Crítico documento de un colectivo de jueces y juezas de Latinoamérica, cercano al Papa Francisco. Las diez reflexiones sobre la crisis pandémica.
Referenciado en las ideas del Papa Francisco, un colectivo de juezas y jueces latinoamericanos emitió un duro diagnóstico sobre los desafíos que enfrenta el mundo en tiempos de pandemia, donde advirtieron que la crisis desatada por el Covid-19, además de una amenaza viral sin precedentes, es “la revelación de un síntoma global, en que el planeta adopta formas defensivas frente a la degradación y a la destrucción causada por la acción humana”. Para el Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana, “la Naturaleza está hablando y debemos saber escucharla”, por lo que reducir el trance actual a “una mera expansión de enfermedades, sin indagar en su causalidad última y sistémica, constituye un grave error”.
El Comité está integrado por el juez porteño Roberto Andrés Gallardo –que ocupa la presidencia–, la jueza federal brasileña Ana Inés Algorta Latorre; la colombiana María Julia Figueredo Vivas, titular del Tribunal Administrativo de Boyacá; Janet Ofelia Lourdes Tello Gilardi, jueza Suprema de Perú e integrante del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial de ese país; Daniel Urrutia Laubreaux, juez de Garantías en Chile; y Gustavo Daniel Moreno, asesor tutelar ante la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la ciudad de Buenos Aires.
“La supuesta dicotomía entre salud y economía es una falacia”.
El documento que emitieron días atrás, titulado Diez reflexiones sobre la crisis pandémica, fue pensado como una referencia “para tener presente al momento del obrar judicial, con el ferviente deseo de que pueda ser útil a la hora de adoptar decisiones”. Se trata de una manifestación de principios expresada con una contundencia que no abunda en el ámbito judicial, sobre todo por su perfil claramente contrario al sistema vigente.
Luego de un primer eje dedicado al paradigma desde el cual mirar la pandemia, el Colectivo cuestionó “las falsas opciones” en el debate sobre el dilema planetario. “La supuesta dicotomía entre salud y economía es una falacia”, sostuvieron, en el entendimiento de que “no hay economía sin ser humano, ni ser humano digno sin salud”. Por eso, cuestionaron a los gobiernos que “invocaron la necesidad de sostener el orden económico y productivo” y que por esa opción “tienen hoy a diario miles de muertes evitables en su haber”, sin tampoco haber sostenido la actividad económica ni frenado la caída del PBI.

En el tercer apartado, sobre “la descomposición del sistema”, aludieron a lo dicho por el Papa en su discurso ante los Movimientos Sociales en Santa Cruz de la Sierra. “El sistema no aguanta más. Está terminado y en descomposición. No hay otras lecturas posibles”, afirmaron, a la vez que plantearon que la crisis del coronavirus “interpela a la transformación”, a una “revolución eco-social”, ya que “nada se puede construir sobre los restos humeantes del capitalismo salvaje”.
En esa misma línea, se refirieron a “la muerte del derecho neoliberal”, para sostener que, al igual que sucede con la economía en su fase actual, “se ha conformado un orden jurídico cuya misión ha sido consolidar el poder de un puñado de corporaciones y una decena de individuos”. Remarcaron que esto evidencia “la urgente necesidad de refundar las bases de la normatividad acompañando un proceso de ascenso y protagonismo de los sectores descartados y empobrecidos”.
“Nada se puede construir sobre los restos humeantes del capitalismo salvaje”
De estos grupos vulnerables se ocupa el documento en quinto lugar, al denunciar que “el sistema neoliberal ha potenciado al máximo los descartes humanos”, multiplicando a los “seres abandonados a su suerte, sin protección estatal ni contención social”. Para los magistrados, “la construcción de un proyecto democrático y libertario hace imprescindible la inclusión de los sectores descartados”. En ese punto, exhortaron a que “los Desca”, es decir, los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales, “deben abandonar su supuesto carácter programático y constituirse en inmediatamente operativos”, en una tarea donde se vuelve esencial afectar intereses: “Los procesos políticos que generen nuevos órdenes –aseguraron– deben impactar en la riqueza concentrada para permitir que los grupos descartados ingresen en el tejido social”. Indicaron que la clave está en la “distribución igualitaria”, por lo que “la concentración de la riqueza ha de ser atomizada si se desea construir una sociedad nueva, integrada, justa y humana”.
También sostuvieron que “la pandemia no es la única peste del presente”, sino que la violencia de género y la intrafamiliar, el racismo y la discriminación son de igual manera “un virus mortal para la sociedad humana”. Como ejemplos, citaron “los recientes casos de brutalidad policial, o de muertes sistemáticas de líderes sociales, así como otras formas estructurales de violencia sobre grupos sociales y etnias”.
“La Naturaleza está hablando y debemos saber escucharla”.
Todo este conjunto de reflexiones va en fina sintonía con la agenda que desde el Vaticano viene impulsando el excardenal Jorge Bergoglio, más aún desde el estallido del coronavirus. En su más reciente intervención en la ONU, el arzobispo Iván Jurkovič, embajador de la Santa Sede en Ginebra, reiteró el pedido del Papa para que los países más pobres vean reducida o condonada su deuda externa, así como sus críticas a un sistema financiero que “sigue siendo una fuente de inestabilidad económica mundial”.
Para las juezas y jueces franciscanos, es más urgente que nunca sentar las bases de una “Nueva Democracia” y un “Nuevo Orden Informativo”, luego de que el Covid-19 dejara “en evidencia la fragilidad del sistema político y la imperiosa necesidad de su revisión”. Aseguraron que “la democracia representativa ha colapsado frente al progresivo y evidente avance del orden informativo que redacta las agendas políticas y diseña los límites del propio sistema”. En ese punto, advirtieron sobre el “lawfare y otras formas de intervención externa enmarcadas en los conflictos de cuarta generación”, que “minan todo intento por sostener la soberanía de los pueblos y la legitimidad democrática”. Una vez más, reclamaron “un brusco giro de timón en los órdenes políticos”, incluido un cambio radical en el uso de los recursos disponibles. “La tecnología abre la puerta a formas semidirectas o directas de democracia, tales como la consulta popular, la iniciativa popular o el recall, para que dinamicen la relación entre pueblo y gobierno”, describieron.
Sin embargo, ¿cómo evitar la parálisis en un escenario tan adverso e imprevisible? “La crisis llama a nuestra capacidad creativa”, plantearon los integrantes del Comité, convencidos de que “hacen falta nuevos paradigmas”, ya que “los moldes y modelos del pasado, en los campos políticos, económicos y jurídicos, han demostrado su incapacidad y su perfil destructivo”. Por eso, quizás en un necesario gesto de fe, concluyeron que “la pandemia, aún entre medio de las consecuencias dramáticas y dolorosas, nos presenta un resquicio de acción, una pequeña veta paradojal, por donde construir un mundo nuevo”.