Entrevista realizada por Luis Zarranz y Emanuel “Peroncho” Rodríguez en el programa Fuera de Contexto que se emite los sábados, de 16 a 18 horas, en El Destape Radio. Repite los domingos a la medianoche. FM 107.3 –http://eldestaperadio.com En Spotify: Fuera de Contexto Radio.
– Emanuel Rodríguez: Vamos a conversar con un compañero, es un colega del que he aprendido muchísimo y me siento muy agradecido debido a su tremenda generosidad. Un peronista que no solo hace bandera de su peronismo en su profesión, sino que además, cotidianamente, lleva a la práctica cada una de las doctrinas. Para mí es un orgullo presentar al comunicador, humorista político y streamer profesional Gustavo Berger, o como lo conocen muchos, Un Rubio Peronista.
– Gustavo Berger: Muchísimas gracias, que pedazo de presentación. Luego de semejante intro, todo lo que pueda hacer de ahora en más no va a estar a la altura. Hubiese preferido una intro más tranquila para poder sorprender, por ejemplo, ser presentado como un pibe modesto que cuenta chistes. (Risas)
– ER: Lo que pasa es que estamos en el gobierno de Alberto, por ende, tenemos que hacer una gran presentación y después bueno, no llegar a fin de mes.
– GB: Perfecto, empezamos tranquilos.
– ER: Son los tiempos políticos que nos tocan Gustavo, qué le vamos a hacer.
– GB: Claro, a veces la gente se enoja con un simple comentario cargado de ironía, ¿viste? Las redes sociales están más divididas que nunca. Basta con hacer un chiste ironizando sobre alguna cuestión del gobierno en Twitter para que se arme una batalla campal.
Eso de que las críticas se hacen puertas adentro es la mentira más grande que escuché desde que hago comedia”.
– ER: ¿Cómo te llevás con esas situaciones?
– GB: Es raro, porque ahora me putean hasta los propios compañeros. Antes era muy fácil, porque yo hacía un estilo de humor orientado a un público en particular y sabía que quienes me puteaban eran trolls macristas. Hoy en día, algunos compañeros actúan como fundamentalistas de ciertos sectores internos, sectores que se encuentran ubicados en nuestras propias divisiones, de modo que si hacés un chiste sobre Sergio Massa, de un lado aparecen los que te lo festejan porque piensan que Massa es un enviado de la Embajada, y del otro lado aparecen los que te salen a putear con el argumento de que no debemos erosionar y desgastar al gobierno, pregonando la mentira más grande que escuché desde que hago comedia: me refiero a eso de que las críticas se hacen puertas adentro, y ahí es donde me pregunto ¿Cuáles serán esas críticas puertas adentro de las que tanto hablan y donde se encuentran esas puertas?

– ER: Comparto al cien por ciento tu mirada. No debemos negar la situación complicada que estamos atravesando, pero si en momentos como este, quienes nos dedicamos a observar la realidad y, a partir de allí, elaborar comentarios humorísticos con tintes críticos, no lo hiciéramos, nuestra palabra perdería valor.
– GB: Es tal cual lo decís. Los artistas entendemos que no podemos presentarnos en vivo debido al actual contexto pandémico, lo que ocurre es que, a veces, entre la presión que significa no llegar a fin de mes, los permanentes aumentos de precios en los supermercados, y, en mi caso particular, ver cómo me llama ARBA para exigir que pague la patente del auto, lo último que voy a decir del gobierno es que es lindo. Me pedís un esfuerzo, me pedís que me quede en casa y después vos mismo me llamás para que te de plata. Si esta situación me genera indignación a mí, imaginate lo que le genera a los que no apoyan a la actual coalición de gobierno.
– Luis Zarranz: Me deja más tranquilo saber que no soy el único al que ARBA llamó para que pague la patente del auto.
– GB: Es una forrada, encima llaman los sábados a las ocho de la mañana, lo que lo hace aún peor. Kicillof, si estás escuchando, te doy un consejo para no empeorar el humor social, cambien el día y el horario del reclamo.
– LZ: A lo largo de los años, has construido un personaje, “El Rubio Peronista”, que de alguna manera te dio un nombre relevante. Hiciste más de 1000 funciones con ese personaje, ¿Cómo surgió ese espectáculo?
– GB: Se fue dando muy de a poco, no puedo hablar de esto sin nombrar a Ignacio Copani: comencé siendo su asistente en la empresa y terminé siendo el manager. Durante ese trayecto empecé a empaparme de política y si bien siempre tuve inquietudes respecto a lo social, acompañando a Copani me metí de lleno en las entrañas del peronismo.

