En el Congreso de la Nación continuan avanzando los proyectos verdes: la Ley de Humedales obtuvo finalmente dictamen favorable en la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano; y el proyecto de Ley de Educación Ambiental Pino Solanas fue aprobado en las Comisiones de Ambiente y Educación, luego de que tuvieran media sanción en Diputados la Ley Yolanda de capacitación ambiental para los trabajadores del Estado y la Ley de Manejo del Fuego.
En diálogo con Contraeditorial, la diputada nacional Florencia Lampreabe (FdT) valoró que la agenda verde que cobra fuerza en todo el mundo tenga correlato en la agenda política nacional, y aseguró que, así como se ve que “sin feminismo no hay justicia social, tampoco hay justicia social sin justicia ambiental”.
En relación con el contexto de pandemia, que puso en foco la relación violenta que la humanidad tiene con el ambiente, la legisladora señaló que “hay que indagar por qué estamos en una pandemia. Hay que hablar qué significa eso, por qué cada cuatro meses aparece una enfermedad emergente zoonótica nueva”.
“La potencialidad de nuevas pandemias está entre nosotros. No se trata solo de salir de esta situación sino de prevenir las causas”.
Lampreabe también se refirió al modelo hegemónico de producción y cuestionó al grupo minoritario de siempre que está detrás de los agronegocios y los negocios inmobiliarios, al señalar que, justamente, “los principales responsables en la Argentina de la deforestación son los Peña Braun, los Macri y los Rocca. Lo que también concentran la riqueza”.
–¿Hay una agenda ambiental que se impone con fuerza en Argentina y en el mundo?
–Hubo un protagonismo de la juventud reclamando por las cuestiones ambientales. Arranca con el movimiento Greta Thunberg, que tuvo mucha visibilidad y que acá tuvo su homólogo, porque están los Jóvenes por el Clima, la Alianza por el Clima, y muchas otras organizaciones de pibes y de pibas. Me parece que acompaña también el contexto. Esta pandemia pone más en evidencia y sobre la mesa la necesidad de incorporar la perspectiva ambiental a la legislación, a las normativas y a las políticas públicas. Hay muchas más movilizaciones y activismo en torno a las cuestiones ambientales.

–El discurso de la activista sueca Greta Thunberg en la ONU advirtió que de seguir con este avasallamiento hacia los ecosistemas, la humanidad va camino a la extinción ¿Sus palabras cobraron valor luego de que se desató esta pandemia por un virus zoonótico?
–Sí, su discurso genero conmoción. Se viene planteando que hay una necesidad de la humanidad de negar los problemas ambientales y el cambio climático, porque hay algunos interesados en no parar la carrera hasta la sexta extinción masiva, que además es distinta a otras situaciones de extinción porque en este caso es producto de nuestra propia actividad humana. Y esta situación de pandemia pone en evidencia que tuvimos que hacer un ´parate´ en todo el mundo sobre nuestro modo de vivir. Igualmente, no se habla tanto de sus causas ambientales. No es parte de la agenda cotidiana, por lo menos acá. Hay que indagar porque estamos en una pandemia más allá de que en algún momento se haya hablado de la sopa de murciélago. Hay que hablar de que significa eso, de por qué cada cuatro meses aparece una enfermedad emergente zoonótica nueva. Entonces, la potencialidad de nuevas pandemias está entre nosotros. No se trata solo de salir de esta situación sino de prevenir las causas. Hay que poner en cuestión la instalación de un tipo de globalización neoliberal alrededor del mundo, porque está quedando claro que es cada vez más urgente, pese a que hay una intención de negar o de establecer que no es el tema prioritario, y de que va a aparecer una salida tecnológica que nos salve. Pero la realidad es que hay pegar un volantazo en nuestra manera de vivir, de consumir y de producir.
“En Yolanda, primera secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano de la Nación, se ve un amplio protagonismo de las mujeres en las luchas ambientales”.
–¿Se puede hacer algún paralelismo entre las luchas ambientales, feministas y de derechos humanos?
–Sí, hay dos cuestiones. La perspectiva de los derechos ambientales como derechos humanos se está incorporando ahora. Inclusive en el tratado de ESCAZU, que ratificamos en la Argentina, se incorpora la perspectiva ambiental como derecho humano. Y también hay una relación que se viene trabajando desde los años 70, desde diferentes corrientes del llamado ecofeminismo, que marca una superposición entre las luchas ambientales y las luchas feministas en la propia matriz patriarcal. El patriarcado es una matriz que genera una disociación en la base entre naturaleza y sociedad, entre mujer y varón como dos caras de una misma moneda, donde todo lo que tiene que ver con la mujer y la naturaleza está subordinado al varón y a la producción, entendida como una producción con una racionalidad economicista, de corto plazo, donde los bienes naturales aparecen como recurso a explotar, y las mujeres también, como cuerpos objetivados de los cuales apropiarse, o de los cuales extraer trabajo, que es el trabajo de cuidado que llevamos adelante mayormente las mujeres.

