Diego Armando Maradona ya es parte de la bandera argentina. Por la felicidad para el pueblo, por las batallas, por la irreverencia, por llenar la pelota de soberanía, por lo inquieto en los pies tanto como en las palabras, por la mano de Dios, pero también por el abrazo constante a las luchas de Memoria, Verdad y Justicia.
El Diego fue un puño en la cara del poder. Fue el potrero, la camiseta tatuada, la canción, la bandera, el himno. Hoy a Diego se lo recuerda, se lo llora y se lo baila. La zurda más amada del mundo, hizo, dijo y luchó. Para adentro y para afuera. Ante los de todos los tamaños. No podemos saber qué pensaba del miedo. Pero sí de la valentía. Porque para ser Maradona y decirle NO AL ALCA, tatuarse al Che, denunciar a la FIFA, repudiar a Videla, hacerse eco del reclamo por Malvinas, sentirse hijo de Cuba y Fidel, asumirse peronista y kirchnerista, abrazar los pañuelos blancos, decir que paguen la crisis los millonarios, defender a los jubilados, y denunciar al neoliberalismo es parte de esa forma de ser irreverente. Esa rebeldía es Diego.
Ayer se pinchó la pelota. Hoy, una marea humana te llora en Plaza de Mayo. Con orgullo, en ese féretro te acompañan los pañuelos blancos de Madres y Abuelas y los pines de Juicio y Castigo de H.I.J.O.S. Porque siempre estuviste, porque siempre acompañaste, porque nunca traicionaste. El pueblo argentino te despide, aunque nunca hubiésemos querido hacerlo. El del mundo también. Y es un hasta siempre, porque es imposible irse cuando estás en todas partes. Desde ese lugar para siempre en la historia, te decimos eternamente GRACIAS DIEGO.