– LZ: ¿Cuál fue el período en el que tuviste esa experiencia junto a Copani?
– GB: Desde finales del 2001 hasta el 2011, momento en el que reelige Cristina. Recuerdo haber visto las agresiones que recibía Ignacio debido a su posición política. Llegábamos a algunos pueblos y había muchos carteles repudiando su presencia. Recuerdo que le habían dado la llave de la Ciudad de Buenos Aires en Pavón Arriba, pueblo de la provincia de Santa Fe donde nació Copani, y unos años después, al desatarse el conflicto con el campo en 2008, le sacaron esa llave. El mismo Concejo Deliberante que le había entregado la llave, se la quitó. Ahí fue cuando aprendí que el arte podía ser más que una herramienta de entretenimiento, y se me ocurrió la idea de hacer humor político y dedicarme al cien por ciento a eso. Durante el conflicto del campo, yo vivía en Olivos, así que imaginate lo que era el almacén del barrio. Primero empecé con “Los muchachos humoristas” y cuando tuve el unipersonal, ya me convertí en “Un Rubio Peronista”
– ER: Hablando de “Un Rubio Peronista”¿Qué funciones relacionadas a ese espectáculo se te vienen a la cabeza?
– GB: Sin dudas, en primer lugar se me viene a la cabeza el estreno porque llegué a contrarreloj. Anuncié la fecha de estreno y me faltaba material para el espectáculo, que tenía que durar al menos una hora. En ese momento, trabajaba con Pablo Picotto, que era quien dirigía el espectáculo, y mientras debatíamos sobre los materiales a desarrollar, aparece el libro de los textos de “Mordisquito”, interlocutor que inventó Enrique Santos Discépolo para personificar a los contreras y a los cipayos. Se lo mostré a Pablo y coincidimos en que había que sumar ese material al escenario para llegar a la hora del espectáculo.
“Se me cayó una repisa en la casa de mi abuelo y al poner debajo cuatro libros de Alvear, quedó firme. Así que podemos decir que por primera vez el radicalismo sirvió para algo”.
Muchos compañeros entrados en años me conocen por interpretar los monólogos de Discépolo, pero además, estos monólogos ayudaron a crear un nexo entre los jóvenes que comenzaban a militar en agrupaciones como “La Cámpora” o “Nuevo Encuentro”, y los nostálgicos viejos peronistas de Perón. Lo que más me llamó la atención fue que, sin cambiarle una coma a los textos de Discépolo, parecía que estuvieran hablando del gobierno de Cristina, eso me pareció muy potente. Recuerdo mucho aquella primera función, y además del camarín sin baño y la precaria iluminación, recuerdo cómo me temblaban las patas. Se agotaron las entradas de la primera función, y debido a mi personalidad kamikaze, tuve la idea de hacer dos funciones la misma noche del estreno, algo que no le recomiendo hacer a nadie, ya que hice la primera función con cincuenta espectadores y la segunda con doce.
En segundo lugar, se me viene a la cabeza la primera vez que actué en “La Trastienda”, en septiembre del 2014. Veía que el espectáculo venía creciendo en convocatoria y me quería dar el gusto de actuar en un teatro grande. El objetivo era meter doscientas o trescientas personas en una sala de seiscientas. A una semana del estreno, se agotaron las seiscientas entradas de la primera función, razón por la cual sumamos otra función en la semana. No lo podía creer, de hecho hay una foto que sacó una compañera de la primaria, foto que todavía tengo y al verla sigo sin poder creerlo. En la foto se ve como la cola de gente doblaba por la esquina de Balcarce y formaba una U hasta llegar a la Avenida Belgrano.
En tercer lugar, elegiría cualquiera de las cuatro noches en las que festejamos las mil funciones, un número impensado hasta para el más optimista. Al principio me preocupaba porque no llegaba a juntar material para una hora, y después terminé peleándome con mis compañeros porque me pedían que bajara a una hora el show que ya era de dos. Fue increíble ver a algunas personas tan importantes, yo no podía creer que Taty Almeida estuviera sentada en primera fila para ver el espectáculo.

Sumando un cuarto lugar, no puedo dejar afuera la función que realizamos en la Casa De Las Madres, con Hebe y todas las madres sentadas ahí. Me acuerdo de otra función en la que ya había arrancado a actuar, y al entrar Hebe la gente dejó de darme bola.
– LZ: ¿Cómo vivís la adrenalina que genera subirse a un escenario?
