Entrevista realizada por Luis Zarranz y Emanuel “Peroncho” Rodríguez en el programa Fuera de Contexto que se emite los sábados, de 16 a 18 horas, en El Destape Radio. Repite los domingos a la medianoche. FM 107.3 –http://eldestaperadio.com En Spotify: Fuera de Contexto Radio.
– Como habíamos prometido, llegó el momento de presentar a nuestra entrevistada del día de hoy, la queridísima Ángela Urondo Raboy, periodista, docente universitaria, escritora, dibujante, performista también, es bastante multifacética. A los 18 años descubrió quiénes eran sus padres biológicos, y se trataba de la periodista Alicia Raboy y el escritor Paco Urondo, ambos militantes montoneros detenidos y desaparecidos, en el caso de Paco, asesinado en Mendoza. Vamos a estar conversando sobre esto. Ángela es autora de un libro bellísimo llamado ´Quién te crees que sos´, y además expuso obras en el Centro Cultural Recoleta y el Centro Cultural Borges. Se trata de una invitada de un nivel cultural muy amplio. Ángela, buenas tardes, bienvenida a ´Fuera de Contexto´ en el Destape Radio, ¿Cómo estás?
– Cómo les va, parece que saben más ustedes de las cosas que yo.
– Muchísimas, no sé si nos va a alcanzar el tiempo del programa para repasarlas.
– No gracias (Risas). Qué difícil mirar al pasado.
– La primera pregunta que te quisiéramos hacer para arrancar es a raíz de esta situación tan complicada que nos toca vivir con la pandemia, ¿Cómo vivís todo esto que pasa?
– Tengo una superposición de pensamientos. Me ha tocado atravesar varios cambios bruscos en mi vida, y gracias a ello adquirí algunas herramientas para atravesar momentos críticos. Tiendo a pensar que la pandemia nos obliga a repensar cuántas eran las cosas que hacíamos para seguir una rutina o simplemente por pura docilidad. En lugar de estar tan ocupados y ansiosos por volver a aquella tierra firme que abandonamos al principio del año pasado, pienso que hay que seguir remando hacia nuevos rumbos. Tenemos que intentar estar fuertes y lo menos anclados al pasado posible. Respecto al encierro, personalmente tengo la sensación de que las personas que han cumplido con los cuidados necesarios a lo largo de la pandemia, en las cuales me incluyo, sufren la ineptitud de los que no se han cuidado debido a algunos caprichos, como puede ser tomar una cerveza en un bar o participar de una fiesta clandestina en plena ola de contagios.
“Las personas que han cumplido con los cuidados necesarios a lo largo de la pandemia sufren la ineptitud de los que no se han cuidado debido a algunos caprichos”.
En mi caso, soy una adulta conviviendo con dos niños cercanos a la adolescencia, y pienso que este tiempo es fundamental en la vida de ellos. Uno de mis hijos se perdió la despedida al finalizar 7mo grado. Me preocupa un poco la diferencia de criterios que hay respecto a las medidas que se toman, y también estoy muy preocupada por la emergencia sanitaria. Soy muy consciente de la emergencia educativa que hay en las escuelas, la falta de maestros y la imposibilidad de cumplir los protocolos, y por otro lado, tengo plena consciencia sobre la emergencia institucional que representa el desconocimiento de un DNU por parte del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. También aparecen cosas inexplicables, como el discurso de Laura Alonso, en el que decía que los padres estaban secuestrando a sus hijos por no mandarlos presencialmente a la escuela. Me retrotrajo inmediatamente al discurso de Luciano Benjamín Menéndez en el que decía que nuestros padres, militantes también, nos usaban a nosotros, niños en aquel entonces, como escudo. Este tipo de discursos son antidemocráticos, antipopulares y llenos de violencia.
– Voy a tomar lo que dijiste sobre remar a nuevos rumbos para la siguiente pregunta, ¿Qué herramientas te provee el arte para encarar ese desafío?
