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No es solo una cuestión de elecciones

Por Antolín Magallanes
29 diciembre, 2025
No es solo una cuestión de elecciones

Hay quienes sesudamente arriesgan la posibilidad de un razonamiento original, con cierta vanagloria personal, sobre el fin de una época y el inicio de otra. Parece que se desató una fiebre que busca decir, vieron yo la tengo re clara. Una necesidad por tener la posta, que en estos tiempos de post verdades es algo vano. Porque la política es para convencer y persuadir, y luego andar juntos, no para ejercer las razones.

Es un poco abrumador, sentir esa soberbia intelectual que lee todo irrefutablemente bien, casi sin espacio para la pregunta y la duda. Pero hay quienes están condenados a la falla, es decir al hacer, que no es perfecto y buscan ir enhebrando un cambio social, generando preguntas y mirando errores, mientras intentan volverse a levantar, para proyectar futuro. Es una cuestión de enaltecer la política, en el cara cara, el barrio, las redes, no en abstracto sino como una herramienta de transformación social. Las elecciones son una parte, después está el día a día y el futuro. Ya lo dijo CFK, dejar de ser meros militantes electorales, y ser militantes políticos.

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Es obvio que estamos viviendo un momento particular, donde se vaticina la caída de un imperio, pero con la poca voluntad de explicar que esa decadencia puede llevar muchos años y todavía tiene sustento en uno de los aparatos de guerra y propaganda más dañinos del mundo. También es cierto que la vieja Europa debería dejar de jugar con todos. Ya pasó su esplendor. Y ahora vive su discriminación hacia quienes vienen, de sus ex colonias por el mar. Los europeos, cuando padecieron el hambre y el infortunio salieron por el mundo a conquistar. Se hicieron ricos, gracias a la apropiación de riquezas y a exportar su pobreza. Hoy les preocupa Rusia, se sienten amenazados a pesar de estar rodeados por bases de la OTAN. Entonces, comienzan a jugar viejos juegos que siempre terminaron mal. La convocatoria al servicio militar suena a preventiva. Seguramente, de ir a una guerra tendrán los mismos beneficios que tienen en el fútbol, porque los soldados y jugadores provienen de los mismos barrios inmigrantes y son de un mismo color.

En nuestro país el gran aporte a la reconfiguración mundial, es un alineamiento, con quien está en decadencia, es decir Estados Unidos. Ya una vez nuestra oligarquía no supo leer el ascenso de ese país y priorizó a Inglaterra que se apagaba en su mar imperial. Es aquel mal recuerdo del pacto Roca-Runciman, que nos dejó atados de pies y manos para que un minúsculo grupo pudiera vender vacas y trigo.

Errores caros de la geopolítica internacional, que nos dejaron con poca capacidad de maniobra y una gran dependencia. Porque son lecturas de intereses particulares, no de intereses de la Nación, donde deben terminar los intereses particulares. No se antepone el carro al caballo.

Tal vez la alcahuetería de Milei, sea una apuesta a corto plazo, algo que le permita zafar, dejándonos engrapados en una dependencia subsidiaria de la potencia que se cae, pero suficiente para instalar el modelo político que propone. Solo eso, una mirada mezquina y para pocos, a la que los medios se encargaran de construir un relato épico. Siempre pensé que ese sería su triunfo, a costa de las mayorías, pero plantando bandera. Se acabó el llanto de la derecha histórica, esto es una cabecera de playa, que amerita vencer rápidamente.

Argentina es un país estratégico por sus recursos y bienes naturales, su amplio litoral fluvial y marítimo, una cordillera proveedora de minerales y ese nuevo objeto del deseo que son las tierras raras. Es un país bicontinental, como lo develara aquel mapa que estableciera Perón en 1946, y la Revolución Libertadora prohibiese. Muchos años después CFK, lo rescató del olvido. Un olvido que nos impedía ver la verdadera dimensión territorial, del octavo país del mundo en extensión, desde el vértice antártico sur hasta La Quiaca. Así la geografía es monumental y genera otro imaginario en el gran mapamundi. La sorpresa es que el centro de nuestro país es el sur actual y la provincia más grande Tierra del Fuego, Malvinas e islas del Atlántico Sur.