– GB: Esa adrenalina es lo que nos mueve a hacer lo que hacemos arriba del escenario, seguro Emanuel piensa lo mismo. Nos gusta hacer reír a la gente y también nos gusta que no dependa de uno cien por ciento que eso ocurra, esa incertidumbre es adrenalina pura. El público y las condiciones juegan su papel, si el sonido no está bueno, la gente no se ríe, si ese día se levantaron todos con el culo dado vuelta y coincidieron con el mal humor, por más que hagas tu mejor función, nadie se va a reír.
Antes de hacer humor político, realizaba algunas temporadas de verano, y recuerdo varias malas funciones en la playa, porque la gente se quedaba hasta las ocho de la noche, y cuando entraban a ver la función, que era a las once o doce de la noche, no daban más. Nosotros ya sabíamos que un día nublado representaba una gran función, y que un día soleado espectacular, representaba una mala función.
“Pasé de la Goethe-Schule al Partido Obrero en cinco minutos”.
Esa incertidumbre de no saber qué va a pasar te genera una adrenalina similar a la que sentís al tirarte de un paracaídas, tenés dos, y si falla uno se abre el otro, pero hay una pequeña chance de que no se abre ninguno. Cuando te está yendo bien, te empezás a envalentonar y se genera una retroalimentación con el público, y la sensación es la de esos partidos de tenis en los que se matan a raquetazos, y con lo de raquetazos no me refiero a Ritondo, me refiero a cuando la pelota va y viene. Es una maravilla eso.
– LZ y ER: (Risas)
– Me gusta convivir con eso, vas cagado a las patas, pero un poco eso es buscado. Es como ir a ver una película de terror, un poco vas para asustarte.
– ER: ¿Cuándo te hiciste peronista?
– Gustavo Berger: Mi familia no era para nada peronista, de hecho ahora estoy viviendo en la casa que era de mi abuelo y está llena de libros de Alvear e Yrigoyen. Ayer se me cayó una repisa y al poner debajo cuatro libros de Alvear quedó firme, así que podemos decir que por primera vez el radicalismo sirvió para algo.

– ER: Yo no confiaría mucho en la estabilidad de esa repisa, no llega a los cuatro años.
– GB: Encima le puse un libro de Duhalde arriba.
– ER: Por las dudas, no le apoyes un helicóptero.
– GB: Esto es lo que pasa cuando hacemos radio con Emanuel: nos cebamos y no podemos parar de reírnos, y eso que no estoy tomando vino, que es lo que habitualmente hacemos con Emanuel cuando hacemos radio. Respecto a cómo llego a hacerme peronista, debo decir que el camino fue lento y doloroso, primero porque mi familia me mandó a una escuela privada alemana de San Isidro llamada Goethe-Schule. No éramos una familia pudiente, lo que ocurría es que mis hermanos y yo estábamos becados gracias a mi madre, que trabajaba como docente en esa escuela. Éramos una familia de clase media que aspiraba a más de lo que podía, típica clase media que quiere cagar más alto que el culo. En ese entonces, en la escuela convivía con pibes que tenían mansiones en las lomas de San Isidro, y probablemente una empleada doméstica a cargo de cada pibe, es definitiva, no pertenecía a ese mundo.
Al poco tiempo, me echan de esa escuela por disperso, ya que en ese momento, y calculo que actualmente también, tenía un síndrome de déficit de atención con hiperactividad, lo mismo que hace poco le diagnosticaron a mi hijo. Lo loco es que cuando cuento esto, mi vieja me dice: “Ah, es lo mismo que te diagnosticaron a vos, pero la primera noche que tomaste la pastilla te hiciste pis y dejamos de dártela”. En conclusión, mi vieja decidió por el psiquiatra. En aquella escuela, distraerse no era una opción, por ende me mandaron a una escuela un poquito más popular, alemana también, pero clase B, un poco más plebeya.

La realidad es que yo soy peronista gracias a Menem y digo gracias con una connotación negativa. En los 90, echan a mi viejo del laburo y mi vieja pierde el laburo en la escuela privada, situación que desencadenó mi arribo a la escuela pública, y en consecuencia, al centro de estudiantes. Si mi viejo no hubiese perdido el laburo, probablemente nunca hubiera entrado a la escuela pública. La gente del centro de estudiantes pasaba pidiendo delegados y yo sin saber muy bien de qué se trataba, levanté la mano y terminé siendo el delegado del curso. Cabe destacar que el centro de estudiantes era manejado por el Partido Obrero, es decir, yo pasé de la Goethe-Schule al Partido Obrero en cinco minutos. Hace tiempo, hacía un chiste que decía que el Partido Obrero era como las divisiones inferiores del peronismo, y que si estabas para jugar en primera, tenías que hacerte peronista si o si. El centro de estudiantes hizo que nazca en mí una inquietud por lo social. Lo que finalmente me termina de convertir en peronista es trabajar con Ignacio Copani, con quien tengo un vínculo muy lindo. Estando al lado suyo, no me quedó otra que hacerme peronista
– LZ: Aprovechamos y le mandamos un fuerte abrazo a Ignacio, imprescindible y querido compañero, militante todo terreno y un artista de la hostia.
