“La empresa Ledesma sigue generando muertes. A su complicidad en los secuestros y desapariciones durante la dictadura, hoy mantiene a la intemperie la fibra de la caña de azúcar, cuando por ley debería estar encapsulada, lo que provoca una enfermedad pulmonar que deriva en cáncer”.
La denuncia es gravísima en sí misma, pero adquiere una mayor dramatismo cuando trasciende que la responsable de visibilizar lo que muchos medios prefieren ocultar, es nada menos que la militante por los derechos humanos Adriana Arédez. Su padre fue Luis Ramón Arédez, el intendente de Libertador San Martín que desapareció en 1977 después de hacerle frente a los abusos de la familia Blaquier. Y su madre Olga Arédez murió víctima de bagazosis, una infección pulmonar provocada por la exposición crónica a partículas de caña de azúcar contaminada.

“Es una cadena de complicidades y de encubrimientos en esta dolida provincia de Jujuy, a la que me vine a vivir para llevar adelante el juicio contra los genocidas, por el primer secuestro y la desaparición de mi padre. Ahora mi madre murió como consecuencia de una infección en los pulmones que derivó en cáncer. La causa fue que la empresa Ledesma mantiene la fibra de la caña de azúcar a la intemperie, cuando por ley tiene que estar encapsulada. Ellos se creen los dueños de todo y lo demuestran provocando muertes. Muertes por bala, por secuestros, desapariciones y torturas, por genocidios de pueblos originarios para apropiarse de sus tierras y por genocidios ambientales como el de hoy”, afirma Adriana Arédez en diálogo con Cynthia Ottaviano en Volver a las Fuentes (AM 990).
En sintonía con las acusaciones de Adriana Aredez, los trabajadores del Ingenio Ledesma denunciaron el no cumplimiento de los protocolos de seguridad por el Covid-19, tras la muerte de cinco operarios y tres de sus familiares, tal como informó Laura Vales en Página 12.
En una demanda penal contra Ledesma, el Sindicato de Obreros y Empleados del Ingenio (SOEIL) aseguró que la empresa no proveyó elementos de protección de bioseguridad a los trabajadores y que los médicos del ingenio mandaron a trabajar a empleados que presentaban síntomas de coronavirus.

-Adriana, el caso de Ledesma hoy tiene la particularidad que junta el reclamo por Memoria, Verdad y Justicia, con el del cumplimiento de las normas básicas para el cuidado de la salud. No solo respecto a los trabajadores y trabajadoras del ingenio, sino a la población en general.
-Claro, este incumplimiento de la ley del que venimos hablando, dejando la caña de azúcar a la intemperie, tiene que ver con esta enfermedad bagazosis. Es un mal que las propias dependencias de salud provincial ni siquiera registran, como consecuencia de la complicidad que hay con estos poderes tan fuertes. Y hoy, esa misma actitud se expresa en medio de la pandemia.
-Nos venías hablando de la complicidad del poder provincial frente a esta situación.
-Es fundamental tener claro que los gobernadores de esta provincia son puestos con la autorización y la anuencia de los dueños de Ledesma. Olga Aredes murió de bagazosis y ella tuvo que demostrar por sus propios medios que lo que tenía en sus pulmones eran hongos y bacterias de un producto que ellos agregan a la fibra de la caña de azúcar, para la elaboración del papel. Eso tiene que estar encapsulado y hasta el día de hoy, está a la intemperie. Ahora que estamos acostumbrados a ver las estadísticas de muertes y contagios, es importante decir que el caso de Olga Aredez es el caso uno de muerte de esta enfermedad.
Pero esta complicidad viene de antes. Ledesma hoy es un barrio de la ciudad de Libertador General San Martín gracias a la época en que mi padre fue intendente, durante la presidencia de Héctor Cámpora. La empresa nunca pagaba impuestos, entonces mi padre les expropió 400 hectáreas como cobro de esos impuestos y las anexó como barrio. Lo hizo. Y al día de hoy está desaparecido. Y al día de hoy mi madre está muerta de cáncer. Ledesma asesina de cualquier forma a las personas.

-En 2012 tenías esperanza que los Blaquier se sentaran en el banquillo de los acusados. ¿Cuál es la situación de la causa hoy?
-Si una persona es secuestrada, asesinada y la hacen desaparecer a través del Estado, eso se llama delito de lesa humanidad. Eso lo sabemos, o lo deberíamos saber, todos. A nosotros, a los sobrevivientes y a los familiares de las víctimas nos queda bien claro quiénes son los que cometieron esos delitos de lesa humanidad, sin embargo para no estar muy claro en nuestro país. En 2015, cuando ya se venía venir el cambio de gobierno, esta gente que es permanentemente golpista se hizo desprocesar con la Cámara de Casación número 4, un tribunal integrado por jueces que fueron designados por Videla.
-Tenés toda una vida de lucha y todavía no se ha podido encontrar justicia en este caso.
-Además, tenemos la complicidad del Consejo de la Magistratura, que declara que está bien lo que se hizo y que nuestro reclamo no tiene sustento, cuando existen cientos de pruebas. Es increíble que no se puede hacer justicia con este tipo de crímenes cometidos desde el Estado. El juez español Baltazar Garzón forma parte de nuestro equipo y se cansó de decir que estos crímenes son imprescriptibles. Pero bueno, en 2015 aprovecharon y se hicieron desprocesar. En esta provincia es así, se creen dueños de la vida de la gente y creen que pueden hacer lo que quieren. Son peligrosísimos, pero no voy a descansar hasta que se haga justicia. Es un compromiso con mi familia, mi padre y con las generaciones futuras.
-¿Crees que el ensañamiento en el caso de Milagro Sala también tiene que ver con su reclamo de Memoria, Verdad y Justicia por el caso Blaquier y Ledesma?
-En el gobierno de Néstor Kirchner, se constituyó la organización conocida como la Tupac y Milagro acompañó durante muchos años a mi madre, hasta que ella finalmente muere. Las organizaciones sociales nos acompañaron mucho, Milagro tenía un poder de movilización descomunal. En alguna oportunidad, yo dije en un programa de televisión que había un poder paralelo, y ese poder paralelo era su organización. Pero sí, creo que lo de Milagro es producto de persecución.