– Para responderte, voy a citar a la hermosa Susy Shock. Hace poco vi un video por Youtube donde ella realizaba un show en San Telmo. Había una vidriera por donde se veía a la gente pasar y ella les dedicaba una canción o un poema, y se producía una conexión muy hermosa después de tantos meses de encierro. Susy decía que era necesario e imprescindible recrearse, y aclaraba que cuando hablaba de recrearse no se refería a entretenerse o divertirse, sino que hablaba de recrearse como la posibilidad de reinventarse, y que eso en una situación de crisis no solo era necesario, sino que era indispensable.

Para poder pensar otras dinámicas y otras formas de seguir relacionándonos, es necesario recrearnos y permitirnos convertirnos en otros asimilando todo lo que esta larguísima pandemia nos impone. Entiendo que este contexto va a dejar huellas imborrables en todos nosotros, y, sobre todo, pienso mucho en la enorme necesidad que tienen los chicos de relacionarse. Me parece que las herramientas del arte son fundamentales, hacer o escuchar música, bailar un rato, escribir, dibujar, es tan indispensable para los chicos como para los adultos.
– Susy Shock siempre es una de nuestras referentes, la hemos entrevistado en este ciclo y no podía dejar de pensar también en tu propia historia, cómo te recreaste y reconstruiste tu propia identidad. En ese proceso personal, y también colectivo, publicaste el libro “Quién te crees que sos”, y quería preguntarte dos cosas, ¿Cómo fue el proceso de construcción del libro? ¿Por qué lleva ese título?
– “Quién te crees que sos” tiene aproximadamente diez años y me tomó unos cuantos otros escribirlo. En realidad, lo que me tomó varios años fue animarme a contar mi historia con mis propias palabras, y dejar de repetir las fórmulas que la historia me había deparado. De algún modo, el libro es un fragmento extraído de un ejercicio, que tiene que ver con la reconstrucción, en principio de mi identidad, pero también de un montón de cosas relacionadas al rol social y la historia colectiva. Si cuando el Estado apropia niños está cercenando el cuerpo social colectivo que tenemos, cuando aparece una restitución también hay algo de lo colectivo que se está reparando, de hecho, el derecho de identidad aclara que no se trata solamente de un derecho de la persona a la que se está restituyendo, sino que es un derecho de toda la sociedad conocer la identidad de las personas, y especialmente de los hijos de desaparecidos, porque es fundamental para reparar parte de esta historia que el genocidio quiso borrar, y esa fue una violencia dirigida a todo nuestro pueblo, no solamente a los desaparecidos o las personas que fuimos privadas de nuestra identidad.

El libro lo escribí en un momento muy particular, en donde estaba llegando la posibilidad de hacer los primeros juicios de lesa humanidad, empecé a escribirlo cuando ya estaban instruidos los juicios, y teníamos una fecha estimativa de inicio de juicio que se iba corriendo para adelante, veíamos que estaba por presentarse la posibilidad de dar vuelta la página respecto a tantos años de impunidad.
“Susy Shock hablaba de recrearse como la posibilidad de reinventarse… en una situación de crisis no solo era necesario, sino que era indispensable”.
En mi caso particular, era inminente el juicio por mi apellido, en simultáneo a la escritura del libro. Tenía un bebé de un año y otro de tres, y me brotó la revolución interna que se produce cuando uno empieza a ver la vida a través de los ojos de los chicos a los que está criando. Este libro es un paréntesis de aquel momento, y representa un montón de cosas que tienen que ver con la expectativa y la ilusión que nos generaba empezar a reparar nuestras historias. Hubo un ejercicio anterior y uno posterior que es infinito y no tiene un punto final, la reconstrucción es permanente y nos lleva a generar mucho pensamiento teórico y mucho contenido relacionado a nuestra historia.
– Ángela, una vez dijiste que ibas encontrando la identidad a medida que encontrabas las palabras, ¿Cómo explicarías ese encuentro con las palabras? ¿Cómo las vas encontrando?
– Las palabras las vas encontrando aunque siempre hayan estado ahí, lo que vas encontrando es el sentido profundo de las palabras, la pertenencia, la impertinencia, hay un montón de cosas a las que uno les va encontrando el sentido. Y voy a usar una palabra a la que también podemos cuestionarle el sentido y resignificarla: apropiarse. Cuando uno se apropia del lenguaje, y es simplemente eso, sentir que una palabra lo identifica o que no lo identifica, muchas veces uno logra identificarse por lo que uno rechaza. Las palabras uno las va encontrando, y el lenguaje produce pequeñas revelaciones internas, a veces encontrás una palabra que termina sintetizando situaciones difíciles de explicar, hay palabras muy certeras. En el lenguaje se trata de identificar algunas palabras y sentir que esas palabras son uno mismo.

