“Hay un plan sistematizado de persecución y de destrucción de la Coopi. Como no nos pueden arrancar el servicio por decreto, nos precarizan y ponen en riesgo nuestra continuidad. Nuestra respuesta es que el agua es un Derecho humano”. La frase de Rodolfo Bautista Frizza sacude a todo aquél que contempla a Villa Carlos Paz como un paradisíaco enclave turístico de Córdoba, a mano de la capital provincial, con sus sierras, su Lago San Roque y su promesa de sencillo acercamiento a la naturaleza.
Pero Frizza, Gerente General de la Cooperativa Integral (Coopi) prende la luz de alarma en tanto muestra una realidad más íntima de la ciudad, puerta de ingreso al Valle de Punilla, cuando se refiere a la compleja situación de una institución que es icónica en la historia del movimiento cooperativo en la Argentina, un modelo de gran arraigo de desarrollo e inclusión en la prestación de servicios esenciales como el agua, las cloacas, el gas y las telecomunicaciones, con 254 trabajadores, otros 200 que cumplen funciones indirectas, unos 40 mil socios y más de 120 usuarios. Ocurre que la Coopi parece estar en peligro por un serio entredicho con las autoridades municipales que, según los voceros de la cooperativa, quieren destruir la entidad para entregarle “un gran negociado a los intereses privados”.

La Coopi es un referente de la economía solidaria del país. Fue fundada el 5 de junio de 1963, con el fundamento ideológico del movimiento cooperativista, que se refleja cuando el Estado no tiene la capacidad de dar un servicio y, a la vez, las empresas privadas no encuentran la rentabilidad económica que lo haga convincente. En estos casos, la organización de los vecinos en torno a la figura de una cooperativa, resulta fundamental como herramienta social .
La historia de la Coopi cordobesa también podría admitir otra fecha clave, casi tan fundacional, que se remonta a 1987. El crecimiento inusitado de la ciudad de Villa Carlos Paz se cruzó con una empresa como Obras Sanitarias que la dictadura se encargó de derrumbar y que el estado municipal fue incapaz de hacerse cargo. Y además, con una administración de la cooperativa objetada por los propios trabajadores, muchos de ellos surgidos de las generaciones que parieron el Cordobazo. El conflicto derivó en una nueva conducción que generó una revolución en el servicio de agua.
El desarrollo de la Coopi fue tal que, con el tiempo, fue sumando otros servicios: en una asociación con el municipio se constituyó la empresa mixta “Carlos Paz Gas” y también se hizo cargo de una expansión inédita de la red de gas natural de la zona. Pero no sólo eso. El servicio de cloacas hasta principios de este siglo fue manejado por el grupo Roggio sin la menor inversión: la Coopi se hizo cargo y construyó una planta modelo, absolutamente innovadora, al punto que fue utilizada este año por la Universidad Nacional de Córdoba en la investigación del Covid-19.

Así también, la cooperativa tuvo significativo crecimiento en el área de las telecomunicaciones, junto a otros proyectos surgidos a partir de la Ley de Medios, que incluyen TV por cable a precios económicos en zonas donde las grandes empresas recién en los últimos tiempos vieron el negocio, la radio VillaNos y otros emprendimientos menos ambiciosos como tertulias, espacios de reflexión y “pensamiento crítico” y más de 50 talleres culturales que abarcan danzas, instrumentos musicales, teatro y deportes.
A la par de todo eso, la Coopi también llevó adelante diferentes iniciativas de carácter social, como la creación de un banco de sangre, el único en una región que lo requería con urgencia por su realidad sanitaria. “La Coopi es apetecible desde lo político y desde lo económico”, apunta Rodolfo Frizza.
Como era previsible, un emprendimiento de tales características estuvo en la mira del neoliberalismo. El radical Esteban Avilés, siendo concejal de Carlos Paz, ya había elevado un proyecto a mediados de la primera década del milenio para impedir que el municipio renovara por 15 años el contrato del suministro del agua con la Coopi, tal como lo indica la ley orgánica municipal. Desde entonces se multiplicaron los tires y aflojes. Una vez que asumió la intendencia de Carlos Paz, firmó un decreto determinando la caducidad del servicio, pero nunca logró que lo avalara el Consejo Deliberante. Avilés dejó la intendencia a fines de 2019 para pasar a la Agencia Córdoba Turismo, mientras la causa judicial llegaba a la Corte Suprema con presagios inciertos.

