La diputada nacional por el Frente de Izquierda Unidad (FITU) Myriam Bregman criticó al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que recientemente se aprobó -de forma express- en el Congreso de la Nación, y sostuvo que “es un típico acuerdo de austeridad, con alta inflación y a la vez recesivo” porque, a su entender, “el nuevo ajuste pactado afectará en lo inmediato el bolsillo del pueblo trabajador y a las mayorías populares”.
En diálogo con Contraeditorial, la dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) cuestionó a quienes argumentan que la “deuda es hija del déficit” y señaló que “si analizamos la historia, lo que vemos es que la deuda es hija de una estafa”.
“La deuda se multiplicó durante la dictadura genocida, creciendo de 7.000 a casi 47.000 millones de dólares. Eso no fue por ´el déficit´sino fundamentalmente consecuencia de una estafa que tuvo un gran hito en la estatización de las deudas privadas de los grupos económicos por 23.000 millones de dólares, como la del grupo Macri”, especificó.
“Es un típico acuerdo de austeridad, con alta inflación y a la vez recesivo”.
Por otro lado, Bregman expresó que desde el FMI “temen que si se declara odiosa a esta deuda, como corresponde, se sumen en cadena muchos otros países que están en situaciones parecidas a la nuestra y también son víctimas de los ajustes permanentes”.
– ¿Cómo se debería haber encarado la negociación con el FMI?
– Bueno, ustedes saben que no estamos hablando de una deuda, sino de una estafa, de una decisión política tomada por EEUU para ayudar políticamente a Mauricio Macri y a la vez favorecer la fuga de capitales de determinados fondos de inversión. Por eso decimos que las estafas no se pagan y planteamos el desconocimiento soberano de la deuda. Más allá de eso, hay que tener en cuenta que aún antes de la guerra en Ucrania, la suba de tasas en el mundo estaba provocando un aumento cada vez más insoportable de los pagos por deudas externas en numerosos países. Eric Toussaint, especialista en estudios de deuda, señalaba en un artículo reciente que “n grupo de 73 países de ingresos bajos y medianos tendrá que reembolsar unos 35.000 millones de dólares a prestamistas oficiales bilaterales y del sector privado en 2022, un 45 % más que en 2020”. Y entre ellos mencionaba que entre los más vulnerables se cuentan Sri Lanka, Ghana, El Salvador y Túnez, mientras Zambia ya ha declarado suspensión de pagos desde 2020 por un monto de 3.000 millones de dólares. En diciembre de 2019, cuando asumió Alberto Fernández, el Banco Mundial emitió un comunicado en el que expresaba que se estaba ante la oleada mundial de endeudamiento “más grande y más rápida en 50 años”.
“Los que están complicados y temerosos son los acreedores, al revés del temor que Gusmán quería impartir aquí”.
Se llegó a la conclusión de que la relación entre deuda y PIB de los países en desarrollo ha aumentado 54 puntos porcentuales hasta llegar al 168 % desde que la deuda comenzó a acumularse en 2010. En promedio, esa relación se ha incrementado en un siete por ciento por año, es decir, con una rapidez que casi triplica la que se registró durante la crisis de la deuda de América Latina en la década de 1970. A su vez, Marcelo Bonelli, en su columna económica el 17 de febrero pasado en el diario Clarín, decía que “la Casa Blanca tampoco quiere que Argentina entre en default y abra la puerta de la cesación de pagos de varios países endeudados: Turquía, Indonesia, Tailandia y Corea”. Es decir, los que están complicados y temerosos en este contexto son los acreedores, al revés del temor que Guzmán quería impartir aquí. Nos imponen condiciones usurarias para que le paguemos la estafa que hicieron junto al gobierno de Macri porque el gobierno lo acepta, pero ellos realmente temen que si declaramos odiosa a esta deuda, como corresponde, se sumen en cadena muchos otros países que están en situaciones parecidas a la nuestra y también son víctimas de los ajustes permanentes. Por eso, como en los años “80, la estrategia del FMI es negociar país por país, donde Argentina es un caso relevante por el enorme monto del préstamos otorgado en 2018.