Yo antes de escribir dibujaba y sentía que tenía un lenguaje sin palabras, pero capaz de transmitir sensaciones que todavía no tienen palabras que las identifiquen. Luego empecé a sentir que el dibujo no me alcanzaba y necesité salir a buscar palabras porque necesitaba ser específica para inscribirme a mí misma, porque inscribirme a mí era inscribir un pedazo enorme de nuestra historia, y significaba reunir a mis padres, y significaba también enlazar el pasado con el futuro, que mis hijos tuviesen un vínculo con estos abuelos. Ahí es donde ocurre esa magia genial, en donde una abuela que en realidad está desaparecida hace 40 años, se convierte en una abuela presente todo el tiempo, porque los vínculos no los extingue ni siquiera una desaparición forzada.
– Recién mencionaste a tus viejos, y me gustaría preguntarte sobre Paco, quien como escritor y militante se ha metido en el corazón del pueblo. Existen organizaciones, agencias de noticias y distintos colectivos que llevan su nombre. ¿Qué te pasa a vos cuando ves estas cosas?
– Cuando yo empecé a descubrir quién era mi viejo, no ocurría todavía lo que decís respecto al reconocimiento popular y social, había una sensación de que había sido borrado de la historia. Al punto que quiero llegar con esto, es que el reconocimiento de mi viejo fue posible gracias a la madurez democrática, a la revisión de la historia. Todo esto provocó que mucha gente haya salido al rescate de una figura como la de mi viejo.

Yo pienso en él de un modo distinto, me separo de su figura pública y lo llevo presente como mi papá, algo que nos pertenece solo a mí y a mi hermano. Me pone muy contenta que su dimensión pública esté en manos de todos, él ya era un tipo público y su figura había tomado gran relevancia gracias a su trayectoria cultural antes de su desaparición. Quisieron silenciarlo, pero la militancia y la cultura no lo permitieron. Muchas veces pasaba que algunos periodistas rescataban la obra poética de mi viejo, pero no su militancia. Me parece que lo que hace rico al personaje de mi viejo es su diversidad y sus distintas facetas, incluso sus contradicciones.
– ¿Qué te pasa cuando leés algo suyo?
– Comencé a leerlo cuando tenía aproximadamente 20 años, y la sensación que tuve al principio, y mientras más pasa el tiempo más la corroboro, es que él tiene un diálogo muy anticipado con su propia historia, con lo que después iba a venir. Él todo el tiempo está escribiendo para fundamentar lo que ocurrirá luego, y de manera muy anticipada tiene un diálogo con la muerte, un devenir de su escritura en el cual uno puede dialogar y hacerse preguntas sobre cosas que ocurrieron después, y él las responde mucho antes. Eso me impactó la primera vez que lo leí y me sigue impactando.
“Me parece que lo que hace rico al personaje de mi viejo es su diversidad y sus distintas facetas, incluso sus contradicciones”.
– Buscando información para la nota, leí que tu madre, Alicia Raboy, fue enviada como corresponsal del diario Noticias a Cuba, medio en el que, según tengo entendido, coincidieron laboralmente y se conocieron tus padres. Tengo entendido que vos estabas trabajando en un proyecto que tenía como objetivo recopilar todas las notas que tu madre hizo en el diario, ¿Es así?
– Un día me encontré con una invitación de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa, diciéndome que iban a hacer un homenaje a periodistas desaparecidos, y me pareció que aquella era una oportunidad excelente para hacerle un planteo a los compañeros y poder pensar en por qué nos acordamos de Urondo. Por ejemplo, mi vieja ni aparecía en la lista de homenajeados. A mi madre la mencionaban como la compañera de Paco Urondo, ni siquiera aparecía el nombre y me parecía que era necesario recordar no solo a los desaparecidos conocidos, sino también a los que no eran conocidos, porque se trataba también de personas desaparecidas. Cuando la FATPREN me invita a este homenaje yo consulté si también estaba incluida mi madre, a lo que me respondieron que sí, que por supuesto, que no sabían que yo era hija de ambos. Me pareció una gran reacción por parte de la Federación. Luego en el acto pedí más compromiso y dije que el rescate de la memoria de los desaparecidos no podía depender solamente de los familiares de las víctimas, que ellos, como periodistas, debían profundizar sobre este tema.

