempo de esperanza gracias al retorno de la democracia y el Juicio a las Juntas, inmediatamente Alfonsín dijo “felices Pascuas” y se juntó con los militares, a quienes trató de héroes, todo esto lejos del primer gobierno de Perón y Evita, que fue un verdadero gobierno nacional y popular. De todos modos, no debemos quejarnos, porque la historia humana es una historia de muertes, masacres y guerras terribles. Después de la Primera Guerra Mundial, donde murieron 17 millones de personas, se dijo que esa era la guerra que terminará con todas las guerras. Sin embargo, al tiempo surgió un líder carismático y demagogo que tocó el orgullo alemán, despertando un nacionalismo feroz que desencadenó una nueva guerra, que esta vez se llevó unos 80 millones de muertos.
“Lo que prima en la historia humana es la pulsión de muerte y la lucha del todos contra todos”.
RC: Y ese ciclo nunca dejó de repetirse.
JPF: Freud dijo que en el hombre convivían la pulsión del amor y la pulsión de muerte, y para 1930 ya decía que la pulsión de muerte iba imponiéndose al amor, de modo que no hay salida. La única salida que diviso para la humanidad es a través del arte y todas sus formas, lugar donde el espíritu humano ha llegado a puntos muy elevados, y que al fin y al cabo se trata de un consuelo. Pero lo que prima en la historia humana es la pulsión de muerte y la lucha del todos contra todos, dinámica que actualmente encarna el capitalismo feroz y la concentración monopólica del poder, quienes dejan muy poco lugar para las prácticas democráticas. El 1% de la población mundial concentra toda la riqueza, mientras que el resto vegeta en la medianía o en la indigencia. Los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad que trajo la revolución francesa se encuentran pisoteados.

RC: Anteriormente, hablaste del odio que recibe Cristina Fernández de Kirchner. ¿Por qué crees que se ensañan particularmente con ella?
JPF: Indudablemente, es una persona muy inteligente y es la única estadista que tenemos en la actualidad en el país, con un manejo de la oratoria y de la conducción política notables. En efecto, es odiada porque la derecha argentina sabe que es su gran enemiga. Cristina Kirchner es, parafraseando a John William Cooke, “el hecho maldito del país burgués”.
RC: Si te nombro a Alberto Fernández, ¿qué me decís?
JPF: Yo lo quiero mucho a Alberto, lo conocí, es una buena persona y entiendo que tiene una gran voluntad. Sin embargo, noto que le falta esa combatividad tan característica de Cristina. Y no es posible hacer política solamente con buenos modales, a veces hay que romper huevos, y Alberto no es muy proclive a eso, sino más bien al diálogo, diálogo que por otra parte no ha conseguido entablar de manera exitosa. En efecto, para mí le falta un poco de garra, más teniendo en cuenta la actitud belicosa de la oposición. Para confirmar esto podemos retrotraernos a la exhibición de cadáveres apilados durante una marcha opositora, una acción de guerra que me hizo recordar a los campos de concentración, donde los cadáveres eran llevados por maquinarias a las fosas comunes. Si esto no es odio, que alguien me diga qué es.
“No es posible hacer política solamente con buenos modales, a veces hay que romper huevos”.
RC: ¿Por qué no se habla más de pejotismo en la Argentina?
JPF: Porque el pejotismo constantemente lleva adelante una especie de “aparatismo”, que es la política valorada cuantitativamente y no cualitativamente. Por eso para mí el aparato es algo nefasto dentro de la política, y es de vital importancia la imposición de la solidaridad de los compañeros para formar complejos políticos con los cuales operar sobre una realidad cada vez mas adversa. El aparatismo es como la burocracia, y la burocracia desemboca en el manejo de unos pocos sobre los demás.
RC: ¿Te llamó alguien del gobierno para hablar de estos temas?
JPF: Sí, no mucho porque estuve guardado debido a mi enfermedad. Siempre me llaman y yo me comunico con la gente, porque estoy dando unos cursos filmados desde mi sitio web, Feinmann.online, donde aparece el reflejo de una historia conceptual de la Argentina. Actualmente, estoy haciendo uno sobre filosofía y guerra, de modo que estoy en acción.
“El aparatismo es como la burocracia, y la burocracia desemboca en el manejo de unos pocos sobre los demás”.
RC: También sé que estás preparando un libro.
JPF: Así es, pero todavía no puedo adelantar nada, está en proceso. Curiosamente, yo que tenía una enorme facilidad para escribir, debo decirte que la he perdido y hoy me cuesta mucho más.
RC: ¿Sentís que Néstor Kirchner logró representar a tu generación?