– ¿Qué consecuencias traerá para el pueblo el acuerdo con el Fondo?
– Las consecuencias son las mismas que ya vimos tantas veces en la historia. El acuerdo que se firmó es un típico acuerdo de austeridad, con alta inflación y a la vez recesivo, que a lo sumo va a implicar que lo perdido en salarios del sector público y jubilaciones bajo Macri y lo que lleva del gobierno de Alberto no va a recuperarse. También va a implicar tarifazos y, aunque digan lo contrario, una presión hacia reformas jubilatorias y laborales, con cesión de soberanía y un virtual cogobierno del FMI de la economía nacional. Ahora, también hemos visto que los pueblos se levantan contra estas políticas de ajuste. Está por verse qué ocurrirá en nuestro país cuando empiecen a sentirse las consecuencias del acuerdo.
– Parte de la oposición suele plantear que la deuda es hija del déficit. ¿Por qué esto no es así?
– Los liberales, la mayoría de Juntos por el Cambio, parte del oficialismo y de los medios repiten el mantra liberal que dice “la deuda es hija del déficit”. Pero en el caso argentino es falso. Si analizamos la historia lo que vemos es que la deuda es hija de una estafa. La deuda se multiplicó durante la dictadura genocida, creciendo de 7.000 a casi 47.000 millones de dólares. Eso no fue por “el déficit” sino fundamentalmente consecuencia de una estafa que tuvo un gran hito en la estatización de las deudas privadas de los grupos económicos por 23.000 millones de dólares, como la del grupo Macri.
“Aunque digan lo contrario, el acuerdo también va a implicar tarifazos”.
Una nueva muestra de esa máxima del capitalismo que indica que los grandes empresarios privatizan las ganancias y socializan las pérdidas. Según el fallo del juez Ballesteros, el fuerte endeudamiento ocurrido en la dictadura, fue signado por 477 ilícitos comprobados. El sistema de endeudamiento creado para someter a los pueblos es perverso, cuanto más se paga más se debe. Desde la dictadura se pagaron 600.000 millones de dólares y se deben casi 365.000 millones. Pese a esta fortuna que se pagó: la deuda se multiplicó 42 veces en dólares. Y en paralelo los ricos se fugaron el equivalente a un PBI. Endeudando, pagando y fugando Argentina retrocedió hasta acá.
– Aunque plantean que el acuerdo es ilegal, ¿Que criticas le hacen al programa económico que propuso Martín Guzmán?
– La refinanciación de la deuda contenida en el Memorandum de Entendimiento entre Argentina y el FMI está atada a un plan económico de ajuste y a las imposiciones del organismo: así funcionan los programas de facilidades extendidas, como el que negoció el Gobierno con el organismo. El FMI seguirá bien de cerca los resultados del plan económico estipulado, para asegurarse de que el Gobierno cumpla con los pagos, monitoreando las políticas económicas cada tres meses. La receta para juntar dólares en las reservas para pagar deuda incluye: ajuste fiscal; reducir el financiamiento del déficit con emisión monetaria del Banco Central y aumentar el financiamiento a través del capital financiero local (deuda privada); aumento de la tasas de interés (restricción del consumo). Por lo pronto, el nuevo ajuste pactado en el memorándum, afectará en lo inmediato el bolsillo del pueblo trabajador y las mayorías populares. Para las tarifas de gas y luz que se mantengan subsidiadas, habrá aumentos iniciales entre un 20% y un 40%, según el esquema de segmentación. Algunos de los aspectos estructurales mencionados en el memorándum son: el sistema energético, el control tributario de la AFIP y “revisar” el sistema previsional. Sobre esto último, se está hablando de la “extensión voluntaria de la edad jubilatoria” y un “estudio de los regímenes especiales”, preparan el terreno para una contrarreforma más estructural. Lo central es que es un programa de ajuste, donde todo se encolumna en el pago al Fondo y se somete a un cogobierno con ese organismo.