Hicimos un trabajo de investigación para identificar las plumas de las notas de aquel entonces, para identificar a las personas, y de esas distintas plumas nos empezó a parecer que una podría ser de mi madre, quizás por cierta ironía y complejidad que llevaba, y comenzamos a trabajar para descifrar esto. Tengamos o no certeza de cada una de las notas, tenemos una aproximación más que interesante y de este archivo se pueden rescatar notas muy ricas en cuanto a la historia y el modo de ser escritas. También comparamos el estilo de escritura de las notas encontradas de aquella época, con algunas cartas y documentos de mi madre de distintas épocas, para ver si había coincidencias. Este trabajo no tiene un fin concreto, es una de esas tareas que hacemos porque no podemos dejar de hacerlas, son muchas las ganas y es mucha la curiosidad.
– En todo este tiempo en el que has hecho lo imposible por reconstruir la historia de tus padres, ¿Encontraste alguna respuesta de por qué la conducción de Montoneros decidió enviar a Paco y a Alicia en Mendoza, tratándose de un lugar peligroso?
– Nunca hice lo imposible, siempre hago lo posible y hasta un poco menos incluso, porque soy bastante vaga. Dentro de lo posible podría haber intentado con cualquiera de los sobrevivientes de la Conducción Nacional de Montoneros, y nunca lo hice porque para que me digan cualquier cosa en la cara, prefiero no tener algunas certezas y quedarme con mis propias deducciones, con las que me alcanza y me sobra. Me resulta muy difícil hacer una crítica a una organización clandestina cuarenta años después. Conozco las consecuencias y las vivo en persona, quizás le corresponde más a las personas que fueron responsables dar algunas respuestas más lógicas que las que han dado respecto al traslado nuestro a Mendoza, quizás también deberían dar respuestas sobre el juicio revolucionario a mis padres por su relación amorosa y que la decisión haya sido el traslado a Mendoza.
“Me resulta muy difícil hacer una crítica a una organización clandestina cuarenta años después”.
Al margen de esto, no tengo dudas de que los asesinos de mis viejos son los milicos, entiendo que las organizaciones armadas venían luchando contra una dictadura que se prolongó intercaladamente durante décadas con la proscripción del peronismo. No podemos obviar todo eso. Siempre que saquemos los trapitos sucios al sol, hay que tener bien en claro quiénes fueron los verdaderos responsables de aquellas muertes.
– Hace poco se cumplió un nuevo aniversario de la agrupación HIJOS. ¿Qué significa para vos?
– HIJOS es una familia extendida, me retrotrae a la experiencia de los 90 de llegar a la mayoría de edad y descubrir toda la historia y el atravesamiento histórico respecto del genocidio y no tener todavía, en aquel momento, un marco político sólido, porque recién estaba enterándome de todo al mismo tiempo. Llegar a ese lugar y saber que ahí había gente que estaba pasando por lo mismo que yo fue fundamental. No sabía que se estaba generando hacia afuera a nivel político, pero sí sabía lo que estábamos haciendo hacia adentro de la agrupación. Era absolutamente reparador y hasta lúdico, se trataba de un espacio de mucho encuentro, mucha vitalidad y mucha felicidad, contra lo que todos pudieran imaginar. Estamos hablando de la agrupación menos lúgubre que ha existido. Hemos tenido todo tipo de celebraciones y campamentos, íbamos a plantarnos a las casas de los genocidas y de eso hacíamos una fiesta. Ese espacio nos permitió ser irreverentes y compartir nuestro humor negro, humor que fuera de la agrupación nadie entendía. Se trataba de empezar a hablar sin tanta solemnidad de la tragedia que nos atravesó. Por otro lado, tengo un segundo impacto de HIJOS, y tiene que ver con lo federal. Yo viajé por un montón de lugares y en todos lados tengo HIJOS, tengo compañeros, tengo hermanos, tengo casas donde quedarme, tengo gente con la cual nos podemos tomar un vino y divertirnos, y eso es muy hermoso. Para mí, HIJOS son compañeros, y ahí persiste una llama muy poderosa.