– GB: Comparto plenamente con la descripción.
– ER: Luis, decí lo que realmente tenés ganas de decir, decilo sin miedo.
– LZ: Gallina como toda persona de bien, riverplatense. A todo lo dicho anteriormente, le sumamos que es un tipo que sabe elegir futbolísticamente. Acá Gustavo está entusiasmado porque Vélez viene muy bien.
– GB: Exactamente, tengo una linda anécdota que enlaza a River, Vélez y Copani. Estábamos tocando en Uruguay y Sebastián Domínguez, quien había jugado mucho en Vélez, estaba jugando en Nacional. Yo estaba recaliente, porque existía un mito entre los hinchas de Vélez que decía que Seba Domínguez había estado en un equipo que vendió un empate para que Racing salga campeón, y el mito decía que los jugadores se habían cagado a trompadas porque algunos querían arreglar el empate y otros no. Supuestamente, entre los que arreglaban se encontraba Seba Domínguez, entonces yo empecé diciendo que era un traidor y que había arreglado empatar ese partido. Al día siguiente, cae Seba Domínguez a los camarines a saludar, Copani le dice que yo era hincha de Vélez y yo lo empecé a adular y a decirle que lo admiraba mucho, me comí los mocos e Ignacio me cargaba.
“Aunque suene fuerte, no sé si cuando muera mi viejo voy a llorar lo que lloré por Néstor”.
– LZ: ¿Cómo te llevas con la amplitud del peronismo?
– GB: Depende como me levante. A veces el peronismo es muy doctrinario y otras veces es muy versátil. Hay que entender que ha pasado mucho tiempo, hemos cambiado de siglo y es necesario ayornarse en algunos aspectos. Yo me peleo mucho con los híper doctrinarios, esos que dicen que, por ejemplo, como Evita estaba en contra del aborto, hay que estar en contra del aborto, sin comprender los distintos usos y costumbres de cada época. Quizás eso se podía entender hace 60 años, y quizás hoy conquistar nuevos derechos sociales y culturales, sea un síntoma de evolución. Si vas por el camino de lo social y te interesa el progreso de tu vecino, la respuesta siempre fue y será el peronismo.
Veo al peronismo como un gran constructor de derechos, como un movimiento con una capacidad ilimitada para reinventarse, y no sé si en el mundo existe un movimiento tan vigente y tan resistente al paso del tiempo como el peronismo. En definitiva, a veces me levanto más peronista de Perón y otras veces me levanto más peronista de Alberto.
– ER: ¿Cuáles fueron los hechos políticos que consolidaron tu identidad peronista?
– GB: Qué preguntas serias que me hacés Peroncho.
– ER: Si querés te pregunto por qué nos reímos todos cuando dijiste que a veces te levantás como un peronista de Alberto.
– GB: Prefiero contestar la pregunta anterior. Sin lugar a dudas, la 125 fue la primera situación en la que sentí la necesidad de tomar partido y fue la primera vez que me peleé con alguien por política. Yo voté a Néstor por casualidad y en esta charla, Copani va a ir y volver permanentemente. En ese entonces, yo iba a votar a Carrió, cuando parecía progre, copada y daba la sensación de que tenía los patitos en fila, después de descarrió. Al contarle a Ignacio sobre mi inclinación por votar a Carrió, él me convence de votar a Néstor. Era mi primera elección a presidente, Copani me llenó la cabeza, me habló durante dos semanas y me convenció.
“Si vas por el camino de lo social y te interesa el progreso de tu vecino, la respuesta siempre fue y será el peronismo”.
En las legislativas del 2001, había votado por el Partido Humanista, partido que luego se unió al Frente Para La Victoria, así que técnicamente, toda mi vida voté al kirchnerismo, aún antes de que existiera.