–¿Colocarle el nombre de Yolanda Ortiz a la ley de capacitación ambiental en el Estado viene a simbolizar este entrecruzamiento de luchas?
–En Yolanda, primera secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano de la Nación -no casualmente mujer- se ve un amplio protagonismo de las mujeres en las luchas ambientales, en el mundo y en nuestro país. Es cierto que las mujeres, por el hecho de cargar con el grueso de tareas de cuidado, estamos más vinculadas a las cuestiones ambientales, porque estamos ocupadas de alimentar, de la salud, y de todo lo que tiene que ver a un hábitat y a una alimentación saludables. Ahí hay un emparentamiento. En Argentina tenemos el caso de las mujeres que llevan adelante las demandas por la Cuenca Matanza-Riachuelo, las mujeres de Ituzaingó o las mujeres rurales e indígenas. Yolanda de alguna manera sintetiza eso. La primera mujer funcionaria, pero además le aporta una perspectiva ambiental. Hay como un punto en común, transversal y muy importante entre las luchas feministas y las luchas ambientales. Y también por el modelo de producción, que es producto de un sistema patriarcal que tiene una misma matriz de desigualdad, donde se superponen desigualdades sociales, de género y de quienes padecen las consecuencias ambientales, que mayormente las sufren las mujeres y en particular las de los sectores más vulnerables.
“Los principales responsables de la deforestación en la Argentina son los Peña Braun, los Macri y los Rocca”.
–Al defender la Ley de Fuego en el recinto comentó que las listas de los responsables de deforestar a la Argentina coincide con la de las mayores fortunas del país. ¿Detrás de los incendios se esconden los negocios y los intereses de los mismos de siempre?
–Sí, no es una intersección casual. Hay una interposición en Argentina entre el mapa de la deforestación y el mapa de la frontera agropecuaria y de los negocios inmobiliarios, que casualmente aparece en el listado que publica Greenpeace, en donde los principales responsables de la deforestación en la Argentina son los Peña Braun, los Macri, los Rocca. Yo hacía este paralelismo de que también aparecían en los listados de los más ricos de las Argentina, publicados en la revista Forbes. No es una lectura propia, sino que efectivamente hay una superposición entre estos dos datos. Esto tiene que ver con que hay un modelo de producción de globalización neoliberal concentrado en muy pocas manos. Y la riqueza también. Por eso también hay un entrecruzamiento entre las luchas ambientales y esta discusión por la justicia social y la igualdad. Perón fue uno de los pioneros en estos temas, con aquel mensaje a los pueblos y también con el nombramiento de Yolanda Ortiz. Ahora también se trae a colación esto porque durante mucho tiempo apareció disociado. El discurso ambiental estaba más bien coptado por un maniqueísmo liberal o por conductas individuales que se daban en el marco del hogar, y ahora, ya hace tiempo que venimos viendo que hay un entrecruzamiento real. Así como vemos que sin feminismo no hay justicia social, tampoco hay justicia social sin justicia ambiental.

–¿Se puede decir que el negacionismo climático hoy está ligado a proyectos políticos de las derechas?
–Me parece que no hay que hacer reduccionismos, pero sin dudas hay una voluntad de negar el problema climático para no tener que hacer este viraje fuerte. Pero también hay que decir que la producción de este mensaje fuerte de negacionismo climático tiene su difusión a través de parte de la ciencia que es funcional. Porque hay discurso científico para lo que se necesita. Se ha generado un discurso científico que a la vez se fue permeando en gran parte de la sociedad. Y muchas veces la sociedad va en contra de sus propios intereses. El negacionismo es un modo de refugiarse ante un problema que es un poco aplastante. Por eso no hay que caer en el negacionismo ni en el catastrofismo, porque cualquiera de los discursos que nos saca del lugar del hacer, o de las posibilidades de cambiar e interceder en la realidad, son aplastantes. Lo más productivo es no caer en ninguna de las dos cuestiones y encontrar como sociedad qué podemos hacer para torcer el rumbo.
“Hay pegar un volantazo en nuestra manera de vivir, de consumir y de producir”.
–¿Hay una toma de conciencia sobre las consecuencias de los agronegocios? ¿Cobraron más visibilidad y valor los modelos de producción agroecológicos?