“El espacio de HIJOS nos permitió ser irreverentes y compartir nuestro humor negro, humor que fuera de la agrupación nadie entendía”.
– ¿Podrías contarnos alguna anécdota que sirva como ejemplo de este uso del humor negro como una herramienta sanadora?
– Me acuerdo de Victoria Grigera Dupuy y el famoso teléfono para hablar con los padres. No sé si era gracioso, pero todo el mundo tuvo ganas de decirle algo a sus padres y en ese sentido el teléfono funcionaba. Desde tirarles bombitas de agua y de pintura y carnavalearle las casas a los milicos, hasta el famoso teléfono para hablar con los padres. Eso es humor, todos los escraches estaban llenos de denuncia, pero también llenos de humor. Todo el laburo del gag tiene que ver con eso, es un laburo finísimo de humor y de denuncia que vale la pena estudiar. Cuando les decíamos a los vecinos que estaban viviendo al lado de un genocida, que no lo quiera, se trataba de eso, de generar conciencia y empatía desde el humor, desde el teatro, desde la música, desde lo performático, desde la pintura, desde la fotografía. La generación de HIJOS tuvo muchos lenguajes artísticos de expresión.
– ¿Qué te pasa cuando ves a tantos compañeros/as de aquellos años de militancia ocupando lugares de toma de decisión dentro de la política?
– Hay de todo, hay momentos. Tengo algunos recuerdos de Horacio Pietragalla poniéndole el cuerpo a la represión frente al Congreso en los años macristas, y a mí me emociona el corazón. También me generan mucha emoción algunas intervenciones de Wado de Pedro, pero hemos tenido muchas discusiones también. Puedo decir que no existe una cosa uniforme, también existen hijos de desaparecidos o compañeros de distintos ámbitos ocupando lugares con los cuales yo no comparto muchas cosas. También hay Fernández Meijide dando vueltas, hay de todo, aunque en general uno piensa en los compañeros/as buenos/as, los que están bien formados y no andan barrileteando.
– ¿Cómo viviste tu maternidad?, ese proceso en el cuál además de ser hija, pasas a ser madre.
– Yo era huérfana más que hija.

– Ahí apareció tu humor negro, está intacto.
– No es lo mismo. Por mi historia, había encontrado mi independencia desde muy chica, traté de irme lo más pronto posible de mi casa, me sentía grande cuando no era grande en absoluto.
– Te sentías grande.
– Así es, nunca jamás rendí cuentas, no sé mucho cómo es ser hija, incluso a esta edad, donde tengo a la mayoría de mis amigos preocupados por sus padres grandes. Desconozco la experiencia, soy más huérfana que hija. Cuando tuve niños ya hacía mucho tiempo que estaba en otro rol que no tenía nada que ver con el de hija, ni siquiera con el de huérfana. Hay un momento en donde uno mismo empieza a ser su propio padre, entiendo que la adultez tiene que ver un poco con eso. Lo que sí me pasó con la maternidad fue sentir la urgencia de llevar mi apellido como correspondía, porque no podía transmitirles un apellido falso a mis hijos. Siento que puedo compartir mucho con ellos, la oralidad de la historia es hermosa.
– Tengo muy grabado un recuerdo de Tecnópolis, donde leíste algo, creo que estaban presentando un libro, y recuerdo que fuiste con tu hijo.
– Sí, era un homenaje a poetas desaparecidos, y estaba Macarena Gelman, Hebe, Elsa Oesterheld, Camilo Juárez Pais, una cantidad de compañeros enorme.
– Leíste tu poema con los anteojos de Hebe.
– Vamos a aclarar que Hebe había pedido que bajen las luces porque le lloraban los ojos y yo soy re chicata, así que me tuvo que prestar sus anteojos y leí todo a través de sus ojos. Pero ese día lo especial fue otra cosa.

