“Escribí Las venas para difundir ideas ajenas y experiencias propias que quizás ayuden un poquito, en su realista medida, a despejar los interrogantes que nos persiguen desde siempre: ¿es América Latina una región del mundo condenada a la humillación y a la pobreza? ¿Condenada por quién? ¿Culpa de Dios, culpa de la naturaleza? ¿No será la desgracia un producto de la historia, hecha por los hombres y que por los hombres puede, por lo tanto, ser deshecha? Este libro fue escrito con la intención de divulgar ciertos hechos que la historia oficial, historia contada por los vencedores, esconde o miente. Sé que pudo resultar sacrílego que este manual de divulgación hablara de economía política en el estilo de una novela de amor o de piratas. Creo que no hay vanidad en la alegría de comprobar, al cabo del tiempo, que Las venas no ha sido un libro mudo”.
Reflexiones de este tipo, frases, viejas entrevistas y todo lo que se les ocurra sobre Eduardo Galeano seguramente se estén viralizando en las redes sociales mientras leen estas líneas, ya que hoy se cumplen seis años de la muerte del reconocido, y cada día más vigente, escritor uruguayo.
Entre los innumerables homenajes de hoy a Galeano, la editorial Siglo Veintiuno conmemora los cincuenta años de la aparición de Las venas abiertas de América Latina, con la publicación una edición especial de la mítica obra, con un formato más grande, márgenes para anotaciones y el valor agregado de una serie de viñetas del ilustrador Tute, diseñadas especialmente para este aniversario.
Para acompañar el relanzamiento, Siglo Veintiuno difundirá durante todo el mes de abril videos de distintos referentes de la cultura leyendo fragmentos de la obra. El primero de ellos, el cantautor catalán Joan Manuel Serrat.
El libro de los abrazos
Eduardo Germán María Hughes Galeano nació en Montevideo. Para firmar sus obras literarias utilizó el primer nombre y el apellido materno. En su irónica “Autobiografía completísima” -tres breves párrafos- escribió: “Nací el 3 de setiembre de 1940, mientras Hitler devoraba media Europa y el mundo no esperaba nada bueno”.
Carlos Díaz, editor y director de Siglo Veintiuno Argentina, cuenta que un año antes de que Galeano muriera “en el verano de 2014 habíamos cerrado hasta el último detalle de El cazador de historias“, el libro póstumo del autor uruguayo que fue publicado en 2016. “En 1970, presenté Las venas abiertas de América Latina al concurso de Casa de las Américas, en Cuba. Y perdí. Según el jurado, ese libro no era serio. En el 70, la izquierda identificaba todavía la seriedad con el aburrimiento”, escribía Galeano sobre su mayor éxito editorial.
Las venas abiertas de América Latina se publicó poco después del certamen “y tuvo la fortuna de ser muy elogiado por las dictaduras militares, que lo prohibieron”, supo destacar Galeano. “La verdad es que de ahí le viene el prestigio, porque hasta entonces no había vendido ejemplares, ni la familia lo compraba”, reconoció en El cazador de historias.
Para la escritora argentina Ana María Shua, Las venas fue el libro que le despertó “ese recuento exaltado, conmovedor, de la piratería que arrasó nuestro continente. Fue para mi generación una certificación, una esperanza y un himno. Desde entonces, todos fuimos o quisimos ser Galeano”.
Por su parte, el poeta y ensayista Daniel Freidemberg, sostiene que Las venas es “ese libro descomunal que le marcó la vida a una generación en esta parte del mundo”, que tuvo el poder de “un despertar, cuyos ecos resuenan todavía”. “Sorprende advertir, salvo algunas afirmaciones coyunturales, hasta qué punto lo que dice está vigente medio siglo después, pese a que tanta agua y tanta sangre corrieron desde entonces. Hasta qué punto, frente a la siempre urgente realidad que nos toca, vuelve a abrirnos los ojos, a plantarnos en lo que, fuera de toda sanata, es nuestro ahora y nuestro acá”.
Memoria del fuego
Durante el comienzo de la dictadura uruguaya, Las venas se convirtió en el libro más leído en las cárceles: “Los censores uruguayos – se burló alguna vez Galeano – al ver el título creyeron que estaban frente a un tratado de anatomía y los libros de medicina no estaban prohibidos. Poco duró el error”.
Y en 1976, luego del último y más sanguinario golpe de Estado en Argentina, el nombre del escritor fue agregado a la “lista negra” de artistas e intelectuales prohibidos por la dictadura cívico militar.
El escritor debió exiliarse de nuevo, esta vez a España, donde empezó a escribir “la acusación literaria más poderosa del colonialismo en las Américas”, su famosa trilogía Memoria del fuego, compuesta por los libros: Los nacimientos (1982), Las caras y las máscaras (1984) y El siglo del viento (1986).
Las venas ya había marcado el camino.