–Sí, se comenzó a instalar socialmente. De alguna manera la Ley de Fuego y lo que ocurre con los humedales también lo plantea, así como lo que tiene que ver con la alimentación y los pueblos fumigados. Hay una serie de cuestiones que se entraron a condesar para poner en evidencia que hay un sistema hegemónico del agronegocio que ha ido avanzando en el mundo, provocando la erosión del suelo, que es dependiente de agroquímicos y que responde a grandes empresas transnacionales. Traigo también a colación el proyecto de Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos que estamos discutiendo en el Congreso, que, si bien se orienta al etiquetado de alimentos envasados, tiene que ver con la calidad de la alimentación. Hemos empezado a comer cada vez más productos procesados que tienen agregado de nutrientes críticos, que están relacionados a las enfermedades no transmisibles. Aquella forma de producir de las empresas alimenticias, que también esta concentrada, es funcional a ese modelo de agronegocio hegemónico que utilizan gran parte de la tierra para biodiesel o alimentar ganado extranjero, en lugar de hacerlo para la producción de alimentos. Y no para producir alimento real que llegue a nuestras mesas. Ese alimento proviene casi en un 80 por ciento de la agricultura familiar que es la que está siendo corrida por este modelo del agronegocio o por la especulación inmobiliaria de la tierra, como ocurre en las periferias de las grandes ciudades.
–¿Cuándo se habla de soberanía alimentaria también se esta discutiendo cómo producimos lo que consumimos?
–Exactamente. Soberanía Alimentaria como definición, es la posibilidad de un pueblo de elegir su política alimentaria y su política agraria, y justamente, lo que introduce es como se producen esos alimentos. Entonces, desde ahí se cuestiona el agronegocio, que además no genera mucha mano de obra y utiliza agroquímicos, en contraposición con el otro modelo de producción de alimentos reales, socialmente más sustentable, que incluye la noción de trabajo digno y el comercio justo, y donde se produce dentro de una comunidad. Ocurren incoherencias como que los alimentos se producen en un lugar y después viajan a otros sitios para ser empaquetados y luego vuelven a la góndola de la ciudad de origen más encarecidos. De esa forma no gana ni el productor ni el consumidor.

–¿Por qué costó el avance de la Ley de Humedales?
–Le costó avanzar porque hay mucho lobby contrario a la protección de este tipo de ecosistemas, porque hay muchos intereses vinculados a la especulación inmobiliaria y a los agronegocios. Lo mismo ocurrió con la Ley de fuego y es lo que ocurre con el proyecto de Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos. Hay muchos referentes de la oposición que toman las causas ambientales, pero cuando se trata de torcer intereses tienen una contradicción con su base electoral de representación. Esto es un poco lo que traté de transmitir en el recinto en la última sesión: o representan al pueblo y los derechos ambientales y de la salud, o defienden los negocios de su jefe Mauricio Macri o de un grupo que concentra el poder en la Argentina, un sector que en términos de bancas legislativas se encuentra sobrerrepresentado. Hay una buena porción de legisladores que representan al 1 por ciento de la población que es el sector que se beneficia de ese tipo de modelo. Lo mismo ocurre en la Comisión de Agricultura, pero esos acuerdos se van construyendo como lo hicimos con la Ley de Fuegos, que tuvo el acompañamiento de otros interbloques.
“Hay referentes de la oposición que toman las causas ambientales, pero cuando se trata de torcer intereses tienen una contradicción con su base electoral de representación”.
–Además de la Ley de Humedales aprobada en la Comisión de Ambiente ¿qué otros proyectos con perspectiva ambiental están avanzando?
–La ley de educación ambiental ¨Pino Solanas” obtuvo dictamen en la Comisión de Educación y en la Comisión de Recursos Naturales y Ambiente Humano. También está el proyecto de ley de presupuestos mínimos de reducción progresiva de la utilización de productos plásticos de un sólo uso para la protección ambiental, que fue aprobado en la Comisión de Ambiente. Esta ley propone regular la proliferación de los residuos en general, y los plásticos en particular, porque ingresan a nuestra cadena alimenticia. Por ejemplo, están encontrando restos de plásticos en los pescados, en la sal, el agua y en otros alimentos de consumo cotidiano. En la Argentina, además, tenemos el problema de los basurales a cielo abierto. Esto también tiene que ver con lo que el Papa Francisco llamó “la cultura del descarte” que por una cuestión de comodidad, consumimos y tiramos. Hay mucha basura que podría tener un valor económico, pero no es tratada. Por todo esto hay un punto que fomenta la reutilización. Lo fundamental es que estamos avanzando en un paquete de normativas y de derechos ambientales. Esto habla de cómo esta agenda ambiental, que está instalada, tiene un correlato en la agenda política.