– Lo especial fue que tu hijo Boris leyó un poema, ¿Cómo fue esa transmisión? ¿Cómo les contás a ellos tu historia?
– Yo los estuve adoctrinando durante todo el año para esa fecha, los até y les dije que reciten.
– (Risas)
– La realidad es que íbamos en el auto y Boris me preguntaba a dónde estábamos yendo, porque yo soy una madre que materna mucho sola, y los chicos me han acompañado a muchísimas actividades, para ellos aburridísimas: un acto con las Madres, una charla en la facultad, después otra vez a las Madres, y los chicos diciéndome que a tal señora ya la escucharon. Ellos en esas situaciones me acompañan, y ahora mucho más porque son más grandes y entienden más, pero cuando eran chicos era un plomazo para ellos. Estábamos yendo a Tecnópolis y Boris me preguntó qué íbamos a hacer, les conté lo del homenaje a los poetas, y él me dijo que ya sabía leer, estaba en primer grado. Le pregunté si quería leer, no me dijo ni sí ni no, agarró el libro y eligió uno que era largo. Cuando nos tocó hablar a nosotros, yo le di la palabra a él y empezó a leer su poema casi sin respirar, para que todos sepan que leía muy bien. Leyó y en un momento tenía que pasar la hoja, había terminado, todos empezaron a aplaudir y Boris gritó: “Alto, que todavía no terminé”, y todos los que estaban llorando de emoción largaron una carcajada tremenda. Fue algo muy hermoso, porque de nuevo tuve la sensación de poder compartir un momento súper íntimo, fue algo que ocurrió con mucha naturalidad. Puedo decir con toda seguridad que no nos han vencido, este niño lleva a sus abuelos en la memoria.
– Qué fuerte lo que contás. Queremos que nos cuentes qué significó para vos ese proceso de escritura y cómo fue llevarlo adelante.
– Empecé a escribir en un blog mucho antes de saber que iba a convertirse en un libro. Ese blog empezó como un espacio en el cual plasmar una búsqueda de palabras con las cuales me hablaba a mí misma. Sin embargo, comencé a necesitar que fuera abierto, porque necesitaba testigos de que esto estaba ocurriendo. Era una declaración de independencia, una cuestión de soberanía en la cual yo necesitaba testigos para acreditar que esto pasaba, pero no le estaba hablando a otra persona más que a mí. Con el tiempo dejé de hablar conmigo misma y empecé a tomar responsabilidad por ese otro que me lee, comencé a poner un poco más de narrativa, a ser menos críptica para explicar algunas cosas, y me parece que estuvo bueno. Tuve un descubrimiento respecto a la búsqueda de la palabra y de la escritura como forma de expresión.
“Las formas de decir el genocidio y nuestros reclamos de justicia van mutando con el tiempo”.
– Tuve el privilegio de tenerte como docente de narrativa en la maestría, y ahora me estoy dando el lujo de entrevistarte. Lo que me quedó muy marcado fue la apertura y la aparición de nuevas narrativas para contar el genocidio. Antes estaba la imposición de que aquello debía ser contado desde un tono serio o solemne. ¿De qué maneras puede ser contado el genocidio?
– Creo que eso tiene que ver con los tiempos históricos. Hubo un primer momento post-genocidio que tuvo que ver con la denuncia y el rescate de la memoria inmediata y descarnada de los sobrevivientes de los centros clandestinos, una memoria que puedo relacionar con los papelitos de Julio López, escritos hasta el último milímetro para no olvidar ningún detalle, e inmediatamente me hacen acordar a Primo Levi y al tipo de relato que él hacía, en donde estaba desesperado por no olvidar ningún detalle. Porque sobrevivir en aquella situación tenía que ver con tener la posibilidad de denunciar las atrocidades del genocidio y eso lo relaciono también con esa forma de comunicar muy post-genocidio, que tiene que ver con la urgencia de no olvidar detalles para poder denunciar, y también lo relaciono con las consignas de los organismos, por ejemplo el “Aparición con vida” de las Madres.