JPF: Sí, desde el primer Néstor. Cuando asume y en su discurso dice pertenecer a una generación diezmada, y que sus ideas no las iba a dejar en la puerta de la casa de gobierno, a mi me sorprendió y me agradó mucho. Nos conocimos luego de que yo escribí una nota titulada “Un flaco como cualquier otro”, que a él le gustó mucho. Tuvimos algunos diálogos y fue una persona exquisita y afectuosa, pero nunca fui asesor ni nada por el estilo. En algún momento, tuvimos nuestras diferencias y nos alejamos, así son las cosas. De todos modos, el afecto sigue, y cuando hablo de él lo hago con verdadero aprecio.
RC: Él remarcaba mucho la figura de “embarrarse en la política”, y a vos te toreaba por tu condición de intelectual.
JPF: Así fue, y también por su trato político con Luis Barrionuevo, momento en el que yo escribí una nota en Página/12 cuestionando ese acercamiento. Luego de eso, Néstor me mandó un mail, muy enojado, al que yo le contesté también un poco mosqueado, siempre con el afecto de por medio. Más adelante, escribí el libro El Flaco, sobre Néstor, del cual no estoy para nada arrepentido.
“Las clases altas odian a los que ellos llaman despectivamente como la negrada”.
RC: Un hermoso libro.
Giselle Tepper: José, hablaste sobre el odio. ¿Por qué es posible el odio en una sociedad como la nuestra, a 45 años de aquel 24 de Marzo de 1976?
JPF: El 24 de Marzo no se va a repetir, pero ha sembrado prácticas que al día de hoy se repiten de distintas formas, y una de ellas es el odio. Lo de los cadáveres simbólicos exhibidos frente a la casa de gobierno es una muestra cabal de estas prácticas. Es el odio que permanece, y ese odio es de clase. Las clases altas odian a lo que ellos llaman despectivamente “la negrada”, y la verdad es que la negrada somos todos los que no tenemos la fortuna que tienen los muy ricos de este país. La repartición de la riqueza es escandalosa, es inconcebible que haya hambre en este país, y es el perfecto reflejo de la injusticia social. La Argentina produce alimentos para 200 millones de personas, pero ¿quién se los queda?, ¿quién los comercializa? Muy pocos. No descubro nada diciendo que el odio de las clases altas es eterno, viene desde los principios de la historia argentina, desde el fusilamiento del gobernador popular y federal Manuel Dorrego, ha seguido su curso con la batalla de Caseros, la Patagonia Rebelde, la lucha contra los anarquistas, el fusilamiento de Severino Di Giovanni. Luego, aparecen el peronismo y, en contraposición, el odio al “cabecita negra”, el bombardeo a la Plaza de Mayo de la Revolución Fusiladora, los gobiernos ilegítimos durante los 18 años de proscripción del peronismo, aún teniendo en cuenta al viejito bueno de Arturo Illia, quien aceptó gobernar bajo la tutela de los militares. Y esto es solo un pantallazo del odio en la historia argentina.

GT: ¿Cómo vez a la mujer en la historia argentina y a las actuales demandas de los feminismos?
JPF: La mujer más valiosa de la historia argentina fue Eva Duarte de Perón, sin ninguna duda. Hizo mucho, tuvo coraje, fue una pasionaria, sobrellevó con dignidad una muerte dolorosa frente al odio de la oligarquía, he hizo mucho por los desheredados. En cuanto al movimiento de mujeres, me parece espléndido, y me gustaría ver en alguna de sus movilizaciones alguna pancarta con la figura de Evita, que hasta ahora no la vi. Es posible que haya estado pero no la vi. Ella fue quien posibilitó que el voto femenino se hiciera realidad, y estuvo siempre del lado de las mujeres, incluso oficiando como adversaria de Perón al exigirle que vaya a fondo con las reformas más disruptivas del peronismo.
RC: Vi una película muy buena sobre Eva Perón, te la recomiendo. Es la que vos escribiste.
JPF: Exactamente, Eva Perón, dirigida por Juan Carlos Desanzo y escrita por mí.
“Me gustaría ver alguna pancarta con la figura de Evita en alguna movilización del movimiento de mujeres”.
RC: Ahí la mostrás muy combativa.
JPF: Así es. Te cuento que me habían pedido que grafique a una Evita “santa” contra la Evita “prostibularia” de Madonna, y yo hice todo lo contrario, contando su pasado y sus dolores de mujer, papel llevado adelante de gran manera por Esther Goris.
RC: Te extraño mucho, te agradezco mucho esta charla. Siempre estás muy presente y siempre los debates intelectuales te convocan. Para mí es un honor hablar con vos, son muy pocas las personas a las que uno les abre el oído con la seguridad de que va a nutrirse de conocimientos y enseñanzas. Sos uno de esos fundamentales, quizás el más grande que tenemos hoy en día. La palabra maestro te queda chica.
JPF: Me llega muy hondo lo que me decís y te lo agradezco enormemente.