En plena disputa por la 125, yo salía con una chica de Santa Teresita, y recuerdo tener discusiones con su familia pueblerina, que estaba totalmente envenenada por TN. Ahí fue cuando me di cuenta la influencia que los medios de comunicación ejercían sobre muchas familias. Imaginate lo que era llegar a esa casa en plena 125 y escuchar que puteen permanentemente a Cristina. Por todos estos motivos, puedo decir sin temor a equivocarme que la 125 marcó fuertemente mi identidad peronista.
Otro hecho que me marcó fue la muerte de Néstor, ya que significó la primera gran pérdida política. Haber nacido en el seno de una familia donde el término política era una mala palabra, y, años más tarde verme llorando por la muerte de un político, fue muy fuerte. Cuando murió Néstor sentí como si se hubiera muerto mi viejo, y aunque suene fuerte, no sé si cuando muera mi viejo voy a llorar lo que lloré por Néstor.
Trayendo a Copani nuevamente a la charla, me acuerdo que Néstor era fanático de Ignacio. En pleno conflicto por la 125, hubo un gran acto en defensa de Cristina y solo tres artistas se subieron al escenario: Alejandro Dolina, Horacio Fontova e Ignacio Copani. Para graficar un poco las miserias del movimiento, también tengo que decir que durante el acto del Bicentenario, ni Fontova ni Ignacio fueron llamados para participar.

Volviendo al acto de la 125, Néstor se acerca a Ignacio, que le dice: “Cómo estás Néstor”, y Néstor, con la mirada fija en el piso, le responde: “Qué querés que te diga Ignacio, estoy devastado y muy preocupado. Por más que le pongamos toda la fuerza, está muy claro que hemos entrado a un espiral sin retorno que no tiene vuelta atrás”, a lo que Ignacio le responde: “Néstor, mirá lo que es esta plaza, hay cien mil personas bancando que no van a dejar que esto se caiga”. Néstor levanta la mirada, mira a la gente y dice: “Ah, ¿De esto me hablás? Yo te estaba hablando de Racing, estamos por jugar la promoción”. Yo no lo podía creer, el país se prendía fuego y Néstor se permitió contar un chiste y hacernos entrar como caballos. Ese era Néstor.
– ER: Tremenda anécdota, ¿Tenés otra de ese calibre?
– GB: Una vez fuimos a un acto en una federación de boxeo en La Matanza, que se hacía por las elecciones del 2009, donde Néstor era candidato a diputado. Nosotros estábamos esperando que llegue la comitiva y vemos que aterriza el helicóptero en el que se encontraban Néstor y Cristina. Estaban todos los ministros de aquel entonces, se trataba de un acto de gran magnitud. Durante los 70 metros que tenía que hacer la camioneta que traía a Néstor y a Cristina para llegar al acto, vimos a una persona que abría el paso, y era Néstor que, como un trapito, se había bajado de la camioneta y acomodaba a la gente para que pase la camioneta. Lo que más me marcó de ese acto fue que, en un momento, vi una caricia que Néstor le dio a Cristina. Cabe destacar que, en ese entonces, los gorilas decían que no cogían y que no se querían para denigrarlos. Ver ese mimo cargado de ternura me marcó a fuego, todavía guardo ese gesto de amor.
Siguiendo con las anécdotas, yo era asistente del show, y recuerdo que durante un acto Néstor se arrodilló ante Copani haciéndole reverencias y la gente se volvió loca. Después de eso, Néstor se acercó a mí y a otro asistente y nos saludó de manera cariñosa. Siempre me llamó la atención ese proceder fraternal que tenía Néstor y esa cercanía que tenía con la gente.
“Para el humorista político, el mandato de Macri fue una fiesta. Citando una frase de Peroncho, Macri fue igual a un chino abierto las veinticuatro horas”.
– LZ: Qué lindas historias, detallan de pies a cabeza la personalidad de Néstor.
– GB: Fue la primera vez que sentimos que teníamos un presidente al que podías acudir ante cualquier problema, lo sentías muy cercano. Una vez un nieto recuperado que vivía con sus apropiadores me contó que le mandó una carta a Néstor y a los dos días Néstor lo salvó de seguir viviendo con sus apropiadores.
– ER: ¿Preferís hacer humor durante el mandato de un gobierno peronista o durante un mandato opositor?
– GB: Que difícil pregunta, me hacés acordar a ese reportaje en el que Matías Martin entrevistó a Macri, y Macri en un momento le dice que no puede creer lo que le pregunta, a lo que Matías le responde que era el jefe de gobierno de CABA, como diciéndole, ¿De qué cosa querés que te pregunte?