Van pasando los años y aparece una madurez respecto a la posibilidad de llevar adelante distintos tipos de narración para comunicar aquella tragedia, y esto permite que entren otras voces. Nosotros ya no podemos decir lo de “aparición con vida”, porque ya vivimos gran parte de nuestras vidas y ya sabemos que no van a aparecer. Con esto no estoy cuestionando a las Madres, ellos los parieron y corresponde que sigan pidiendo aparición con vida, pero también generacionalmente corresponde que nosotros pidamos otras cosas, como por ejemplo” juicio y castigo”, “memoria, verdad y justicia”. Las formas de decir el genocidio y nuestros reclamos de justicia van mutando con el tiempo.

La universidad nos dio la maravillosa posibilidad de incorporar una bibliografía, y en el taller de narrativas en Derechos Humanos 2, asumo que ya han visto todo lo solemne que ya tendrían que haber visto y todo lo imprescindible, es decir, a Rodolfo Walsh ya lo leyeron, entonces, a partir de allí podemos ir a ver narrativas visuales, podemos ir a ver dibujos animados que hablan del genocidio, podemos ir a ver novelas gráficas, podemos pensar en cómo ponerle palabras propias a las historias que todavía podemos contar.
A mí lo que me aburre un poco es el tema de la repetición de los entonces y las consignas, el reduccionismo que a veces se hace de aquella historia. Me parece que cada uno tiene un atravesamiento histórico y un impacto respecto de la ausencia o no de derechos humanos a su alrededor, y que eso te puede convertir en un narrador indispensable de alguna situación, siendo capaz de crear un contenido propio que nos sirva a todos.
– ¿Pensás que hay algo que todavía falta contar de ese período de la historia argentina?
– Muchísimo, hay tela para cortar y para profundizar a rolete: el rol de las mujeres durante el terrorismo de Estado casi no ha sido abordado, el rol de la justicia recién hace algunos años logramos que comenzará a tenerse en cuenta, ¿Qué pasó con los chicos que fuimos secuestrados y después eventualmente devueltos nuestras familias o a donde sea? Eso casi no es tenido en cuenta, no hay muchas querellas al respecto. En los juicios entramos casi desde lo anecdótico, desde los relatos de los secuestros de nuestros padres. En lo filosófico, cuando se estudia el genocidio se piensa generacionalmente, primera, segunda y tercera respecto de las víctimas directas, y aquí en realidad hubo simultáneamente generaciones que fuimos víctimas directas. Lo que planteo es eso, yo no puedo considerarme segunda generación porque fui compañera de celda de mis padres y mis hijos saben que son hijos de desaparecidos y nietos de desaparecidos. El genocidio atravesó varias generaciones y ha dejado secuelas que se arrastran hasta el presente. Todavía tenemos una democracia inmadura, porque cuando no se respeta un DNU de carácter federal, se está vulnerando la democracia. No puedo dejar de pensar lo joven que es nuestra democracia y todo el trabajo que falta hacer para que tengamos una democracia justa.
“Soy más huérfana que hija”.
– ¿Qué significa para vos la figura de Néstor Kirchner?
– Me emociona porque llegué re tarde, era de las personas que se había incorporado a la política con un presidente que decía que debíamos reconciliarnos con los milicos, y en ese momento para mí la política era apartidaria, me resultaba muy difícil entender a la política y al Estado como algo propio. En el 2005 estábamos en Santa Fe haciendo un homenaje, prendí la tele y Néstor estaba anunciando que iban a derogar las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Ese día lloré sola mirando la tele. La experiencia es tan trágica cuando el Estado te quita todo, a mi todavía no me habían devuelto mi nombre y encontrarme de repente con que el Estado estaba teniendo una voluntad reparatoria era muy fuerte para mí. Poco antes habíamos estado en aquel acto de la ESMA, en donde Néstor dijo que venía a pedir perdón en nombre del Estado argentino por los crímenes cometidos. Ese día me pellizcaba porque no podía creer lo que estaba escuchando.
No me hice fanática, escuché eso y sentí que era lo que correspondía, porque el Estado me había quitado demasiado, y esto me hacía ponerme en un lugar en el que sentía que había alguien al que le importaba que todas las personas que habíamos quedado por debajo de la línea de los derechos no estemos más allí. De todos modos esto no lograba que yo confiara o me alineara, porque la experiencia política hacía que sea una persona desconfiada. Menem ganó prometiendo algunas cosas y después terminó haciendo todo lo contrario.
