La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un órgano consultivo de la OEA, con sede central en Washington, comunicó a través de una carta que “Argentina debe respetar estándares de uso de la fuerza provincial durante las protestas en Jujuy” y que poseían información sobre el “uso indebido de la fuerza en contra de personas en el contexto de las manifestaciones”. Y agregó que “la Oficina ha tomado conocimiento que al menos 20 personas han resultado heridas, incluido un joven de 17 años que sufrió trauma ocular severo y otra persona que habría sufrido un trauma craneal, supuestamente por uso de armas menos letales disparadas directamente en contra de la parte superior del cuerpo”.

El pasado martes 20 de junio el Gobernador Gerardo Morales logró aprobar de manera exprés una nueva constitución provincial, y desató lo lógico y esperable: manifestaciones de docentes, de movimientos sociales, de trabajadores estatales y de los pueblos originarios. La nueva constitución cercena lo que está garantizado en la Constitución Nacional, el derecho a la protesta, y se suma a una larga lista de insuficiencias por parte del gobierno Jujeño: salarios bajísimos y más de diez días de manifestaciones por parte de los docentes y trabajadores estatales que fueron amenazados por el mismísimo Gobernador de la Provincia con el descuento de los días de huelga y el presentismo si no volvían a sus trabajos.

$35.000 es el sueldo base para un docente Jujeño, y $54.000 el sueldo promedio. El dato no es menor y es necesario para comprender el contexto y el accionar de Juntos por el Cambio: primero los debilitan con salarios miserables, luego los tiran al suelo y los ignoran cuando se ponen de pie y protestan y después, sin escrúpulos, dicen que fueron los mismísimos docentes y manifestantes los que tiraron la primera piedra, y más tarde se escandalizan y dan conferencias de prensa hablando sobre la importancia de la educación para el progreso del país. Son la definición del cinismo; como si las palabras o la indiferencia o el menosprecio no dolieran igual que una piedra; como si el único resguardo que poseen los trabajadores, que es la protesta, fuera un crimen: en Jujuy ahora lo es. Y sobre llovido, mojado: la reforma de Morales tenía una intención más, y era la de allanarle el camino a las empresas extranjeras encargadas de extraer el litio expropiando las tierras de los pueblo originarios. En otras palabras: querían cantar línea y bingo al unísono.

En la Argentina el problema es siempre el mismo: se juzgan las reacciones con vehemencia y crueldad, y a las acciones que las desencadenaron, en cambio, con ligereza y bondad. Morales tiró nafta al fuego que él mismo inició, y después se refugió en el clásico victimismo crónico de quien no encuentra acciones más inteligentes que agresión, balas y gas.

Si la constitución reformada es la de Jujuy, y se llevó a cabo a las apuradas en la legislatura provincial, en San Salvador, y el que presidió la comisión fue el gobernador de la Provincia, Gerardo Morales, y la policía que tiró piedras y balas de goma y gas lacrimógeno fue la de Jujuy en camionetas particulares, en las calles de Jujuy, a los Jujeños y las Jujeñas, entonces: ¿por qué quieren instalar que fue el ofícialismo, de la mano Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, el que fogoneó el descontrol? Fue el gobierno de Morales el que respondió con una represión salvaje que dejó al menos 170 heridos y 69 detenidos. Otra vez nadie dice la verdad, fin de la historia. Y además, empecemos a ser honestos: no los llamemos Pro ni Juntos por el Cambio; son tiranos. Ya va siendo momento de que se hagan cargo: los que reprimen hoy son los mismos que lo hicieron en 2001 y que costó muchas vidas argentinas; más de 20 años más tarde lo único que aprendieron fue lo mismo que viene a proponer hoy: nada.

No hubo ni hay amenaza pero es lógico: si vienen por los derechos de los argentinos y las argentinas, y el primero que intentan quitar es el de la protesta, bueno: ¿qué es lo que esperaban? Es así: lo que no te pueden quitar, te lo arrebatan. Y, después, señalan con el dedo a falsos responsables como si el pasado no los precediera, como si reprimir no fuera parte de su historia y ADN, como si el pueblo, además de coartado, fuera ignorante. Cuando el pueblo saqueó por hambre, en 2001, ellos reprimieron, y cuando ellos mismos modificaron una constitución para “restaurar el orden”, también reprimieron. El común denominador es siempre el mismo, sin importarles de qué lado de la fracción se encuentren. Reprimir, reprimir, reprimir.

“En Jujuy, es cárcel o bala y más después de la reforma constitucional”, dijo la nueva figurita de la oposición, José Luis Espert. Sólo por curiosidad: ¿no sería fantástico que a Espert lo coartaran de que proteste y vocifere en televisión? Eso sería censura, claro, y es bastante parecido a no permitir el derecho a la protesta. Lo que para unos está bien, para otros es impensado y está mal: ésa es la Argentina que quieren.
Ojalá que lo injusto no nos sea indiferente.
Fotos: Télam