Volviendo a tu pregunta, me gusta hacer humor en cualquier contexto, pero prefiero que al pueblo le vaya bien. Mi éxito no va tan atado al color político. De hecho, mi primera Trastienda fue con Cristina presidenta y a mí me iba bien. Es cierto que, en aquel entonces, el verdadero poder estaba en otro lugar, yacía en los grupos económicos concentrados, pero no te voy a negar que durante el mandato de Macri casi termino la casa. Si nosotros hacíamos catarsis cuando Clarín le pegaba a Cristina, imaginate la catarsis que hacíamos con Clarín siendo aliado de Macri en su mandato.
De manera irónica, te puedo decir que para el humorista político, el mandato de Macri fue una fiesta, para graficarlo mejor, puedo citar una frase tuya Peroncho, esa que dice que, para el humorista político, Macri es igual a un chino abierto las veinticuatro horas. En definitiva, jamás pondría el beneficio personal por delante del beneficio colectivo, sin negar que conocí las cataratas gracias a Macri.
“Hy que reírse de Michetti y su silla de ruedas, porque Michetti hace política a través de esa situación”.
– LZ: Tus espectáculos siempre son a la gorra, ¿Por qué razón y qué fue lo más raro que te dejaron en la gorra?
– GB: Me han puesto de todo, pero recuerdo que una vez me dejaron un vale de 5 pesos para el Club del Trueque, y me pareció un gesto impagable, siempre me habían contado sobre esos vales, pero yo nunca había tenido uno. Otra vez me pasó algo muy loco, un tipo me dejó una tarjeta de una gomería que estaba a tres cuadras de mi casa. Dos días después tuve que cambiar los neumáticos y el que atendía la gomería era el mismo tipo que me dio la tarjeta. Fue muy gracioso.
– ER: ¿Seguís siendo amigo del gomero o se pinchó la relación?
– GB: Muy bueno el chiste, los juegos de palabras siempre garpan. Cada tanto paso por lo del gomero, más que nada cuando estoy medio deprimido, así me infla un poquito el ánimo. Necesitaba hacer un chiste boludo para descomprimir, está como muy seria la nota. La gente, al enterarse que Peroncho va a entrevistar al Rubio Peronista, debe pensar que va a ser un cago de risa, y al final nos ponemos muy profundos.
– ER: Vamos pasando por todos los registros. Es importante también hablar de los gomeros, a quienes, por otra parte, les gustan tanto las cámaras como a nosotros.
– LZ: Están con todo hoy.
– GB: ¿Sabés qué es lo peor? Que Peroncho es mucho más rápido que yo para los chistes, recién tiró dos y yo todavía estoy regulando.
– ER: Poniéndonos un poco más serios sin salir del humor, ¿Tenés límites a la hora de hacer chistes? Te doy un ejemplo, ¿Hay que reírse de la discapacidad de Michetti o no?
– GB: Para mí sí, hay que reírse de Michetti y su silla de ruedas, porque Michetti hace política a través de esa situación. De modo que al hablar de la silla de ruedas de Michetti, estamos hablando de su forma de construir política. Una vez tuve una discusión muy larga por este tema, me reputearon por este tema. Resulta que un día me vino a ver una persona en silla de ruedas y al finalizar el espectáculo me mandó una carta muy indignado, a lo que le respondí lo mismo que dije anteriormente. Meses más tarde, me vino a ver otra persona en silla de ruedas y, al finalizar el espectáculo, me dice: “Que buena la parte de Michetti, hay que hacerla mierda a esa renga hija de puta”, así de una.

La sensibilidad del espectador juega un papel clave respecto a los límites a la hora de hacer humor. Yo intento ser consecuente con lo que me causa gracia a mí, y pienso que si me causa gracia a mí, le va a causar gracia al público. En mis espectáculos más viejos, yo hacía una comparación entre Perón y Jesús, en donde hacía referencia al día en el que Perón echó de la plaza a los Montoneros. Si reparo permanentemente en cómo el público va a recibir un chiste, no puedo hacer humor. En conclusión, pienso que se puede hacer humor con todo. Anteriormente hacía un chiste sobre Bolivia que era una animalada, y las cuatro o cinco veces que lo hice, la gente se cagaba de risa.
– LZ: ¿Tenés un método para escribir los chistes?
