Hay un apólogo freudiano que merece ser tenido en cuenta. Un señor concede limosna a un pobre y luego se irrita cuando lo encuentra comiendo un plato de salmón. Articulos Relacionados La violencia en Lago Escondido ¿Memoria fértil o recuerdos del horror? Al señor le ofende que el pobre no se atenga rigurosamente a su … Sigue leyendo Llorar por el ídolo
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