El actual intendente Daniel Gómez Gesteira continuó el camino de su antecesor y, en los últimos tiempos, arremetió contra la cooperativa: no sólo rompió el contrato por la distribución del gas, sino que también impidió el uso del espacio área para la TV. En respuesta hubo varias protestas populares. Las autoridades movilizaron a decenas de efectivos de Gendarmería para impedirlas, pero todo fue en vano.
Desde la Coopi también recurrieron al Instituto Nacional de Economía Social (INAES). Antes de su fallecimiento, su titular Mario Cafiero hizo que el organismo se presentara en favor de la cooperativa como Amicus Curiae. “Hay un plan de persecución y exterminio del cooperativismo en toda la región”, asegura Frizza quien en las últimas horas encabezó una delegación que se entrevistó con funcionarios del Ministerio del Interior y de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. En forma paralela, la Coopi ya denunció la situación ante la Comisión Interamericana de DDHH.
“A la cooperativa le reconocen el prestigio, la trayectoria y el valor de lo que es un servicio de calidad, no sólo asegurando el agua como una prestación comercial, como lo haría cualquier empresa, sino rescatando que la Coopi lo presta como un Derecho Humano, como un bien esencial que no le debe faltar a nadie. Esto es un bien distintivo de la cooperativa: en Carlos Paz no hay una canilla pública y donde hay un asentamiento, donde vive cualquiera que llega a la ciudad, que busca trabajo, que no tiene tierra ni techo, ahí va la cooperativa y le brinda los servicios aunque no lo puedan pagar. Desde su creación, el lema de la cooperativa es que ‘el agua es para todos’”, enfatiza Frizza en diálogo con Contraeditorial.

-¿Por qué corre riesgo la cooperativa?
-Económicamente nuestro sustento es el agua. Puede hacer otras cosas y probablemente no va a desaparecer pero se reducirá a su mínima expresión sin dejar de considerar el trabajo social. Por ejemplo, la telefonía e internet en toda esa zona no era rentable y ahora que se está poblando empiezan a llegar las grandes empresas. Pero lo grave es que la Coopi sufre una violenta persecución política y económica para hacer negociados privados. Curiosamente cuando el éjido de Villa Carlos Paz se va a triplicar por la impresionante cantidad de emprendimientos que no son más que negociados privados.
-No se trata de un conflicto nuevo.
-No. Es un conflicto creado por la municipalidad de Villa Carlos Paz que quiere despojar a los cooperativistas de los principales servicios que presta desde su creación, de agua y de cloaca, en todas las localidades del sur del departamento de Punilla. Lo nuevo es que se desató un plan sistematizado de persecución y de destrucción de la Coopi. Como no nos pueden arrancar el servicio por decreto nos precarizan y ponen en riesgo nuestra continuidad. Quieren destruir la economía social, encima a comienzos de una temporada y en plena pandemia, alimentado por una expectativa de negocios inmobiliarios y también en el momento en el que el agua empieza a cotizar como un bien comerciable, lo que debiera avergonzar a la humanidad entera. Pero además es una cuestión personal.

-En varias ocasiones lo apuntó al intendente Esteban Avilés.
-Avilés odia a la cooperativa por cuestiones personales. Su abuelo integraba la primera época de la cooperativa, pero esa comisión no pudo llevarla adelante y la conducción fue cambiada por un gran movimiento de trabajadores y asociados en una elección.
-¿Eso ocurrió en el 87 cuando, como se dice, se refundó la Coopi?
-La cooperativa nace para resolver un problema de negocios inmobiliarios. Carlos Paz había vendido terrenos pero no había infraestructura y los dueños de los grandes lotes empezaron a asociarse. Pero el servicio cambió con el tiempo y con el crecimiento de la ciudad. La nueva conducción estuvo constituida por vecinos que querían resolver el problema del agua y por trabajadores que hicieron un enorme aporte. Luego está el tema de la mamá (de Avilés), quien fue la propulsora de la primera privatización del gas, que después se recupera para la población con “Carlos Paz Gas”. Y como si fuera poco, él dice que nosotros siempre le hicimos la contra dentro del partido, lo que es una soberana mentira. En la Coopi hay gente de todos los partidos políticos, que pueden tener distintas visiones, ya que por principios, las cooperativas tienen la obligación de contenerlos a todos, sin diferenciación. Solamente es la excusa para armar un gran negocio.
-¿La gente apoya a la cooperativa, a pesar de ser una región de fuerte voto macrista?
-Sí, nos apoya. Una buena cooperativa jamás podría tener una orientación ideológica neoliberal porque su base está anclada en el socialismo. Es una manera que encuentra la sociedad de apoyar cuando no quieren entrar en caminos lucrativos. Apoyan porque damos buenos servicios. Cuando preguntás si quieren que se municipalicen la enorme mayoría dice que no. Pero ellos quieren estatizar los servicios para privatizarlos. En los ’70 el gobierno de facto hizo lo mismo. No toleran que no permitimos el negocio privado ni las coimas. Y que pensemos de manera solidaria.