– GB: Al principio era más metódico, pero fui perdiendo un poco eso. En un momento, actuaba tanto que si se me ocurría algo gracioso en el momento, lo metía improvisado, y si funcionaba un par de veces, lo dejaba en la rutina. En una entrevista que Radagast le hizo a Ginóbili, Rada le pregunta de qué manera entrenaban en la NBA, a lo que Ginóbili le responde que no entrenaban, porque jugaban cada dos días y eso había reemplazado al entrenamiento.Emparentando un poco los partidos de NBA con los shows, creo que la seguidilla de funciones hace que vayas perdiendo de a poco la rutina de escribir. Con la pandemia, estoy intentando recuperar esa vieja costumbre, porque necesito material nuevo para los shows.
– ER: ¿Hay más cosas en las que quieras compararte con Ginóbili?
– GB: (Risas).
– ER: Se me ocurre una para ayudarte, él también nació en un lugar gorila, ya que es oriundo de Bahía Blanca.
– LZ: Hay muchos puntos en común por lo que veo.
– GB: Sí, Peroncho, vos también tenés algunos puntos en común. Sin ir más lejos, recuerdo los chistes en los que usas el ¡Aro, aro, aro!
“No hay buenos humoristas políticos gorilas… cuando uno construye desde el odio, se hace muy difícil ser efectivo como comediante”.
– ER: Son buenos esos chistes, no serán un triple, pero bueno.
– GB: Es cierto, podemos pasar a chistes sobre ajedrez si te parece.
– ER: Claro. Sobre todo porque en el peronismo actual, al igual que en el ajedrez, la pieza más importante es la dama. Volviendo a la entrevista, ¿Por qué no hay buenos humoristas del otro lado de la grieta?
– GB: Porque están llenos de odio. Lo que a nosotros nos mueve a hacer lo que hacemos es el amor, estamos convencidos de lo que defendemos. Del otro lado de la grieta se impone la antipolítica, razón por la cual se les hace muy difícil ser creativos. Creo que por eso no hay buenos humoristas políticos gorilas.
Cuando murió Néstor, y después de haber llorado bastante, recuerdo que me reí mucho cuando leí un chiste que decía que, según el INDEC, la salud de Néstor estaría levemente desmejorada. Ese me pareció un chiste muy bien construido. Lo que mueve al arte es la pasión y el amor que sentís por lo que hacés, y cuando uno construye desde el odio, se hace muy difícil ser efectivo como comediante.
– ER: ¿Qué humorista de derecha te parece o te parecía bueno?
– GB: Les Luthiers, grupo compuesto mayormente por gorilas. Lo que ocurría ahí era que su humor no era político, era otra cosa. Actualmente, no hay ningún humorista político del otro lado de la grieta que me parezca interesante como para sumarlo a las filas peronistas.
– LZ: Más allá de la pandemia, ¿Qué fue lo que te llevó a incursionar en el streaming?
– GB: A los tres días de empezar la pandemia, hicimos un streaming con Pablo Picotto. Nunca sufrí tanto en mi vida. A dos minutos de comenzar a streamear, Pablo no me escuchaba y yo tampoco a él. El delay no ayudaba y el eco mucho menos, fue un espanto. Así y todo, por momentos hubo tres mil personas conectadas. Al terminar el primer streaming, mucha gente nos puteaba y nos decía que los habíamos estafado, a lo que yo respondía que era como los shows presenciales, pasaba la gorra y si querías dejar, dejabas, y si no querías, no dejabas.
“Yo soy un producto de una red social y esa red social es Facebook”.
Ya un poco más entrenado, entendí que la cosa iba por acá, de hecho monté una empresa de streaming para ayudar a otros artistas con sus espectáculos, estructura que nos permitió pilotearla en la pandemia. Incursionar en el streaming fue entender que las reglas del juego habían cambiado. Yo tenía dos opciones: o me aggiornaba a esas reglas o me ponía a llorar en posición fetal hasta que terminara la pandemia, por suerte pude hacer las dos cosas.
– ER: De hecho, impusiste una modalidad que muchos otros artistas replican en la actualidad, y me refiero a la pasada de gorra virtual, ¿Cómo se te ocurrió implementar ese método?
– GB: Cuando creé el personaje del “Rubio Peronista”, lo primero en lo que pensé fue en romper esa barrera que impedía que el público entre a ver el espectáculo, y esa barrera era el precio fijo de las entradas. Yo me quería mostrar y expandir, y para lograr eso tenía que meter la mayor cantidad de gente por espectáculo que pudiera. Ese fue el momento en el que se me ocurrió lo de pasar la gorra, sabía que de esa manera la gente iba a hacer correr el boca en boca. Desde la parte económica también era beneficioso, porque al finalizar los shows, la cuenta daba igual que si hubiese cobrado entradas. Desde lo emocional, y para graficar un poco todo, recuerdo un show en La Trastienda en el que una pareja que estaba en primera fila, me contaba que era la primera vez que lograban ver un espectáculo en La Trastienda. Eso lo posibilitó el método de pasar la gorra, y ese mismo método es el que actualmente replico en los streamings.