“Néstor nos enseñó que hay compañeros que se mueren sin cagarla”.
Lo que ocurrió fue que Néstor se murió y los juicios estaban en marcha. El tipo le puso la vida y no tuvo tiempo de cagarla, y a mi quizás me hubiera gustado que la cague para decir que los políticos eran todos iguales. El día que se murió me dolió en todo el cuerpo, salí a la plaza a abrazarme con todos los que necesitábamos llorar. Todavía me resulta muy doloroso haber perdido a un tipo así, el modo que tuvo Néstor de entregar su vida nos enseñó muchas cosas, y nos enseña que existen compañeros de esta talla, sin santificar ni traer aquello de la perfección de los muertos, nos enseñó que hay compañeros que se mueren sin cagarla. Y esa enseñanza vale mucho. Me hubiese gustado conocerlo personalmente, comerme un asado con él y que me cuente unos chistes, me parece un tipo fantástico y muy cercano en ese sentido.
– Increíble la cercanía que generó Néstor con la gente siendo presidente.
– La necesidad de cambiar el lenguaje acartonado y solemne también interpela a los presidentes. Lo primero que hizo Néstor fue tirarse de mosh en el público como si se tratara de un recital de hard rock, y volvió con la cabeza rota como correspondía. Como acto de entrega fue muy épico, no conozco a nadie más arrojado como Néstor tirándose de palomita en cada lugar donde estuvo. En cada pueblo y en cada lugar entregó todo. En la actualidad tenemos compañeros muy valiosos, pero a veces pienso ¿Qué pasa que los exprimimos hasta la última gota?, ¿Qué pasa que parte de nuestra militancia no es enseñarnos a vivir un poco mejor para no morir a mitad de camino? Yo entiendo que cuando la situación apremia nadie quiere salir del frente de batalla, pero la realidad es que necesitamos muchos más cuadros políticos bien formados, y para eso hay que darles mucho más espacio a los pibes jóvenes y cuestionar siempre el verticalismo ciego.

– Hablando de gente valiosa, ¿Quiénes son tus referentes?
– Pienso en las Madres de Plaza de Mayo, todos tenemos mucha admiración por ellas como colectivo, pero además pienso en ellas como personas particulares. En Laura Conte, quien para mí fue uno de los pilares de mi vida porque me ayudó a reconstituirme luego de la noticia de que mi identidad era otra. También recuerdo a Graciela Reboredo, mi médica, es otra de las fundamentales, es una de las personas a las que consulto no solo cosas relacionadas a mi salud, sino también cosas de la vida. La ´Turca´ Renée Ahualli, mi compañera y sobreviviente del episodio de Mendoza, mi madre putativa y elegida. Ana Montenegro de Mendoza, quien me abre las puertas de su casa siempre para abrazarme. Adriana Martínez, quien fue mi partera, pero no quiero nombrar a algunas por sobre otras. Son muchas las mujeres referentes y son muy maravillosas, a muchas las tengo cerca, y también hay otras que quizás no las conozco personalmente, pero son pilares fundamentales. Y también hay algunos varones, pero en principio creo que las mujeres hacemos redes de supervivencia que tiene que ver con lo femenino, así que ahí va mi lista de referentas.
– ¿Cuáles son tus sueños?
– Qué peligroso lo que me preguntás. Estoy soñando muchas situaciones que añoro, que tiene que ver con estar amontonados, sueño que estoy en lugares donde hay mucha gente y voy descubriendo uno por uno quienes son, como si se tratara de una fiesta gigante, una marcha o una actividad muy concurrida. También tengo diálogos en sueños con gente, como si nos estuviésemos viendo, charlo con amigos en mis sueños y me contestan cosas que mis amigos me dirían, como si los hubiese visto.
– Para finalizar, quería terminar con tu lectura de un poema o algún fragmento de un texto que te represente.
– Hay un poema breve de mi viejo que me gusta mucho, y dice así: “De boca, sin ruidos, he caído una tarde sobre la playa y no recuerdo si he despertado o si fue otro quien se levantó de la arena. Tengo mala memoria”.
*Producción: Camilo Caballero