Nuestra mirada territorial hubiera sido distinta por 70 años, de no estar condenados en las aulas, a un mapa número tres, con división política, en el cual la Antártida y las islas del Atlántico sur estaban en un pequeño recuadro, en ángulo inferior derecho, perdiendo toda idea real de nuestras dimensiones. Así nos educaron y moldearon nuestra idea de territorio y de autoestima.

Siempre han minimizado y deformado lo nuestro, siempre fue menor, berreta y malo.

En ese lugar estratégico estamos, un lugar que se convierte en deseado de cara al futuro de los tratados antárticos y al paso bioceánico.

Rusia hoy manda 40 rompehielos que atraviesan el Ártico, hacia Europa. Sí, esos hielos inconmovibles, hoy gracias al cambio climático y las avanzadas tecnologías chinas, lo pueden permitir. Cosas impensables en la mesa de arena donde pensamos el futuro político del mundo. Son entre 30 y 40 días menos de traslado de importaciones chinas, comparados con las rutas tradicionales, que usaban hacia el oeste. 

El año pasado, Estados Unidos obligó a Panamá a sacarle la concesión a China de la gestión del famoso Canal y sus portaaviones merodean nuestras costas. Además de practicar la piratería robándose buques petroleros venezolanos, con la acusación improbable, de narcoterrorismo. Acción que también justifica la destrucción de humildes chalupas a cargo de supuestos narcos guerrilleros chavistas. Basta de mentir, de hacernos creer que lo que sabemos no es cierto. 

Nuestro gobierno, sigue los pasos de Trump, ese es el plan económico, no tiene idea de lo que hacer en el día a día, salvo plantar bandera. Estamos ante una banda de neo derecha colonial de la cual muchos y muchas han sido cómplices, como Carrió, Macri y ciertos progresismos.

Una banda que, al año de gobierno, se entregó a su principal logro que es seguir pidiendo deuda, lograrlo es su triunfo.

Es un gobierno, protegido y sostenido por el capital financiero, que nos abarata como país día a día, para ir generando nuevas ofertas y quedarse con todo. Siempre señalando hacia el norte de donde provienen los dólares o se prometen al menos, para apaciguar la economía, pero lo seguro, es que de allí zarpan los portaaviones. La ley de glaciares, para que nos demos una idea, es la discusión sobre el uno por ciento de los glaciares, los que están dentro de una línea de base de protección, ellos quieren esos, los protegidos. Así como quieren que el trabajo sea regulado de forma arbitraria por una legislación retrógrada. No quieren prosperidad para el país, la quieren para un puñado de especuladores, los de siempre, los que se adueñaron de los campos en grandes extensiones. Sarmiento ya advertía, en esa interna del país en formación, después del exterminio del gaucho y la conquista del desierto, sobre las vicisitudes a las que se iba enfrentar un país de terratenientes, “esa oligarquía con olor a bosta” como fustigaba, con la pluma y la palabra, el sanjuanino. La que solo sabía especular. Así estalló La Bolsa y se produjo la crisis de 1890. Una crisis cíclica y repetitiva en cinta sinfín, siempre por la misma predisposición a la deuda y la especulación. Esa es la coherencia del capital en la Argentina.

Todos los análisis políticos son válidos y sirven. Vivimos en democracia, los que vivimos en dictadura tenemos clarísima la diferencia y parece que son tiempos, donde hay que recordarlo.

El apoyo fanático y converso a Israel es temerario y grotesco. Nuestro país es y ha sido tierra de paz, en términos religiosos, ha creado una de las integraciones sociales más importantes del mundo, entre otras cosas gracias a la educación pública. ¿Qué tenemos que ver con un estado teocrático, como es el actual estado de Israel, que supo ser una esperanza democrática y laica, después de la segunda guerra? Ese país al que el gobierno peronista le envió toneladas de granos para que su pueblo lastimado coma y se asiente en las tierras acordadas. Gesto que fue devuelto por la visita de Golda Meyer al país, recibida por Eva Perón, en aquellos años. El odio al peronismo, es tan grande que siempre se recuerda, que se comía pan negro, un mito, porque Perón, le habían enviado el trigo a Franco, cosa cierta. Como se hizo con Israel. En España vivían millones de familias, rojillos, fachas, liberales y pobres, con hambre que especularmente, tenían a sus familiares en la Argentina, con trabajo y bien alimentados.