– LZ: ¿Cuáles son las diferencias entre los shows presenciales y los virtuales?
– GB: En favor de los shows virtuales, puedo decir que el alcance es mayor, pude llegar a ciudades a las que jamás había llegado con los shows presenciales. Por otra parte, no le veo otro beneficio, el show virtual es una alternativa para pasar la pandemia, pero el ida y vuelta que se genera con el público durante los shows presenciales no se compara con nada.

– ER: ¿Cómo te llevás con la lógica de las redes sociales? ¿Qué potencialidad ves en ellas a la hora de difundir contenidos políticos? ¿Qué pensás del desempeño de la militancia del Frente De Todos en las redes sociales?
– GB: Yo soy un producto de una red social, y esa red social es Facebook. Allá lejos y hace tiempo, por el 2012 o el 2013, llevé a la madre de mi hijo a Tecnópolis, ya que ella trabajaba ahí y una compañera suya se sentía mal, por lo que me ofrecí a llevarla a su casa. Al día siguiente, esa compañera me dijo que había mirado mis redes, me comentó que era community manager de Nike y que el laburo que tenía en Tecnópolis era una especie de pantalla. Luego de esto, se ofreció a ayudarme con mi página de Facebook y me hizo gratis un laburo impresionante, me enseñó a hacer publicidad en redes, y ahí pasé de 0 a 20.000 seguidores en un mes. Esa curva ascendente jamás frenó. La gran explosión de mi espectáculo tiene relación directa con el trabajo en redes sociales, de modo que no puedo renegar de ellas, pero si puedo advertir que se fueron poniendo cada vez más violentas. Hoy en día, me cuesta no engancharme con las puteadas y los insultos recibidos, se me hace difícil no enroscarme con esas cosas.La dinámica violenta que rige actualmente en las redes no me gusta para nada, es más, creo que debemos salir un poco de las redes sociales, y entrar solamente para ver los streamings del Peroncho y del Rubio Peronista.
– ER: Apoyo la moción.
– LZ: Te llevo a un ámbito más personal. Anteriormente, nombrabas a Ignacio Copani como uno de tus referentes. ¿Cuáles son tus referentes humorísticos?
– GB: Actualmente, y lejos de ser condescendiente, Emanuel Rodríguez es una de las personas que más me hace reír.
– ER: Gracias, yo también te admiro mucho.
– GB: Has dormido mucho en mi casa Emanuel, pero ahora me engañas con uno de Berazategui. Admiro mucho a Fede Simonetti. Y creo que el número uno del Stand Up, saliendo un poco del humor político, aunque a veces lo roza de manera imperceptible, es Martín Pugliese. Es un tipo brillante, es el único que te cuenta la misma cosa con materiales distintos sin que te des cuenta. Yendo al ámbito internacional, no puedo terminar la nota sin nombrar a George Carlin, a Ricky Gervais, a Jim Jefferies, y los especiales de Netflix de Hannah Gadsby, comediante que tiene la capacidad de hacerte reír y llorar al mismo tiempo. También debo nombrar a Enrique Pinti, con quien no comparto nada ideológicamente, pero con su espectáculo “Salsa Criolla” demostró ser un genio.
– ER: ¿Qué sentís cuando ves a tu hijo repitiendo líneas de tus shows?
– GB: Me explota el corazón. Luca presenció la primera función de “Un Rubio Peronista” siendo un bebé. Una vez, cuando tenía cuatro años, se subió al escenario haciendo la V de la Victoria y cantando “vamos a volver”. La gente se volvió loca. Cuando cumplió seis años, le propuse armar un monólogo en conjunto y armamos un pase de comedia. Unos días después, su psicóloga me pidió que no lo lleve más a los shows porque mi hijo decía que tenía fans en la escuela. Cuando crezca, seguramente me cuestione muchas cosas, pero también debo decir que, de niño, me hubiese gustado que mi familia me inculcara una mirada social. Sin ir más lejos, tengo una hermana de la misma edad de mi hijo, y el otro día, debido a que mi padre sigue reproduciendo un modelo casi colonial, ella confundió a un linyera con un ladrón. Eso es algo que mi hijo jamás va a hacer y estoy orgulloso de eso.
*Producción: Camilo Caballero