Nosotros tendríamos que analizar seriamente la relación con Israel, a la que todo el mundo libre, como le gusta decir a los diarios de la derecha argentina, puso en cuestionamiento. Multitudinarias manifestaciones, artículos periodísticos de pensadores y jefes de estado lo aseveran. Gente insospechada de antisemitismo, como el intelectual argentino-israelí, Meir, Margalit, en su ensayo, El delirio de Israel. Pareciera que el objetivo que persigue el gobierno de Israel, donde plantea que el objetivo, no es Hamas, sino al estado Palestino y su pueblo. Así se  gesta ese nuevo concepto que apela al Gran Israel. Gaza, es un laboratorio donde se aplican todas las formas de matar en masa. El objetivo de hacer una guerra santa encubierta y hacer desaparecer a los palestinos, desterrándolos es hoy junto a las hambrunas y masacres del África uno de los lodazales más inmundos.

Por eso es necesario, analizar la política exterior, saber que hay una amenaza clara de la ultra derecha, que la política que nos beneficia es multipolar, que primero está pensar lo nuestro, y ver cómo nos desarrollamos. Y eso no requiere vivir en una jaula, sino ver que articulaciones debemos hacer. Tendremos poco futuro, si nuestro país, que a pesar de todo ocupa el puesto número 40 en el ranking económico, no da una vuelta de timón.

No nos sirve que los nuestros critiquen a Cristina, está presa y recientemente operada, el cuerpo habla. Cuantos y cuantas que parlotean soportarían lo que soporta ella. Cuantos y cuantas, nos “contaron la justa”, como ella, por su aguda lectura de la política internacional, que, a decir de Perón, era la política, porque no vivimos solos. Todos los indicadores del gobierno de CFK, sociales, económicos, culturales, además de haber aportado a construir una paz histórica en nuestra América Morena. Fueron los mejores años que tuvo nuestro país, después del primer peronismo. Basta comparar con los escuálidos números de hoy. Que los antiperonistas y gorilas nos critiquen no daña, fortalece, lo que debilita es aquellos que parecen estar haciendo un juego donde se van acomodando mientras se sigue perpetuando una prisión injusta.

No hay triunfo político, con CFK presa, ni democracia plena. El 23 de diciembre en una entrevista pública con Majul, Milei dijo: “soy el primer presidente que tomó la decisión de que Cristina vaya presa”. Si alguien tenía dudas, ahí tienen la confesión de quien abolió la independencia de los tres poderes y se la atribuye claramente, cosa que debería hacer el Poder Judicial. Por algo se florea Rossati, por los medios dando clases de derecho de alto nivel, de no saber que pertenece a está CSJ, uno se ilusionaría, pero ante la pregunta del monumental trabajo que deben afrontar, hecha por Carlos Pagni. Lo primero que se le vino a la mente, fueron las dificultades que eso les traía para tomar vacaciones, si pueden vayan al video. Ese es el mensaje que recibe la sociedad. Sobre esas contestaciones, apareció Milei. 

Ahora con un presupuesto raquítico aprobado, gracias a aliados provinciales circunstanciales, a los que Papá Noel, les trajo una lluvia de ATN y créditos del BID.

La mesa de estás fiestas, está servida con la magra oferta que el gobierno ofrece. También sobre el mantel, está el hartazgo de gran parte de la sociedad. Junto a lo que sirve el gobierno, está ese 61% que no lo voto y pone una olla a presión sobre la mesa, en estado de latencia.

¿Y nosotros qué? Nosotros debemos ponernos en modo, discusión fraternal, reposicionar nuestros cuadros políticos, promover nuevos, avanzar con propuestas audaces y tener en claro que una vuelta al gobierno, requiere de un giro revolucionario.

Es un momento, para pensar en el futuro, y no hacer una carnicería de nuestro presente, hoy les están bajando toda la carga impositiva a los ricos, hoy se mofan de los desaparecidos, aumentan la pobreza y someten a los jubilados y discapacitados. Nos quieren doblegar, como siempre, para cumplir con su sueño húmedo, volver a la gloria argentina del pre peronismo. Por todas estas razones es imperioso ganar las próximas elecciones, pero para eso, se necesita militancia política y unidad de concepción.

¿Cómo hacemos para que nuestros cuadros más lúcidos dejen la competencia vana individual y sean cooperantes?, ¿qué encuadres hay que darles a esos espacios?, ¿cómo pensaremos la Argentina grande con que San Martín soñó? Nos debemos un encuentro con el futuro, con una idea que nos junte a imaginar, no con una discusión egocéntrica y viciada de egos.

Sino las cosas serán, como dice el bicolor, tal vez el mejor analista de nuestra sociedad y de nuestras vidas: “y si mañana es como ayer otra vez, lo que fue hermoso será horrible después, no es solo una cuestión de elecciones”. 

Las preguntas, son ¿Qué país queremos? Y como lo hacemos, para eso es preciso cultivar la alta política patrióticamente, buscando denominadores comunes, los indiscutibles, entre los que seguro están, la educación, la ciencia, la salud, el trabajo, el ambiente, la soberanía y el estado con sus políticas públicas. Un primer espacio de núcleos coincidentes a desarrollar como políticas de estado. Después que empiece la discusión con sus distintos marcos referenciales, pero desde la Argentina y para los argentinos. Cuáles son los cuadros que vamos a encomendar, para juntar los pedazos y astillas del espejo roto. Cuáles los mejores y predispuestos, los convencidos, que se puedan sentar a hacer política a negociar a arreglar, a poner paréntesis, a postergar decisiones menores que solo raspan y enturbian e ir al hueso de un acuerdo real. Un proceso de unidad e integración es esencial, una interna en este contexto, nos divide para siempre. En estas condiciones, nadie aceptaría la derrota y seríamos devorados por quienes nos tensaron hacia una división.

Construir un acuerdo, que sea duradero, de largo alcance y que sobrevuele futuros gobiernos, debería ser una búsqueda, aún con visiones diferentes. Se trata de construir una convergencia de intereses que tengan el mismo arco político general, un juego de sumas positivas, en el cual se sienta que se gana, independientemente de los lugares que ocupemos. Estamos ante un desafío patriótico muy grande, y dependerá de la calidad de quienes afronten a este. Claro que ese acuerdo, debe preservar absolutamente, la conducción de CFK, sin ese reconocimiento de todos y todas los que crecieron con ella, todas serán conjeturas. Para la derecha es la persona a destruir, pues generaría nuestra dispersión. Necesitamos estar todos y todas en igualdad de condiciones para afrontar el futuro.

La Patria está en peligro, y nosotros, que hemos sido custodios del pensamiento de San Martín, de Rosas, de Yrigoyen, de Perón y Evita, de la generación que desapareció, de Néstor y Cristina, tenemos que seguir construyendo ese puente y seguir andando camino, para que “los fríos corazones de los compañeros” a los que les temía Evita, más que a la oligarquía, se vuelvan a entibiar. 

Tener conciencia de las divisiones intestinas a las que les temían San Martín, Bolívar y Rosas, o la desaparición de nuestros y nuestras compañeras y compañeros, sumadas a las traiciones que sufrimos en estos tiempos. Debemos aprender de la historia y sus trágicas divisiones que abonaron traiciones. Somos un país que hay que salvar, esto es más profundo que Milei y las elecciones, esto es el punto más alto de conciencia para enfrentar la disputa por la liberación o la dependencia. ¿Alguien cree que este concepto es viejo? Tal vez desempolvar esa inmortal consigna, sea revivir a los viejos bueyes, que bien pueden volver a arar el porvenir.

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